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La tecnología "para vestir": ¿una herramienta de ayuda o de distracción?

¿Pueden los dispositivos como Google Glass incrementar nuestras actividades sin distraernos de nuestras acciones en el mundo físico?

 

Alguna vez habló con alguien en una fiesta o recepción sólo para descubrir que la persona está constantemente escaneando la habitación, mirando a un lugar u otro, quizá aburriéndose o buscando a alguien más importante? ¿La persona no se da cuenta que usted lo nota?

Bienvenido al nuevo mundo de las computadoras “vestibles”, donde arriesgamos distracción continua, desvío constante de la atención y continuas miradas con los ojos en blanco con la esperanza de lograr enfocar la atención y mejorar la interacción, el entendimiento y la retención. El último juguete de hardware de Google, Glass, que recibió mucha atención, es sólo el comienzo de este desafío.

En realidad, no es el comienzo: estas cosas están acá desde hace más de una década. En mis roles anteriores como científico cognitivo y VP de Tecnología de Apple, y ahora como consultor de management en diseño de producto, visito laboratorios de investigación en compañías y universidades de todo el mundo. Experimenté muchos de estos aparatos. Usé lentes de realidad virtual que me llevaron por complejos y computarizados laberintos, habitaciones y calles de ciudades, además de realidades aumentadas donde el mundo real estaba superpuesto con información.

Y sí, usé Google Glass. A diferencia de las pantallas “sumergidas” que capturan la atención completa, Glass está diseñado deliberadamente para pasar inadvertido y no distraer. La pantalla está sólo en la parte superior derecha del campo visual, con la meta de evitar distraer la atención del usuario y proveer información complementaria relevante sólo cuando se la necesita.

Incluso así, el riesgo de distraer al usuario es significativo. Y una vez que Google les permita a los desarrolladores externos proveer aplicaciones, perderá el control sobre la manera en la que puedan usarse. Sebastian Thrun, quien estaba a cargo de los proyectos experimentales de Google cuando Glass fue concebido, me dijo que mientras estaba en el proyecto, él insistió en que Glass proveyera sólo una funcionalidad de e-mail limitada, no un sistema completo. Bueno, ahora que los desarrolladores externos intervinieron, ¿adivinen cuál fue una de las primeras cosas que hicieron? Sí, un e-mail completo.

Google Glass permite acceder a los mails, sacar fotos y revisar el calendario, entre otras tareas, mientras el usuario continúa con sus actividades cotidianas. Crédito: Bloomberg.

Hacer foco
Es un gran mito que las personas pueden ser “multitasking” sin perder nada de calidad en su trabajo. Numerosos experimentos psicológicos muestran que cuando dos tareas relativamente complejas son hechas al mismo tiempo, el rendimiento se deteriora de forma medible. Algunos de estos experimentos fueron realizados por mí cuando era un científico cognitivo. David Strayer, cuyo grupo de investigación en la Universidad de Utah estudia estos temas desde hace décadas, mostró que los teléfonos con manos libres distraen igual que los que no lo son, y usar uno mientras se maneja es igual que manejar borracho.

Incluso un par de tareas tan simples como caminar y hablar pueden mostrar una disminución: me sucede todo el tiempo. Cuando estoy pensando o en una conversación profunda en mi caminata matutina, en general dejo de caminar cuando tengo pensamientos profundos o difíciles. El frenar es subconsciente, percibido sólo cuando mi mente consciente rompe su concentración para darse cuenta de que el paso está alterado. El psicólogo (y premio Nobel) Danny Kahneman señala en su libro “Pensando, rápido y lento” que descubrió que no podía pensar cuando caminaba muy rápido. Tenía que bajar el ritmo para permitirse nuevos pensamientos.

Si realizar tareas de forma simultánea es tan nocivo, ¿por qué las personas sostienen que pueden hacerlas sin ningún deterioro? Bueno, es un poco por la misma razón que quienes manejan borrachos creen que pueden hacerlo de forma segura: monitorear nuestra “performance” es otra tarea más. La deficiencia en las habilidades mentales hace difícil darse cuenta de las deficiencias.

Así que aunque la información suplementaria e instantánea de las computadoras “vestibles” parece maravillosa, cuando nos apoyamos más y más en ella, podemos perder el compromiso con el mundo real. Seguro, es lindo que a uno le recuerden los nombres de las personas y quizá el reciente accidente de esquí de su hija, pero mientras me lo recuerdan, ya no estoy ahí. Estoy de alguna manera en el espacio del éter, siendo informado de lo que está sucediendo.

