Coworking: así las startups ahorran alquiler y ganan productividad

Trabajar en conjunto, compartir ideas y espacios de coworking puede potenciar un emprendimiento tecnológico. La colaboración, una herramienta para triunfar en un mundo interconectado.

Comenzar un proyecto de innovación tecnológica no es fácil. Requiere tener en claro la idea detrás del producto o servicio, los objetivos a alcanzar, contar con las herramientas para realizarlo, entre otros factores, lo que ocasiona que la línea que divide el éxito del fracaso sea muy delgada. Por eso, los emprendedores de este rubro encontraron un aliado fundamental para poder avanzar: la colaboración.

Los emprendimientos colaborativos y los espacios de trabajo comunes son cada vez más habituales para los entrepreneurs. Estos lugares permiten que las personas intercambien ideas, herramientas y experiencias con el fin común de hacer prosperar sus emprendimientos. Se trata de un nuevo paradigma organizacional se apoya en ideas y experiencias que ya son prolíferas en el exterior, principalmente en los Estados Unidos, en donde el trabajo en red es cada vez más importante, especialmente en centros donde se asientan las compañías tecnológicas.

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Llamados makerspaces, estos centros reúnen miembros apasionados por la innovación, la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías. El principal fundamento de estos centros es el intercambio de ideas con el objetivo de descentralizarlas experiencias y compartirlas con los pares. Asimismo, se siguen ciertas tendencias y mecanismos del mercado industrial como el prototipado de productos y metodologías ágiles, lo que permite materializar diseños en realidades funcionales en un corto lapso de tiempo.

El surgimiento de estos centros se basa en los fab labs, laboratorios de experimentación y prototipado fundados por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en 2001. La red de fab labs alrededor del mundo cuenta con más de 450 centros aprobados, equipados con impresoras 3D, herramientas para realizar trabajos manuales y de diseño audiovisual, entre otros artefactos.

Mara Provenzano, NETI

Siguiendo la tendencia, en la Argentina surgieron una gran cantidad de espacios y proyectos que siguen estas reglas siempre acoplándose a la realidad del país y a las posibilidades que brinda el momento político, social, económico y cultural. Un claro ejemplo es la comunidad de No Está Todo Inventado (NETI), proyecto que surgió entre un pequeño grupo de diseñadores, comunicadores, ingenieros y productores que observaron que este tipo de espacios tienen futuro. Es una comunidad colaborativa que organiza charlas, workshops y realiza un seguimiento de distintos proyectos de innovación tecnológica que buscan crecer.

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“Somos, más que nada, un laboratorio de innovación integrado a una comunidad donde hay distintos tipos de creadores, diseñadores, programadores, científicos, ingenieros y todo tipo de personas a las que les gusta hacer cosas por sí mismos , dice Mara Provenzano, cofundadora de NETI, un espacio de innovación con sede en Área Tres. “La idea es crear espacios dónde se genera innovación y donde la gente se enamore de sus ideas. La movida maker genera eso, porque es hacia dónde va la innovación por todos los beneficios que tiene.

“La idea es abrirle el juego a alguien que no sabe cómo empezar. --Mara Provenzano, cofundadora de NETI.

“Lo primero que hicimos—cuenta Provenzano— fue escuchar a la gente y formar un grupo homogéneo, entendiendo a los potenciales usuarios y viendo si esto les podía servir. La cultura colaborativa adopta distintos formatos. Nos gusta crear espacios para compartir conocimiento e información. En su tech shop, los usuarios pueden acercarse para realizar el prototipado de sus productos y compartir ideas —y frustraciones—con el resto de los emprendedores. Incluso organizaron un “NETIatón , una jornada de un día en la que las personas llegan con una idea, la trabajan en conjunto, y se van con un prototipo funcional. También están los sprints de innovación donde empresas y organizaciones suman herramientas para trabajar en su producto. De esta forma, se “le abre el juego a alguien que no sabe cómo empezar , siempre teniendo en cuenta que “la colaboración es más eficaz que la competencia , puntualiza Provenzano.

 

La unión hace la fuerza

Hay cierto público que busca un cambio en las metodologías de trabajo; NETI lo prueba. Pero sigue siendo una minoría: la cultura maker en la Argentina se desarrolla de a poco; el país no tiene una larga tradición en este rubro. Falta que nazcan nuevas iniciativas y se creen nuevos espacios de trabajo con suficiente convocatoria como para que los emprendimientos se sumen, además de reglas claras para que los diferentes actores trabajen con un fin conjunto.

“Escasean organizaciones o iniciativas que articulen y acerquen a la gente a estos labs. Hay muchas personas con vocación de aportar, pero falta un entorno donde se explique cómo participar. Por eso pusimos mucho hincapié en los talleres, el coaching y la generación de ideas. Queremos que estas soluciones sean implementadas y que no queden en la nada , dice Sebastián Gryngarten, VP de GlobalLogic, una compañía tecnológica que utiliza metodologías ágiles y que apoya iniciativas de trabajo colaborativo como Impacto Digital, que promueve soluciones sociales utilizando tecnológica. (Ver recuadro)

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“Esta forma de trabajo es una alternativa en los tiempos modernos , asegura el exdirector de 3DLabs — un fab lab apuntado a la impresión 3D—, Rodrigo Pérez Weiss. “Son conceptos interesantes y son motivadoras desde lo ideológico y sociológico pero hasta que la sociedad no madure y acepte estas metodologías, se complica desde lo económico. La economía colaborativa propone un cambio de paradigma que todavía el país no acepta.

“La cultura maker tiene que madurar y difundirse. Por eso ayudamos a la gente explicando cómo trabajamos y fortalecemos los proyectos de forma sustentable y escalable , agrega la creadora de NETI. La cultura colaborativa y sus respectivos espacios de trabajo se muestran como una alternativa atractiva para los emprendedores e innovadores tecnológicos que necesitan apoyo y un ambiente para explotar sus ideas.

Más que un producto comercial

En un área en la que sí hay experiencia es en la de los emprendimientos sociales y allí sí la metodología colaborativa puede aplicarse orgánicamente. Impacto Digital es un proyecto que quiere solucionar problemáticas institucionales y simplificar los sistemas en ONG.

La idea nació de una convocatoria abierta para personas que quisieran ayudar de forma desinteresada. Lograron que se inscribieran más de 400 personas de distintos rubros y de todo el continente, de las cuales quedaron seleccionadas 70.

A través de metodologías ágiles como Scrum —una forma de organización horizontal que busca realizar entregas parciales y donde la innovación, la competitividad, la flexibilidad y la productividad son fundamentales— los voluntarios propusieron soluciones sociales de gran impacto. Se espera que una vez finalizada la etapa de prototipos, puedan liberarse los productos para que cualquier organización la pueda utilizar de forma gratuita.

“Esta forma de trabajo suma mucha diversidad porque cada uno opina desde su visión. Ya en el primer encuentro surgieron ideas interesantes y se planificaron los pasos a seguir. Trabajamos para potenciar lo que surge de cada grupo , dice Alfondo Aguilera, su creador.

Esta nota apareció en el número 239 (agosto/2017) de Infotechnology.
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