La AFA y el árbol de Navidad

En vísperas de la Navidad y el Año Nuevo, la Asociación del Fútbol Argentino difundió un mensaje muy prometedor, en sintonía con las declaraciones del flamante Jefe de Gabinete de Ministros Jorge Capitanich. A partir del 19 de diciembre se proponen medidas para adecuar la realidad económica y financiera de los clubes a las nuevas contrataciones de futbolistas profesionales, con nuevos formatos de contratos, y una condición de esencial cumplimiento: Los clubes para poder presentar nuevos contratos, deben tener abonadas todas las remuneraciones del plantel profesional al mes de diciembre de 2013 inclusive, en un todo de acuerdo con el Estatuto y Reglamentos vigentes y el Convenio Colectivo de Trabajo 557/2009. Los clubes que no cumplan con tal requisito, no podrán suscribir nuevos contratos para incorporar jugadores a sus planteles. Sin lugar a dudas, son tiempos difíciles para AFA y sus clubes asfixiados por décadas de pésimas administraciones. Para ello, basta con observar los déficits que registran los balances anuales, por cientos de millones de pesos, a pesar del importante ingreso de la TV pública a través del programa Fútbol para Todos, que en 2013 desembolsó 1.137 millones.
En el árbol de Navidad de la calle Viamonte se prenden y apagan luces rojas de alarma. Entre ellas, la falta alarmante de controles presupuestarios y de sistemas confiables de seguridad deportiva; falta de respeto a los reglamentos; el gremio de futbolistas en pie de huelga; las acusaciones de Passarella a don Julio Grondona, por aquella herida irredenta del descenso a la B Nacional, y la defensa del presidente de Boca Daniel Angelici, tildando de injusta la acusación. Rodolfo D Onofrio nuevo presidente afirma que el pasivo riverplatense supera los $ 400 millones, y gestiona un préstamo urgente de 44 millones en AFA. Entre los regalos navideños, encontramos al fallo a medias del Tribunal de Disciplina Deportiva por la no presentación de Colón de Santa Fe, que dio por ganado el partido a Atlético Rafaela, pero sin quita adicional de 3 puntos ni multa al club infractor tal como prevé el reglamento. En lo deportivo, el cierre del torneo inicial no pudo ser más cruel, dado que el nuevo campeón San Lorenzo debió festejar su logro ante un puñado de hinchas invitados en la despoblada tribuna cabecera de Vélez Sarsfield, en un escenario similar al de aquellos países azotados por una guerra civil. En Rosario, ciudad dominada por bandas de narcotraficantes, luego del partido con Lanús, una combi con hinchas de Newells tras una discusión callejera, fue salvajemente atacada a balazos desde una motocicleta, con el saldo de dos muertos. En esta lucha desigual donde el fútbol-deporte pasa a un tercer plano, es inconcebible la retórica de quienes conducen los clubes al sostener que desean que vuelva el público visitante. Frente a estas declaraciones de ocasión, en diferentes causas se investiga la conexión entre los barras con la dirigencia y los negocios de reventa de entradas por canjes ficticios; asesinatos ocurridos en una pileta de natación de Racing y debajo de una tribuna de Vélez; amenazas a un árbitro; ex líderes de la 12 a juicio oral por homicidio; pirotecnia almacenada en los estadios, que se utiliza para interrumpir el partido con movimientos sincronizados de hinchas colgados del alambrado, tal como aconteció en los últimos partidos que Boca y Quilmes jugaron como locales. Para los máximos dirigentes del fútbol la violencia dentro y fuera de las canchas es una cuestión social que debe atender el Estado. En una de las parábolas del Antiguo Testamento, en el capítulo El libro de los jueces se cuenta la historia del malvado rey Abimelec, el primero en autoproclamarse ante el pueblo judío, quien antes mandó a matar a 69 de sus 70 hermanos para evitar que le disputen el liderazgo. Los árboles también querían tener a un rey y les piden al olivo, a la higuera y la viña que sean sus reyes. Cada uno declina, por una razón poderosa: el deber y la vocación. Finalmente se lo piden a la zarza espinosa, la que gustosamente acepta, pero con una especie de amenaza: Vengan y refúgiense en mi sombra. Si no, haré que salga fuego de mí y devore los cedros del Líbano.
Los clubes acostumbran a pedirle a papá Noel que les salve cuando están al borde del abismo. Esta vez sólo cabe sincerarse y pedir perdón ante semejante oleaje de sangre, despilfarro y sinrazón.
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