Hace años, escribí un artículo titulado “Fui a una obra de sexto grado” en la que hablaba sobre los padres que por grabar con ansiedad a sus hijos en una obra no experimentaban el evento hasta el otro día. El compromiso indiferente no es lo mismo que el compromiso pleno; carece de la dimensión emocional.

Sin embargo, está el lado opuesto de este argumento. Es que, implementada y usada de forma consciente, la tecnología que podemos vestir puede aumentar significativamente nuestras habilidades. Thad Starner, un defensor de esta tecnología que usa estos aparatos desde hace casi un cuarto de siglo y fue consultor técnico de Google Glass, me envió comentarios sobre un primer borrador de este artículo. “Soy muy malo en ‘multitasking’”, dijo, al destacar que cuando va a una conferencia, “al poner el foco físico de la pantalla en la profundidad del pizarrón y tener un método de entrada de texto rápido, de repente pude prestar atención y tomar buenas notas al mimo tiempo”. Le fue mucho mejor que con lápiz y papel, lo que forzaba a que su atención pasara de la libreta al pizarrón. Luego me hizo acordar de una conversación que tuvimos sobre este tema en 2002. No la recordaba, así que él describió la interacción, recordándome tanto sus comentarios como mis respuestas.

La prueba del Google Glass realizada en exclusiva por Infotechnology.com. 

¿Cómo puede Starner recordar los detalles de una conversación de hace más de 10 años? Toma notas durante sus conversaciones: una mano en su bolsillo tipea en un teclado especial. El resultado es que durante cualquier interacción, está mucho más enfocado y atento que muchos de mis colegas que no usan computadoras: el acto de tomar notas lo obliga a concentrarse en el contenido de la interacción.

Sin el acercamiento correcto, la distracción continua de las tareas múltiples se cobra su precio. Toma tiempo cambiar entre tareas y volver a lo que los teóricos de la atención llaman “conciencia de la situación”. Las interrupciones provocan disrupciones e incluso el cambio voluntario de la atención de una tarea a otra es una interrupción de la tarea que se deja atrás.

Lo que es más, será difícil resistirse a la tentación de usar la poderosa tecnología que nos guía con información extra, sugerencias e incluso órdenes útiles. Seguro, otras personas podrán ver que estamos siendo ayudados, pero no sabrán por quién, así como nosotros podemos ver que ellos están siendo asistidos, pero no sabemos por quién.

Con el tiempo podremos espiar tanto nuestros estados internos como los de los demás. Pequeños sensores y el software inteligente inferirán estados emocionales y mentales. Peor, las inferencias en general estarán equivocadas: muchos factores pueden causar que el pulso de una persona suba, pero todo puede reducirse a una interpretación simple y única. ¿Es esto es lo que queremos? ¿Personas mirando en blanco al mundo real mientras sus mentes virtuales les dicen qué está pasando? Estamos entrando en territorio desconocido y mucho de lo que se está haciendo sucede simplemente porque se puede hacer.

Más experiencia
La tecnología podrá aumentar nuestras experiencias llevando nuestra atención a través de pequeños trozos de información que son irrelevantes para la actividad que estemos desempeñando.

Asi se ve el mundo utilizando los Google Glass. Fuente: Youtube.

 Cuando las tecnologías se usan para complementar nuestras actividades, cuando la información adicional que se provee es de relevancia directa, nuestra atención se puede volver más enfocada y nuestro entendimiento y retención aumentan. Cuando la información adicional no está relacionada, no importa cuán tentadora sea, ése es el lado disruptivo y de distracción.

¿La corriente continua de mensajes de los aparatos usables será irresistible, distrayéndome de mi trabajo, o amplificará mis habilidades?

Una respuesta estándar es ponerle el peso al individuo: es nuestra responsabilidad usar la tecnología de manera correcta. Coincido con esta teoría, pero no en la práctica. Conozco demasiado bien las tentaciones de la distracción y me resulta fácil sucumbir, todo por evitar la difícil y dura concentración que se requiere para lograr algo de valor. Muchas veces he tenido que desenchufar mi computadora de Internet para poder completar mi trabajo en un plazo razonable. Los proveedores de esta tecnología deben compartir el peso del diseño responsable.

¿Pueden ser útiles las computadoras para vestir? Absolutamente. Pero también pueden ser horribles. Todo depende de si los usamos para enfocar y aumentar nuestras actividades o como distracción. La respuesta está en nosotros y en aquellos que crean esos aparatos.

La edición original de este artículo se publicó por primera vez en el número 196 de la revista Information Technology.

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