Ernesto Sanz

Una selfie, un mentiroso y una mano con dedos cruzados, algunos de los nuevos emojis que llegarán en 2016

El precandidato presidencial por la UCR, Ernesto Sanz, afirma que "la cultura de la corrupción es tan dañina para la democracia como hace 30 años la cultura de los golpes". Además, niega que el oficialismo tenga chance en octubre de ganar en primera vuelta y, sobre la gran PASO opositora, sentencia: "Un acuerdo que junte lo que no se puede juntar puede generar voto castigo".

Desde que consiguió que la Convención de la UCR reunida en Gualeguaychú diera vía libre al acuerdo del radicalismo con el PRO de cara a las presidenciales de octubre, Ernesto Sanz no se queda quieto. La hiperactividad que desde entonces viene desplegando el senador mendocino lo llevó a inaugurar esta semana la ronda de reuniones que la UIA abrió con los candidatos presidenciales, mientras que buena parte de su tiempo se le escurre en recorridas por las distintas provincias palpando el pulso de un año electoral que ya entró en etapa de definiciones. Y es ese pulso el que lo lleva, asegura, a tomar distancia "del microclima" porteño y echar por tierra una duda que hoy comienza a instalarse en el escenario político: que el kirchnerismo -en la modalidad que fuere- pueda continuar gobernando los destinos del país más allá del 10 de diciembre. "Hay una mayoría social, nítida, clara y contundente que ha decidido cambio", afirma, en un mano a mano con 3Días.

¿Está descartada la posibilidad de una gran PASO opositora que lo incluya a usted, Macri, Carrió y Massa, o hay margen para negociar?
- Siempre fui un defensor de un acuerdo lo más amplio posible. En la Argentina, en la política, no hay reglas taxativas, lo posible es lo que te marca la realidad. En ese esquema, el radicalismo en Gualeguaychú definió esto, por dónde empezar una política de acuerdos, que era obviamente con la Coalición Cívica y el PRO, porque respondía al mapa global del relacionamiento de la UCR en las distintas provincias. Desde hacía un año los distintos radicalismos provinciales venían ya armando sus propios vínculos, y mayoritariamente eran con el PRO y la CC. Yo sigo pensando que hay que hacer los máximos esfuerzos para que el marco de acuerdos sea lo más amplio posible; ahora bien, tampoco estoy dispuesto a poner en riesgo lo que ya se ha construido, si cualquier posibilidad de ampliar esto lo pone en riesgo, porque hay otros protagonistas que no están dispuestos...

¿Macri es quien pone la mayor resistencia?
- Hay una idea global de que no toda sumatoria de dirigentes tiene su respaldo electoral y, de hecho, la Argentina de los últimos años ha brindado suficientes ejemplos en ese sentido, el más emblemático fue el de De Narváez y Alfonsín. Hay que tener mucho cuidado porque, además, no todo el electorado opositor reacciona de la misma manera. Hay electorados que reaccionan bien frente a esta posibilidad de ir todos juntos y hay electorados que reaccionan muy mal y pueden generar un voto castigo por juntar lo que no se puede juntar.

Ahora, la Provincia representa el 38% del padrón electoral y ahí la candidata del PRO, María Eugenia Vidal, no está demasiado bien posicionada que digamos...
- Yo discrepo con los análisis que se hacen. Sigo creyendo que la provincia de Buenos Aires tiene una enorme influencia del proyecto nacional. Tanto la Provincia como la ciudad de Buenos Aires son los dos únicos distritos donde lo nacional influye de manera directa. Y si bien en la historia no se puede traspolar, está el caso de Alfonsín-Armendáriz en el 83. No quiero usarlo como ejemplo, pero vale.

También está el de Ruckauf y De la Rúa, pero al revés...
- Es cierto, pero yo advierto en la Provincia que hay mucho cansancio, mucho hastío, mucho voto en contra del Gobierno. En la elección de 2013 se referenció en Massa, pero fue un voto antigobierno que se puede referenciar en Massa o en alguien que no sea Massa, y esto hace a la polarización definitiva a la que vamos a ir de cara a octubre. Creo que en octubre la polarización llega a tal extremo que va a abarcar a un 85% de la población. Hoy la polarización está en un 70% entre el FPV y el frente nuestro. Y en ese esquema, de una polarización semejante, te diría que la polarización se va a dar también en la Provincia.

