REDACTORES DEL ANTEPROYECTO DE CÓDIGO PENAL DIFUNDIERON TEXTO DE FRANCISCO

Seguridad: el Papa pide “no contentarse con reprimir

En momentos en que los académicos debaten el anteproyecto del Código Penal, el papa Fancisco envió una carta a los participantes del XIX Congreso de la Asociación Internacional de Derecho Penal en la que puntualiza como el gran reto a cumplir en materia de seguridad no contentarse con reprimir, disuadir y aislar a los que causaron mal sino ayudarlos a recapacitar y transitar por las sendas del bien. La misiva destaca además que la Iglesia plantea una Justicia que sea humanizadora, genuinamente reconciliadora, que lleve al delincuente a través de un camino de esforzada penitencia a su rehabilitación social y total reinserción en la comunidad.
La carta, fechada en el Vaticano el 30 de mayo, asegura que el Señor ha ido enseñando que hay una asimetría necesaria entre el delito y la pena, que un ojo o un diente roto no se remedia rompiendo otro y que se trata de hacer Justicia a la víctima, no de ajusticiar al agresor. En este sentido, la misiva plantea que sería un error identificar la reparación sólo con el castigo, confundir la Justicia con la venganza, lo que sólo contribuiría a incrementar la violencia, aunque esté institucionalizada.
La experiencia nos dice que el aumento o endurecimiento de las penas con frecuencia no resuelve los problemas sociales, ni logra disminuir los índices de delincuencia, sostiene el texto, difundido aquí por el coordinador de la comisión que redactó el anteproyecto del Código Penal, Roberto Carlés. El especialista, quien se reunió en Roma con el Papa, distribuyó ayer la carta del Pontífice, que señala: Cuántas ocasiones se ha visto al reo expiar su pena objetivamente, cumpliéndola, pero sin cambiar interiormente ni restablecerse de las heridas del corazón.
El texto detalla también que de los medios de comunicación depende informar rectamente y no contribuir a crear alarma o pánico social cuando se dan noticias de hechos delictivos. Están en juego la vida y la dignidad de las personas, que no pueden convertirse en casos publicitarios, condenado a los presuntos culpables al descrédito social antes de ser juzgados o forzando a las víctimas, con fines sensacionalistas, dice.

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