La eterna changa: flexibilización en un mercado laboral más innovador

Ser empleado no es lo que era desde la irrupción de los intermediarios tecnológicos, plataformas que se ufanan de unir oferta y demanda con especial hincapié en presentar una interfase amigable. Estos nuevos players patearon el tablero: en un mundo que premia la agilidad y la flexibilidad, los freelancers son las estrellas. Luces y sombras de un modelo que, guste o no, llegó para quedarse.

El miedo apocalíptico de un ejército de robots puestos al servicio de una línea de montaje infinita mutó a otro, quizás más real: las máquinas no vinieron por nuestro trabajo pero sí el mundo del trabajo se vio sacudido por un nuevo modelo, el de la Gig Economy o, en términos más argentinos, una economía de las changas. ¿La premisa? Que la oferta y la demanda se encuentren a través de una aplicación o una plataforma web. A cambio, las apps cobran una comisión y se encargan de centralizar esfuerzos de pago y servicio al cliente, generando una experiencia placentera para el usuario que lo elige por sus esfuerzos. En este nuevo esquema quienes prestan los servicios no son empleados de la plataforma sino socios; las startups detrás de las implementaciones tecnológicas se llaman a sí mismas intermediarios tecnológicos. Eufemismos y nuevas definiciones que cambiaron en poco tiempo, el paradigma laboral .

Hoy, 60 millones de personas son empleadas por la Gig Economy en la principal economía del mundo y el número podría crecer en los próximos 10 años: la plataforma de trabajo freelance UpWork estimó que 50% de la fuerza de trabajo estadounidense dependerá de las empresas de la nueva economía hacia 2027, unas 90 millones de personas. En la Argentina, los números son esquivos. Por lo pronto, 1,7 millones es la cifra clave: es la cantidad de "freelancers" que existen en el país según la plataforma Workana. Muchos de ellos se hicieron visibles en los últimos meses con el desembarco de empresas de delivery : las cajas de colores ya forman parte del panorama porteño y también del de otras ciudades en donde servicios como Rappi, Glovo, PedidosYa y Uber Eats están disponibles.

Estas startups y otras del segmento aprendieron rápido los beneficios de esta flexibilización del trabajo: una reducción de costos asociada a la mano de obra, más agilidad en la conformación de equipos para alcanzar objetivos rápidamente y mayor exposición a los fondos de Venture Capital que ven en estas plataformas tecnológicas la solución a problemas de todos los días: desde tomarse un taxi hasta diseñar un logo. Juntas, contribuyen a la generación de u$s 1400 billones a la economía estadounidense. No por nada Rappi se convirtió en el primer "unicornio" colombiano: su última ronda de financiación puso su valuación por encima de los u$s 1.000 millones.

Un estudio de EY sobre nuevos trabajos relevó los deseos de los millennials en esta nueva economía. Para 60% de ellos la "economía de las changas" no es una opción; solo 24% de los encuestados dijo estar ganando dinero utilizando esta clase de plataformas. Al final, los millennials no son tan diferentes a sus padres. "La flexibilidad implica un grado de madurez y de compromiso que es muy alto", concuerda Alejandro Melamed, fundador de Humanize Consulting y experto en Recursos Humanos 2.0. "Si es traumático o no depende de la persona. Hay que aceptar que las organizaciones del futuro van a ir por ese lado."

Esta es sólo la punta del ovillo que comienza a desenredar Infotechnology en su nota de tapa de la edición 254, que ya está disponible en los quioscos. La revista Incluye todas las cuestiones regulatorias que impactan en este nuevo escenario, en la pluma de Elizabeth Peger, editora de Política de El Cronista, así como distintos casos de nuevas startups que aprovechan el nuevo paradigma.

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