Mano a mano

Roberto Salvarezza, presidente del CONICET: "El sector privado debería apoyarnos más"

 El principal organismo científico manejará este año más de $ 2.000 millones. Su nuevo titular busca mejorar la vinculación de la ciencia con el sector productivo.




Roberto Salvarezza se queja de que ahora se pasa tres horas por día arriba del auto. Sucede que el nuevo presidente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) sigue viviendo en La Plata, donde hasta principios de abril dirigía el Instituto de Investigaciones Fisicoquímicas Teóricas y Aplicadas (INIFTA). Nacido en 1952, doctor en Bioquímica, especialista en nanotecnología y con una extensa carrera como investigador, Salvarezza asumió por decreto presidencial en reemplazo de la física Marta Rovira, que culminó sus cuatro años de gestión.

Tras su asunción, Salvarezza hizo una encendida defensa de la gestión del CONICET a partir de 2003, lo que enojó a algunos de sus colegas. “Yo dije que las políticas de los noventa llevaban al desmantelamiento del CONICET. Algunos que estuvieron involucrados en etapas anteriores se sintieron dolidos, porque habían hecho cosas positivas en ese contexto. Pero no criticaba desempeños individuales, sino que hablaba de una época en que la ciencia no era valorada, en la que no había recursos. Nuestra preocupación era si podíamos tener abierto el instituto porque no teníamos para la luz y el gas”, dice.

A poco de haber asumido como titular del CONICET, ¿con qué se encontró?
Más allá de que uno percibe que es un organismo de alta complejidad, porque hay muchos instrumentos sobre los que hay que trabajar, conocía bien la realidad del CONICET y desde la dirección de un instituto de alguna manera uno está en contacto con la vida del organismo. El CONICET tiene para este año un presupuesto muy alto, de $ 2.080 millones (en 2011 fue de alrededor de $ 1.800 millones) y tenemos previsto un crecimiento del 10 por ciento en la planta de investigadores. Ha crecido mucho, en 2004 tenía $ 260 millones de presupuesto. Uno viene con algunas ideas desde el otro lado, tras la experiencia en la dirección del INIFTA y como investigador en la universidad, dispuesto a encarar algunos desafíos en los que había que dar una respuesta. La convocatoria de becas que estamos haciendo refleja algunos de los problemas que queríamos encarar y hay varios puntos en los que estamos avanzando, como la articulación con el sistema científico-tecnológico. Que esos recursos humanos que formamos en el ámbito de los posgrados universitarios, que son los doctores, puedan ser volcados a la sociedad, porque el Estado ha invertido dinero ahí.

¿Funciona el programa de inserción laboral de doctores?¿Hay interés en las empresas? En las TICs no parece haberlo…
Se han dado los primeros pasos, pero absorber a los doctores por parte del sector privado no va a ser inmediato. Pero hay otros actores involucrados: los ministerios, los municipios, organismos como el INTA o el INTI, las universidades. Estamos formando doctores porque el Estado tiene interés en eso, de hecho nos dan partidas muy fuertes para las becas. Pero no se forman doctores para que sean empleados del CONICET. La persona que opta al título de doctor lo hace porque es una decisión personal. El posgrado implica formar a alguien con alta capacidad para que tenga impacto en cualquier actor de la sociedad. Hay que darles cabida y esto es articulación pura, es un desafío. El sector académico y el sector productivo en la Argentina han caminado divorciados. Involucrarse en la parte tecnológica es mirado muchas veces como una tarea de segundo orden. Por otra parte, el sector productivo no suele ser lo suficientemente innovador como para requerir este nivel de capacidades. Entonces, la idea es juntar a las partes, crear confianza, que vean las posibilidades de trabajar en forma conjunta, de involucrarse para resolver problemas complejos de la sociedad y generar equipos interdisciplinarios.

¿Están analizando nuevas formas de evaluación más allá del paper?
Es algo en lo que estamos avanzando bastante rápido y que estamos acordando con otras instituciones. A un investigador que esté trabajando en un proyecto tecnológico, cuando hace su informe, se lo va a evaluar en el marco del proyecto y no en relación a lo que publicó en el período. Porque no podemos tener la dualidad de pedirle que publique y haga esto, porque va a hacer todo mal. Si la gente está decidida a jugar ese papel tenemos que permitir que lo haga de manera tranquila. Si quiere volver después a hacer ciencia básica, que lo haga. Esto está avanzado, creo que el año que viene vamos a poder tener los informes bajo esta óptica. Con los de este año no se puede, porque se empezaron a hacer en 2011. Vamos a seguir apoyando todos los tipos de investigación, pero no queremos penalizar a los que se dedican a proyectos relacionados con la industria por el hecho de que no publiquen.

Algunas decisiones del CONICET, como evitar la centralización territorial en Buenos Aires, trajeron discusiones internas por la cantidad de investigadores que quedaron afuera.
Hay varios puntos que convergen en este problema. El año pasado, por no haberse avisado antes, hubo problemas que aparecieron en la convocatoria. Este tema de la descentralización, de una mejor distribución del personal científico-tecnológico en el país, es un tema que está en el Plan Estratégico del Ministerio, del mismo modo en que están fijados los temas estratégicos. Desde el CONICET debemos tener una articulación con las políticas nacionales. No hacemos política de ciencia y técnica, sino que debemos articularnos con las políticas. El desafío ahora era hacer la convocatoria lo suficientemente clara como para que la gente supiera en qué lugares iba a tener más chances y en cuáles no, que fue un poco la crítica que recibimos el año pasado. Esta nueva convocatoria va de acuerdo a esos objetivos y buscamos que sea lo más transparente posible. Deudas estratégicas

Las publicaciones sobre TICs no llegan al 2 por ciento del total en la Argentina. ¿Por qué hay tan poca investigación en este campo?
Yo percibo que pasa lo mismo que con todas las ingenierías. Hay déficit de gente, por lo tanto hay mucha demanda y entonces es poca la gente que se queda haciendo investigación. Es un nudo difícil de resolver, porque hay una demanda grande que hace que la gente ya tenga trabajo antes de recibirse, a veces ni siquiera logran dar las últimas materias. Es difícil competir desde el Estado con una beca frente a empresas de primera línea. Nosotros queremos ingenieros e informáticos en investigación. Son áreas estratégicas, por lo que tendremos que buscar instrumentos para que consolidemos grupos que hagan buena investigación. Acá también influye el hecho de que la escuela técnica ha sido muy maltratada durante mucho tiempo. Hoy se ha renovado el interés, inclusive por parte de las empresas.

