UN LOGRO QUE PUEDE IMPLICAR UN ALIVIO DE LA DEUDA

La mejor opción es que Grecia salga del euro pero continúe en la UE

Líderes europeos creen que la supervivencia de la moneda única depende de que los países cumplan reglas comunes, equilibren sus presupuestos y paguen sus deudas

El triunfo del No en el referéndum griego fue recibido con euforia en Atenas. El primer ministro Alexis Tsipras había dicho que la votación tenía más que ver con el orgullo nacional. Una joven periodista contó: "Voté por el Sí, pero una parte mía está feliz de que haya ganado el No. Aunque somos un país pequeño, tenemos una gran historia. Esto tiene que ver con nuestra dignidad".
Sin embargo, frente a los festejos me cuesta no tener un presentimiento. Sin un rápido acuerdo nuevo con los acreedores, los bancos griegos podrían quebrar en unos días, lo que dejará al país en un nuevo nivel de miseria económica. El orgullo y la dignidad desaparecerían rápidamente junto con los empleos y los ahorros.
Tsipras dijo a sus ciudadanos que él podía conseguir un mejor arreglo con Europa. Pero, si realmente lo cree, está entendiendo muy mal la política de la UE. En realidad, es probable que los acreedores de Grecia asuman una postura dura. Están enojados y cansados de Grecia. Y lo que es más importante, muchos también creen que la supervivencia a largo plazo de la moneda única europea depende de dejar en claro que los países deben vivir bajo reglas comunes, equilibrar sus presupuestos y pagar sus deudas. Si es necesario castigar a Grecia para que eso se entienda, así será.
La tragedia es que el gobierno griego y sus acreedores están interpretando mal sus propios intereses. Los griegos todavía insisten en que quieren mantenerse dentro del euro, pese a la creciente evidencia de que ha sido un desastre para su economía. Los líderes de la eurozona sienten que deben ser duros con Grecia, para desalentar otros posibles infractores.
Tanto Grecia como el resto de la eurozona deberían tomar el voto griego como una oportunidad para repensar el mal funcionamiento del proyecto de la moneda única europea. Pueden coincidir en la idea de que la salida de Grecia del euro debe ser lo menos dolorosa posible para el pueblo griego y establecer un modelo a seguir por otros países. Porque Grecia no es el único país con problemas para lidiar con una unión monetaria. La crisis actual podría ser una oportunidad para demostrar que hay maneras de salir del euro que podrían beneficiar a todas las partes las que dejan la moneda y las que se quedan.
Sin embargo, por el momento los líderes de la eurozona ven los peligros de hacer algún movimiento que parezca "un premio" para Tsipras. Saben que hay muchos países fuertemente endeudados en Europa y no quieren fomentar la idea de que se puede evitar la dura tarea de ordenar las finanzas nacionales, con la esperanza de obtener un día una quita de deuda.
Es similar el temor a las consecuencias políticas de permitir que un partido anti austeridad triunfe en Grecia. Países como Irlanda, Portugal, España e Italia hicieron dolorosos recortes en un esfuerzo por equilibrar sus finanzas púbicas. Los gobiernos de esos cuatro países tienen partidos populistas al estilo Syriza respirándoles en la nuca. Lo último que quieren es que Syriza sea visto como un éxito. De hecho, la triste verdad es que realmente tienen interés en ver sufrir a Grecia, como advertencia a sus propios votantes de que no tomar el sendero del populismo de izquierda.
A esos factores hay que sumarle la auténtica irritación. Yanis Varoufakis, que como ministro de Finanzas comparó a los acreedores griegos con los terroristas, acaba de renunciar. Pero hasta Tsipras los acusó de ser extremistas conservadores, por chantajear a Grecia. Así como los griegos se sienten humillados cuando les dicen que son vagos y deudores, a los alemanes los enfurece prestarle dinero a Grecia y que los medios griegos los llamen nazis.
Sin embargo, el peligro es que el enojo y el temor a dar un mal ejemplo estén llevando a las naciones de la UE a asumir una visión muy estrecha sobre las consecuencias de un fracaso griego. Quizás la UE tenga razón en creer que se puede contener el contagio financiero si Grecia abandona la UE. Pero los costos políticos serían muy altos. Una Grecia que se desliza hacia el caos económico podría fácilmente convertirse en un estado fallido dentro de la UE. Eso, a su vez, desacreditaría más el proyecto europeo, en un momento en que recibe presión por todas partes.
Si los líderes europeos estuvieran pensando con claridad, deberían ver que en vez de castigar a Grecia, a la UE le conviene hacer el máximo esfuerzo por garantizar que Grecia pueda dejar el euro pero manteniéndose dentro de la UE con el mínimo de sufrimiento. Si eso significa darle a Grecia un alivio de la deuda como parte del paquete de salida, que así sea. Quizás tenga sentido político y económico.
Aún así, será muy difícil restaurar el dracma en Grecia sin provocar una crisis económica aún más intensa. Pero, si se pudiera hacer, la UE finalmente podría tener un modelo para liberar a otras naciones europeas de un euro que funciona mal.

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