¿Cómo serían nuestras vidas si nunca se hubiese inventado Internet?

Imaginemos la peor distopía posible. No, no hablo de hambre, guerras y Donald Trump, sino de un planeta Tierra donde Internet no hubiera sido inventada. ¿Cómo cambiarían nuestras vidas?

El padre de la novia

Hoy, si te gusta una chica o un chico, la buscas en las redes sociales y le podés hablar por Whatsapp (si te pasó su número real, claro está). De hecho, hasta la podés conocer en Tinder o Happn y evitarte los problemas de la vida real. En otras épocas, y así sería si no tuviéramos Internet y teléfonos celulares y esas cositas menores, para comunicarse con la chico o al chico en cuestión había que llamar a la casa en donde te podía atender… el padre, o los hermanos, o la tía abuela. “¡Nena, tu novio! , se escuchaba y el sudor frío te recorría la espalda. Y ni hablemos de los interrogatorios a los que la familia te podía someter.

Espere su turno, señora

Por supuesto, hay muchas personas que pagan sus cuentas en el banco o en un quiosco sucursal de esas empresas creadas para pagar tus cuentas “fácil y “rápido . Pero muchos ya lo hacen vía Web y, si estás leyendo esto, problablemente vos seas una de esas personas. Ahora imagina a TODOS pagando las cuentas en un banco o en la oficina del servicio en cuestión: colas interminables, mal humor a diestra y siniestra y, tal vez, hasta llegar tarde al trabajo. Perder el bono de presentismo por pagar el gas no sería muy divertido. Y menos que menos tenés que llegar dos horas antes al cine para conseguir entrada, ¿no?

 

Ratón de biblioteca

Me olvidé la fecha de nacimiento de Manuel Belgrano o necesito saber qué significa algo tan abstruso como, no sé, qué era un walkman. Agarrás el celular o la computadora y tipeas: el señor buscador tendrá la respuesta (qué tan confiable es esa respuesta es otra cuestión). Pero antes, en las épocas de las cavernas, si la solución no estaba en las enciclopedias que estaban en casa -de esas que se compraban a vendedores que iban puerta a puerta-, la respuesta había que ir a rastrearla a una biblioteca. De hecho, una de las tareas escolares para los primeros años del secundario era ir a la Biblioteca Nacional o del Congreso (para los que crecimos en Capital Federal y alrededores) en búsqueda de la información. Todo un día para conseguir un dato…

 

  For Sale

Te sobran libros, o ropa, u ollas y sartenes. Y no existen las versiones locales de eBay, donde compras y vendes de todo. Oh diantres, ¿qué hacer? Una feria americana o una venta de garaje (o de vereda) con todo eso que querés sacarte de encima pero no tenés ganas de regalar. Y, sin redes sociales, la única forma de avisarle a tus vecinos y amigos es pegando cartelitos en los postes de luz y paradas de colectivos. El “hágalo usted mismo no siempre es cool.

 

You’ve got mail

 Recuerdo que en una nota que escribí hace poco, Ariel Arrieta, cofundador de NXTP Labs, me contó que su primera experiencia con Internet es porque la familia lo puso a cargo de estar en contacto con un familiar que se fue a estudiar al hemisferio norte. O sea: se abrió una cuenta de mail, en los albores de la web comercial en la Argentina, y se conectaba vía dial-up (con esos ruidos tan característicos que hacía). La otra opción disponible, entonces y aún ahora, es la carta. Sí, papel, sobre, lapicera y el correo. Esperar quince días para que llegue una carta al interior del país y por lo menos un mes si la mandamos al extranjero con tarifa simple. De sólo imaginar esperar tanto para saber qué almorzó ayer ese amigo que se fue a vivir a Londres me genera escalofríos.

 

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