La buena arquitectura aumenta el valor de la propiedad

Cumplió 80 años en abril. Días después recibió el Premio a la Trayectoria, que otorga la Sociedad Central de Arquitectos (SCA). El martes próximo, junto a su estudio, obtendrá el Diploma al Mérito en los Premios Konex.

El 11 de abril de 1932, en una habitación de su propia casa en Barcelona, una mujer alumbraba a su único hijo. Podría ser una típica historia más de las que ocurrían a diario en muchas ciudades europeas, pero no. En principio porque no se trataba de cualquier lugar: la escena transcurría en un cuarto del tercer piso de la Casa Amatller, ícono del modernismo catalán proyectado por el arquitecto Josep Puig i Cadafalch entre 1898 y 1900. Como designio divino, José Antonio Urgell debía nacer en esa habitación cuya medianera lindaba con otra obra más que significativa: la famosísima Casa Batló, diseñada por Antoni Gaudí y construida entre 1904 y 1906. "Yo creo que esas paredes me dieron algo que hizo que yo fuese arquitecto", dice hoy en su estudio de la esquina de Suipacha y Santa Fe, 80 años después. Con una lucidez admirable, el hombre de mirada penetrante y nariz quijotesca se zambulle en su historia y bucea en las profundidades con excelente memoria e igual nivel de detalles. "Llegué a Buenos Aires en 1934, cumplí 20 meses en el barco. Mis padres me inscribieron en el Colegio Lasalle, de formación religiosa, y ya en la primaria mis compañeros me preguntaban si iba a ser ingeniero. Por entonces había cierta disputa entre arquitectos e ingenieros. Mi padre, era muy amigo de Pericas (N de la R: Josep María Pericas, arquitecto catalán que proyectó la iglesia del Carmen en Barcelona, entre otras), otro modernista, vivió incluso con él y se involucró en ese movimiento. Se impregnó de este conocimiento y por eso alquiló ese departamento donde después nací yo. Por entonces esa casa ya tenía su importancia. Fue por eso que elegí ser arquitecto", confiesa. El paso por la universidad, a su criterio, fue mediocre. "Nunca fui brillante. Pero reconozco que tenía mucha vocación para el real estate. Mi familia tenía una propiedad en Esmeralda y Corrientes, una excelente ubicación por entonces. Con un primo los entusiasmamos para construir ahí un edificio, en lugar de seguir manteniendo el local comercial, donde funcionaba una joyería. Mi familia pidió que busquemos un estudio reconocido para avalarnos. Y así lo hicimos. Esa obra fue el principio del verbo", recuerda sobre el edificio de oficinas Royal, su primera obra, que data del año 1956. Luego siguió la Terminal de Ómnibus de Luján en 1962, que fue el resultado de un concurso que ganó junto al arquitecto Juan M. Llauró. "Recuerdo que fuimos a recibir el premio con mi mujer y con mi hijo Juan Martín, que aún estaba en la panza. Por esa época, Le Corbusier proponía el uso del hormigón bruto, donde forma y estructura eran la expresión arquitectónica unida. Nosotros quisimos diseñar todo con una creatividad exagerada, siguiendo esa tendencia", rememora Urgell refiriéndose a los paraguas de concreto que forman el techo de la estación. Asociado a Llauró los encargos siguieron: una central termoeléctrica, un conjunto escolar, un hogar de ancianos, un seminario y un conjunto parroquial. "La religión me acompañó toda la vida", agrega mientras un Cristo sin manos lo mira desde una pared. "Esa es una pieza de arte bastante importante, que tiene su antigüedad incluso. Me la regalaron mi mujer y Fazio (N de la R: el arquitecto Enrique Fazio también fue socio de Urgell en el estudio)". No es casual que con esa espiritualidad, el arquitecto haya diseñado varios templos y espacios religiosos, incluso de otros cultos. Entre ellos se destacan el Tempo Amijai en el Bajo Belgrano, proyectado en 2002 junto a su hijo Juan Martín Urgell y Augusto Penedo, actuales socios en el estudio. Con ellos también llevó adelante el anteproyecto de un tempo Hare Krishna y la capilla de la Universidad Católica Argentina (UCA) en el Dock 9 de Puerto Madero.

Vida y obra
Su trayectoria no se resume en una página pero entre sus principales hitos hay que resaltar su paso por la presidencia del Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo (CPAU) entre 1998 y 2000. "Una vez, ahí hubo un grupo que quiso oponerse a que los arquitectos extranjeros proyectaran en Buenos Aires. Y yo me negué porque en realidad eso es un beneficio para nosotros. Pero también lo es para los inversores. Porque la buena arquitectura incrementa el valor de la propiedad. Recuerdo que hace tiempo estábamos por hacer una torre en Puerto Madero. Un desarrollador muy, pero muy, importante me dijo: si esta obra la hace Pelli, seguro me sale un 10% más cara, pero también es seguro que puedo venderla un 25% más. No estábamos hablando de Repsol", aclara enseguida Urgell.
Tampoco serviría enumerar las más de 100 obras construidas hasta hoy, pero sí destacar las que fueron importantes para él. "La que realmente nos conmovió hacer fue la Villa del Chocón. Yo todavía recuerdo una foto que tengo con mi querido Gerardo Schön, donde se ve la vara que usamos para definir en la ladera dónde estaría la villa. Ese momento, casi fundacional de una ciudad, es algo impresionante", comenta con la voz algo quebrada. Apenas unos segundos después, Urgell recuerda el Archivo y Museo Histórico del Banco de la Provincia de Buenos Aires. "Fue un concurso que ganamos con Llauró y Fazio. Esta obra fue declarada Patrimonio de Arquitectura de la Nación, mediante un decreto presidencial en 2007".
El hotel Intercontinental, proyectado en 1989, dio el puntapié para la incorporación al estudio de Augusto Penedo. "Había llegado hacía poco de España, era muy amigo de Fazio y buscaba trabajo. Resultó muy bueno y creativo. Hoy es el más sociable de los socios. Y yo soy el más cascarudo", dice mientras se ríe. A la muerte de Fazio, en 2001, el estudio paso a llamarse Urgell - Penedo - Urgell. "Aunque en 1998 ya se sumaron los asociados. Nuestro criterio es que la creatividad del estudio es de todos. Yo doy mucha cabida para los aportes en esta materia. Porque yo no soy como Clorindo Testa, que vengo con esas ideas creativas. El tiene una bendición especial. Yo soy más bien productor de arquitectura".
Este año la SCA lo distinguió con el Premio a la Trayectoria, que recibió en el marco de Batimat Expovivienda. Y el próximo martes 4 de septiembre recibirá otra distinción, esta vez junto a su estudio: el Diploma al Mérito de los Premios Konex 2012. "Tenemos más de 4.000.000 de m2 proyectados Pensar que no creía que iba a llegar a los 80 y acá estoy", suspira Urgell.
Lorena Obiol
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