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"Las ideas buenas se construyen sobre una gran base de ideas malas"

El entrepreneur argentino Santiago Siri pertenece a la generación post puntocom. Pero, tanto para inversores como para expertos locales e internacionales ya es una marca registrada en cuanto a la innovación con sello .com.ar. Aquí cuenta qué lo motivo a lanzarse a la aventura de crear un Google latinoamericano bajo el nombre de Grupo42.

Credenciales no le faltarían para tomarse su label de emprendedor en serio. En 2008, fue uno de los finalistas en la durisima competencia emprendedora que organiza la revista especializada Tech crunch, en San Francisco. Era con Popego, una plataforma de análisis semántico de redes sociales en tiempo real. Cuatro años y un proyecto más tarde, otra revista estadounidense, no menos importante en materia entrepreneur, FastCompany, listó a su último proyecto entre las cinco empresas más innovadoras del planeta, en el rubro publicidad online. Se trata de Grupo42, firma resultante de la fusión de Popego con la brasileña BooBox. Sin embargo, ante IT Business, el hoy Chief Innovator de la empresa, que se centrará en servicios de valor agregado online vinculados a publicidad pero también robótica, cuenta por qué está lejos de haber cumplido sus sueños.

¿Qué hace un Chief Innovation Officer?
Todavía lo estoy descubriendo (ríe). Lo que hago básicamente es jugar, desde la perspectiva del prueba y error. La innovación es bastante lúdica: tiene que ir desde una curiosidad intelectual y tiene que ir probando cosas, ver qué funciona, qué no, y, en base a eso, ir construyendo como una gran Lego. entender qué es lo que necesita la demanda del mercado, el cliente. Entender dónde esta el valor agregado y pensar un poco más allá.

¿Cuánto de un nuevo capitulo en su carrera representa este paso para Santiago Siri?
Para mi, Popego fue un salto personal en el sentido, de que, antes de todo lo que fue este mundo de Inteligencia Artificial (IA) más Internet, tuve ocho años de trabajo y desarrollo de videojuegos. Venía así de un mundo de desarrollo muy divertido, si bien muy intenso, con gente con ideas muy locas, pero también con un espíritu muy noble por tratar al videojuego como arte. Pero, cuando me di cuenta de que yo me tomaba los videojuegos más en serio que la gente y los jugadores, entendíque tenía que ir a Internet.

¿Por qué?
Internet provee un espacio mucho más fértil a la innovación, con costos muchos más bajos. En videojuegos se puede innovar mucho, sin duda. Pero eso no cambia que los videojuegos siguen siendo un nicho de entretenimiento. En Internet, en cambio, yo pude hacer con Popego un salto madurativo y armar una compañía con inversión institucional y, además, de la mano de Emiliano Kargieman (Nota de Red.: inversor proveniente de Aconcagua Ventures), aprender mucho.

¿Qué aprendió?
Entender el emprender como una filosofía que cambia el espectro de toda la vida personal. Entender que el capital de riesgo, los grandes inversores, se concentran en detectar la meritocracia sin importar de dónde venga, de la Argentina o de donde fuere; además, que invierten en el talento que hay detrás de la idea y no tanto en la idea misma. En definitiva, entender que el mundo de Silicon Valley era un mundo posible.

¿En qué se plasmó todo eso?
Diciendose uno: "no voy a hacer una MercadoLibre, voy a hacer un Google" (ríe). Pude empezar a pensar en esos términos proyecté a Popego como un proyecto que no quería seguir ninguno de los modelos tradicionales de una firma de software local o regional, que son el copycat y la mano de obra barata.

¿Qué otras lecciones tuvo?
Aprendí a resolver problemas y, también, a animarse a apostar por los equipos y la creatividad individual de cada uno. O sea, a dejarse gobernar por las ideas.

¿Qué significa eso?
Significa aceptar que se trabaja con gente quizás más inteligentes que uno.

¿Cómo se lidera en un entorno así?
Es cuestión de entender el rol de cada uno: yo estoy más en contacto con el mercado, con los clientes y con lo que ellos dicen. Por eso, uno es un interprete entre las soluciones y las capacidades técnicas, para que, juntos resulten en soluciones, productos o servicios que tengan valor agregado a largo plazo, que sea vendible, escalable.

¿Cuál es la meta para Grupo42?
El concepto de tecnología latinoamericana. Unir, en nuestra compañía, dos conceptos que nunca estuvieron juntos.

Algunos no estarán tan de acuerdo considerando los casos de éxito que salieron de la Argentina en los últimos tiemos. No obstante, ¿qué es la tecnología latinoamericana hoy?
Copycat y la mano de obra barata. Suena un poco fuerte, pero creo que esa es la realidad. Para nosotros, la meta es emular, por ejemplo, la trayectoria de Japón, que en pocas décadas se transformó de un lugar de producción de tecnología barata a uno de punta. Algo de eso ya se ve en Brasil, donde varios de los grandes venture capitalists ya desembarcaron.

Parte de Popego y de The Whuffie Bank, otro de sus proyectos anteriores, confluyeron en Zenzey, uno de los productos estrella de Grupo42. ¿Cómo funciona?
Zensey es un servicio que analiza las redes sociales, es como un Google Maps al universo de Twitter. Se trata de una herramienta a la que le puedo preguntar qué están diciendo sobre Steve Jobs en un determinada región geográfica y ordenarlo. Permite entonces una visualización de si esos tweets son positivos o negativos, de intención verbal, de intención de compras, de intención electoral. Con Zenzey, podemos mapear las conversaciones en Twitter en tiempo real.

En este segmento, la competencia abunda.
Síhay varias empresas metiéndose en las redes sociales. La tesis nuestra es la siguiente: Internet tiene dos universos. Uno es conocido: el negocio de publicidad tradicional. BooBox nos funciona para eso. Pero, hoy, los usuarios sub-30, concentran el 60 al 70% de su tiempo y de su atención online, a la redes sociales, no está en la Web.

¿Para ustedes, las redes sociales no son parte de la Web?
No, para mi, son un protocolo aparte. Sí, corren sobre la Web. Pero, desde su concepción conceptual, es otro espacio.

¿Qué le falta al software argentino para relamente despegar?
Madurar más la relación que tenemos con respecto al mundo de la empresa y la academia. Cuando uno logra encontrarle la vuelta al valor que tienen los dos mundos: el académico, para generar ideas, y el de la empresa para llevarlas a cabo, se pueden armar compañías que realmente generen valor agregado. A veces, veo empresas que van muy para el lado del negocio. O sea, no se piensa tanto en el largo plazo ni en que las ideas buenas se construyen con un montón de ideas malas y fracasos.

Usted es un declarado admirador de Steve Jobs. ¿Quién cree que podrá sucederlo?
Para mi, hay dos: Jack Dorsey, por el que también tengo mucha admiración, el fundador de Twitter, que hoy está haciendo Square. Él tiene la estampa de la sofisticación en cuanto a los que son sus productos, y las dos compañías que hizo son buenisimas, tanto Twitter, que es el Google de esta década, mucho más que Facebook, ya que Twitter es un sistema y Facebook un producto. Y el otro es Elon Musk, el fundador de Tesla y uno de los creadores del sistema PayPal. En cualquier caso, yo tengo la teoría de invertir en empresas que están en bolsa por los CEOs que tienen, y estos dos se disputan la corona, después de Steve Jobs, claro.

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