La electrónica es una de las áreas estratégicas definidas por el Mincyt y en Tierra del Fuego se generó un polo de empresas con un régimen de promoción que ha sido criticado, entre otras cosas, por no estar vinculado a la generación de conocimiento. ¿Se puede cambiar eso?
Nosotros estamos buscando hacer centros específicos en determinados lugares donde vemos que hay carencias. En la medida en que vemos que hay una necesidad regional y podemos hacer algún acuerdo con alguna universidad, allí vamos. Pero necesitamos también tener una demanda concreta. Este caso de Tierra del Fuego, en la medida en que podamos articularnos allí, localizar las demandas y los recursos humanos, sería realizable. Además, al ser la electrónica uno de los temas estratégicos, eso se tiene en cuenta para las becas que se priorizan. Pero no se puede ir de ‘prepo’ con el CONICET si no hay un tejido que permita insertarse bien.

Con esta determinación de las áreas estratégicas y de la vinculación con el sector productivo, ¿qué pasa con las ciencias sociales? Algunos investigadores han dicho que quedaron de lado…
Creo que algunos han leído mal el mensaje. De hecho, defendí a las ciencias sociales en varias ocasiones, cuando algunos me han dicho que las ciencias sociales no eran importantes y que había que concentrarse en la tecnología. Las ciencias sociales tienen cabida dentro del CONICET, son una de las cuatro áreas que tenemos. Pero van a crecer al mismo ritmo que las otras áreas. No podemos crecer bajo demanda, porque si hacemos eso hay dos áreas que se nos escapan. No podemos transformar al CONICET en un centro de ciencias sociales y biomédicas, en las que hay una tradición cultural muy fuerte. Queremos tener un 25 por ciento por área. No estamos sacando espacio, pero sí queremos potenciar la parte tecnológica, donde hay un déficit.

Agenda de investigación

¿De qué manera se está vinculando el CONICET con instituciones de otros países y en qué medida se intenta que la investigación no sea subsidiaria de temas que se definen en el exterior?
Hay mucha actividad de vinculación. En un rato terminamos esta reunión y viene la Universidad de Alabama para ver qué es el CONICET. Tenemos una política muy grande de relacionamiento, se siguen haciendo convenios y hay muy fuerte participación en copublicaciones. ¿Con quién publican los investigadores argentinos? El principal socio es Estados Unidos y después viene España, Brasil, Alemania, Italia, Francia. También hubo acciones con China, tanto en investigación básica como en vinculación tecnológica. En nanotecnología, algo que conozco perfectamente porque es mi área, el 50 por ciento de las publicaciones son confirmadas con investigadores extranjeros. Eso se hace a través de convenios o bien con proyectos que tienen los investigadores en forma individual, donde tienen sus propios recursos y buscan socios. Con respecto a los temas de investigación, en nuestras convocatorias tenemos capacidad para priorizar los temas que el Mincyt considera estratégicos. Tengo la impresión, francamente, de que uno puede publicar a muy buen nivel sobre temas que sean de interés para el país.

Ya que es su área: ¿a qué nivel se está investigando en nanotecnología en la Argentina?
La nanotecnología es algo todavía reciente si se la compara con otras disciplinas. Los fondos reales, específicos, son de 2007. Si bien la convocatoria es de 2004, la plata llegó en 2007. Hay que darle tiempo. Hay varios FONARSEC (Fondo Argentino Sectorial, que implican la creación de consorcios público-privados) en evolución, pero para llegar a productos y aplicaciones todavía tenemos que ser benévolos y darle un tiempo de desarrollo, porque hasta 2004 era un área de vacancia. Teníamos 60 investigadores y ahora lo multiplicamos por cuatro, muchos vinieron de otras áreas, vieron que es algo atractivo, que hay fondos. ¿Cuánto tiempo tienen la energía nuclear y la biotecnología en la Argentina? Son muchas décadas de investigación. Entonces no podemos decir que la nanotecnología no está haciendo nada hoy porque es algo mucho más reciente.

¿Es suficiente que se destine 0,6 por ciento del PBI a la ciencia y la tecnología? Países como Brasil llegaron al 1 por ciento.
Deberíamos estar en el 1 por ciento, que es a lo que apunta el Plan Estratégico 2012-2015. Pero aquí es fundamental, para poder llegar a esos valores, el aporte privado, que siempre ha sido escaso en la Argentina. Cuando uno compara la proporción con respecto a lo que es el aporte privado en los países más desarrollados, ahí se ve la diferencia. Estamos haciendo esfuerzos para que haya un compromiso y los instrumentos de vinculación apuntan a eso. Hay convenios que se están firmando con empresas, pero el sector privado debería apoyarnos más.

Artículo publicado en la edición de Information Technology del mes de junio de 2012 (N°177)
 

Temas relacionados
Más noticias de Conicet

Compartí tus comentarios

¿Querés dejar tu opinión? Registrate para comentar este artículo.
Nombre