Del fiado al Bitcoin: carnicerías y psicólogos ya aceptan criptomonedas

A un año de su corrida histórica, el Bitcoin y las criptomonedas siguen siendo percibidas como activos especulativos y su potencial como medio de pago quedó al margen. En la Argentina, hay comercios y profesionales que ya aceptan este nuevo dinero digital, pero todavía no son tantos los clientes que lo aprovechan

Son $970, podés escanear el código QR que está pegado ahí , indicó el recepcionista. Su cliente sacó su celular, convirtió el monto según la cotización del momento, le sacó una foto a la hoja de papel sobre el mostrador y realizó el pago. No usó su tarjeta de crédito ni de débito, ni la plataforma de una empresa, decidió pagar con Bitcoin. Si bien hoy la primera criptomoneda es considerada por muchos como un activo especulativo o como un instrumento de ahorro para “escaparle a la inflación , en el fondo sigue siendo lo que originalmente presentó Satoshi Nakamoto en 2008, un sistema de dinero electrónico que puede usarse para pagar lo que sea.

En la Argentina, son cada vez más los locales y personas que aceptan criptomonedas como medio de pago. La semana pasada, llegó a la portada de los principales medios argentinos la carnicería de los veinteañeros Facundo y Santiago Demarchi, dos hermanos de Córdoba que comenzaron a aceptar criptomonedas.

Facundo estudia Ingeniería en Sistemas en la UTN, conoció las criptomonedas al ver un programa en la televisión y tras interiorizarse decidió implementar las en su propia carnicería. “Los Hermanos , ubicada detrás de Feriar, frente al campo de vuelo. “Abrí una billetera en Coinomi y pegué los códigos QR en el mostrador para que los clientes puedan escanearlos , cuenta Facundo. Ahora, su local acepta Bitcoin, la primera y más conocida criptomoneda, pero también Ethereum, Dash y Litecoin, otras alternativas populares. Desde que implementó esta nueva forma de pagar, recibió pocos pagos, pero muchos curiosos. “La gente me pregunta cómo funciona, cuándo recibo la plata y hasta cómo se pueden crear una cuenta , relata el joven carnicero.

Pero no solo el asado puede pagarse con bitcoins en el país, también es posible irse de vacaciones. Santiago Martínez es el fundador de TurismoBTC, una empresa que se encarga de implementar la tecnología necesaria para aceptar criptomonedas. “Trabajamos para acercar la tecnología a comercios que nunca habían escuchado hablar sobre Bitcoin. Hoy es posible pagar por alojamiento, alquiler de vehículos y servicios de turismo aventura a lo largo de todo el país , explica Martínez. Junto a un pequeño equipo de desarrollo, le provee la infraestructura a más de 100 emprendimientos de turismo, de los cuales algunos sólo aceptan dos formas de pago: efectivo y Bitcoin.

“Es un mundo entero para el que no conoce la tecnología y todavía no es de uso cotidiano porque se tiende a conservar, pero también porque no hay una oferta comercial donde gastarlos , detalla Santiago. En su visión, cuantos más lugares acepten bitcoins, más rápido volverá a ser considerado como un medio de pago. Según cuenta, son más los argentinos que pagan en BTC que los turistas. “La mayoría son locales, turistas argentinos que recorren el país , cuenta el emprendedor y desliza que en su ciudad, en Paraná, Entre Ríos, son varios los comercios que ya adoptaron el Bitcoin. “Hay un dentista, una escribana, algunas farmacias y hasta un peluquero , enumera.

Pero a pesar de la creciente oferta de servicios y productos, el volumen de transacciones con criptomonedas aún permanece bajo. Según Roberto Martínez, consultor independiente especializado en criptoactivos y psicólogo que en el pasado aceptó bitcoins por sus servicios, todavía hay incertidumbre respecto al valor de estos nuevos activos virtuales e intangibles. “El mayor desafío es la alfabetización digital porque el grueso de las personas desconoce cómo funciona y cuál es su valor , detalla el experto y señala: “Los criptoactivos combinan dos temas difíciles, la tecnología y la economía, en una sociedad donde hay una brecha enorme entre quién sabe y quién no. Este es el mayor desafío del ecosistema .

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