Para que el mercado acompañe, hay que ofrecerle un viaje que pueda aceptar

Hasta hace algunos días, el Ministerio de Economía sentía que tenía una receta efectiva para enfrentar los vencimientos de deuda en pesos. Ante la cercanía de un pago, se habilitaba una discreta ronda de consulta con inversores institucionales, y se diseñaba un título que calzara con el que terminaba.

Con ese escenario, Martín Guzmán llegó a señalar en conversaciones informales que no veía un "problema de sostenibilidad" para la deuda en moneda local, porque las condiciones del mercado se habían modificado tras el cambio de gobierno.

Pero esa fórmula parece haberse evaporado: para usar las mismas palabras que el ministro, las condiciones del mercado ya no son las de enero. La Secretaría de Finanzas licitó dos veces un conjunto de bonos con los que buscaba fondos para cancelar este jueves el denominado Dual, pero no convenció a los inversores.

El fracaso de esta opción puso al Gobierno en una encrucijada: reperfilar o pagar casi $ 100.000 millones.

Está claro que Alberto Fernández ha tomado decisiones más complejas que las que deberá resolver Guzmán en horas, como hacer votar en el Congreso un durísimo paquete impositivo o suspender la actualización de las jubilaciones.

Pero ese conjunto de ideas venía siendo masticado desde la campaña electoral, como la propia reestructuración de la deuda. Lo que observan los analistas con creciente inquietud es que en este caso el Gobierno se enredó en su propia estrategia porque el equipo económico no acertó con medidas que requieren experiencia para detectar el ánimo de los inversores.

Cuando el Gobierno puso en marcha un aumento de impuestos que representaba 1,5% del PBI, el mercado ponderó esa vocación por mejorar la capacidad de pago en pesos. Pero luego vino el episodio Buenos Aires, en el que Axel Kicillof declaró que no podía enfrentar un vencimiento y luego lo saldó con recursos propios. Ese ida y vuelta alteró el clima entre los bonistas y de ahí en más se complicó todo.

El 80% del Bono Dual que vence mañana está en manos de inversores del exterior. El temor inicial era que su pago dispare la demanda de dólares o la brecha.

Por eso nació la operación canje (que al final no lo fue, porque no se permitía suscribir el bono nuevo con el viejo). Pero la interacción con los grandes fondos no se hizo en el mismo tono que con los inversores locales. Economía había autolimitado los contactos con esas sociedades, porque con ellos también habrá que pulsear la reestructuración de los títulos en dólares y no quería asumir un rol negociador antes de tiempo. Por la noche del lunes se hablaba de reperfilamiento, pero eso también tiene serios riesgos.

Los inversores que están en pesos, piden tasa para quedarse. Si lo deben hacer a la fuerza, el resto (los que aún financian al Tesoro) buscará refugio en otro tipo de activos. El final ya es conocido.

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