Usted está convencido que se puede ganar la Nación sin ganar la Provincia...
- Vamos a ir a ganar la Provincia, pero no creemos que toda la mirada tiene que estar centralizada allí. Si hacés una buena elección en la Provincia, luego, una muy buena elección en el resto del país, podés ganar el país. Yo no creo que haya que poner tanto los cañones y que pareciera que todo este frente depende de lo que haga en la Provincia. Porque este mismo frente ha armado competitividad extraordinaria en la Ciudad, Córdoba, Santa Fe, Tucumán, Mendoza... es desmerecer al resto del país. No estoy minimizando, pero tampoco es que en la Provincia estés cerca de un papelón ni mucho menos. Si medís los candidatos a gobernador, Vidal, que es hoy nuestra candidata, creo que tiene mejores condiciones personales que cualquier otro candidato del peronismo. El Gran Buenos Aires tampoco es un disciplinamiento permanente, hay mucha fluctuación en el voto.

Hay una recuperación de la imagen de Cristina y Scioli, que seguramente será el candidato del FPV, encabeza las encuestas. ¿No ven riesgo de que el kirchnerismo alcance los 40 puntos y gane en primera vuelta?
- Creo que hay un microclima en esta ciudad y el círculo rojo del que nosotros somos todos parte, la diferencia es que yo durante gran parte de la semana me voy del círculo rojo y entonces camino, hablo con la gente y no veo lo que se ve acá. Hay una ansiedad y una paranoia colectiva en el mundo de los empresarios, del periodismo, que no veo. Es un dato objetivo que la Presidenta termina su mandato con una imagen que no condice con la realidad de su gestión. Ahora, de ahí a ponerla en un nivel superlativo... Hay una mayoría social, nítida, clara y contundente que ha decidido cambio. El tema es cuál es la herramienta política que se le ofrece a esa mayoría. Ahora, que el oficialismo va a terminar con un más/menos 35 puntos consolidados, ponele, pero de ninguna manera puede ganar en primera vuelta. No veo que haya una consolidación que les permita ganar en primera vuelta.

¿Cómo ve la embestida oficial contra la Justicia? ¿En qué termina?
- El Gobierno no se banca el fallo de la Corte de la cosa juzgada fraudulenta. Era la columna que sostenía todo el andamiaje de la Justicia y la Corte la removió. ¿Cuál es la trascendencia política? Que a partir del fallo de la Corte, todas las causas están en situación de ser reabiertas. Y para un gobierno que desde 2006/2007 la única obsesión que tuvo fue cerrar causas, porque ha sido el Gobierno que más causas ha tenido de corrupción, porque ha sido el Gobierno más corrupto de la historia, no es menor. A ministros que han cerrado causas y decían "cosa juzgada", y dormían tranquilos, los mata. ¡A la Presidenta!

¿Se imagina un destino parecido al de Menem para Cristina de recorrer los tribunales una vez que deje el poder?
- No sé, depende del coraje del próximo presidente. Si el próximo presidente no se pone al frente de un combate contra la corrupción revisando todo lo de atrás, en dos meses pierde legitimidad. Yo fui el autor de la idea de la Conadep de la corrupción. El caso más emblemático de cosa juzgada fraudulenta es el expediente de enriquecimiento ilícito de los Kirchner, que lo cerró Oyarbide con una notoria imparcialidad, y al fiscal de la causa, Taiao, el día que se le vencía el término para apelar, ¡le secuestraron un hijo!

A Macri no se lo ha visto tan tajante con el tema de revisar la corrupción hacia atrás...
- Probablemente sea una de las diferencias que tenemos, por eso vamos a competir en agosto. La cultura de la corrupción es hoy tan dañina para la democracia como hace 30 años la cultura de los golpes y del partido militar.

¿En qué termina la avanzada contra Fayt?
- En nada, porque el Gobierno sabe que va a perder esa batalla porque no tiene los dos tercios. Pero el escenario más favorable para el Gobierno es el desgaste de la Corte, de Fayt, y eso lo termina logrando, como lo desgastaron a Nisman, que lo convirtieron en cualquier cosa cuando era un respetado fiscal federal, aún para ellos. Lo que quieren es generar un campo de batalla permanente porque ése es el terreno en donde ellos más rédito recogen. En un país normal, ordenado y con funcionamiento institucional, ellos pierden.
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