Festeja Wall Street: dejó de ser el blanco fácil de la izquierda populista de EE.UU.

Ahora apunta a los acuerdos comerciales rápidos, los puestos de trabajo que desaparecen o el racismo

Si en Wall Street se pronuncian las palabras "Elizabeth Warren", a muchos banqueros les sale metafóricamente espuma por la boca. No es de extrañar. En los largos años desde la crisis financiera, Warren -actual senadora demócrata por Massachusetts- atacó implacablemente al sector con una postura populista que la hizo convertirse en una favorita de la izquierda de Estados Unidos.
Pero un cambio sutil está en camino. Warren sigue atacando alegremente a los banqueros en cada oportunidad que se le presenta. También cuenta con un fuerte apoyo de los demócratas de base... a tal punto que Hillary Clinton, la principal candidata presidencial demócrata, se está viendo obligada a adoptar muchos de los temas de Warren para tener más llegada llegada al partido.
Hoy en día, sin embargo, Warren no solo tiene a los banqueros de Wall Street en la mira. Por el contrario, en los últimos tiempos apuntó gran parte de su furia retórica a los esfuerzos del presidente Barack Obama por acelerar la autorización para cerrar acuerdos comerciales con Asia y Europa.
Por ejemplo, esta semana Warren exigió que los demócratas bloqueen el proyecto de ley correspondiente, ya que "la política comercial actual hace casi imposible aplicar normas para proteger a familias trabajadoras, pero facilita la aplicación de normas que favorecen a corporaciones multinacionales".
Y, si bien Obama ganó esta batalla en particular, el episodio pone de manifiesto que en temas como el comercio Warren y otros legisladores de su partido, como Sherrod Brown y Chuck Schumer, se están haciendo expertos en la coordinación de campañas bien planificadas con sindicatos y otros grupos.
Hay dos grandes lecciones para los inversores y ejecutivos del mundo. En primer lugar, ya no es solo la populista derecha de Estados Unidos la que puede dar sorpresas políticas. En los años posteriores a la crisis, el Tea Party fue la fuerza que generó los titulares más coloridos y obligó a los políticos de la corriente principal a cambiar su postura. Pero es la populista izquierda la que podría generar fuegos artificiales en los próximos meses; solo es cuestión de tomar nota del reciente y sorprendente resurgimiento político de los sindicatos en temas tales como el salario mínimo.
En segundo lugar, Wall Street ya no es el único hombre de la bolsa que a personas como Warren les encanta atacar. Esto llama la atención. A fin de cuentas, inmediatamente después de la crisis, la industria financiera era un blanco fácil para que los populistas se uniesen en su contra. No solo que Wall Street era el epicentro de una profunda crisis financiera, sino que muchos de los mismos banqueros, tales como Dick Fuld, el atrevido ex-CEO de Lehman Brothers, parecían no poder hacer frente a la reacción pública.
El juego cambió. Por un lado, reglamentaciones, tales como la ley de reforma financiera Dodd-Frank, surgen para dar más seguridad a la industria (dejemos de lado que esta ley tiene defectos de raíz).
Al mismo tiempo, muchos de la nueva camada de directores ejecutivos son tan aburridos que es más difícil atacarlos. Brian Moynihan del Bank of America y Michael Corbat del Citigroup son demasiado blandos para convertirse en blancos políticos fáciles.
Además, los temas que plantea Wall Street son cada vez más raros. Los reguladores y políticos enfrentan no la posibilidad de quiebras de bancos, sino de tener que pasar por el tamiz de las reformas arcanas a las que la ley Dodd Frank dio paso.
De este modo, a medida que los recuerdos de la crisis se desvanecen, lo que más preocupa a los votantes no es si sus ahorros están seguros o si los banqueros están ganando abultadas primas. En lugar de esto, lo que captan sus radares son asuntos como el escándalo de los altísimos préstamos a estudiantes, los puestos de trabajo de la clase media que desaparecen, el racismo de la policía o la situación delicada de la educación.
Y los políticos están cambiando de rumbo en respuesta. Por ejemplo, a Bernie Sanders, el principal competidor de la izquierda de Hillary Clinton, le está yendo sorprendentemente bien en las encuestas. El mes pasado lanzó su campaña en Vermont con un ataque feroz contra la "desigualdad económica" y la "codicia" de la "clase multimillonaria". En esa oportunidad, instó a la reforma fiscal y a un nuevo gran programa estatal de inversión en infraestructura... y denunció las políticas de Obama en materia comercial.
Para muchos banqueros, este cambio retórico parecerá buenas noticias. Quizás también para la campaña de Clinton, que tiene lazos estrechos con muchos financistas de Wall Street. Sin embargo, para cualquiera que espera asegurar tales acuerdos comerciales sin más protestas no es tan así.
De cualquier modo, el tema central es el siguiente: a medida que bajan los ataques contra los banqueros, las protesta de la izquierda de Estados Unidos podrían girar en torno a cualquier tipo de temas inesperados. Los máximos directivos de Estados Unidos deben quedar advertidos: la lucha por el comercio quizás solo sea un presagio de una tendencia generalizada.

Las más leídas de Financial Times

Destacadas de hoy

Noticias de tu interés