MIT Technology Review

Lo que Facebook sabe sobre nosotros

Los científicos sociales de la compañía están buscando saber cada vez más sobre el comportamiento humano. Lo que encuentren podría darle a Facebook nuevas maneras de ganar dinero con los datos y también capacidad para influir en las opiniones de los usuarios.




Si Facebook fuera un país, una presunción que su fundador, Mark Zuckerberg, ha utilizado en público, sus más de 900 millones de miembros lo harían el tercero más grande del mundo. Y sobrepasaría por lejos a cualquier régimen pasado o presente en cuán íntimamente registra las vidas de sus ciudadanos. Las conversaciones privadas, fotos familiares y registros de viajes, nacimientos, casamientos y fallecimientos llegan a los servidores de la compañía y se quedan allí. Facebook ha recolectado el conjunto de datos más extenso alguna vez armado sobre el comportamiento social humano. Seguramente algo de su información personal sea parte de él.



Sin embargo, aunque Facebook se ha insertado en la vida moderna, en realidad no ha hecho mucho con lo que sabe acerca de nosotros. Ahora que la compañía es pública, la presión para desarrollar nuevas fuentes de ganancias seguramente la fuerce a hacer algo más con su reserva de información. La acumulación de datos domina como una sombra gigante sobre lo que hoy es un modesto negocio de publicidad online, preocupando a quienes alertan sobre la privacidad en la Web y a rivales como Google. Todos sienten que esta fuente sin precedentes traerá algo grande, pero nadie sabe exactamente qué. Para intentar descubrir qué se puede aprender de todos nuestros datos está Cameron Marlow, un hombre alto de 35 años que, hasta hace poco, se sentaba a unos metros de Zuckerberg. El grupo que maneja Marlow le escapó a la atención pública que rodea a los fundadores de Facebook. Conocido internamente como el Equipo de Ciencia de Datos, es una especie de Bell Labs para la era de las redes sociales. El grupo tiene 12 investigadores (pero espera duplicar su tamaño este año) que aplican matemática, conocimientos de programación y de ciencias sociales para extraer conocimientos de nuestros datos, que, esperan, harán crecer al negocio de Facebook y a la ciencia social en general.

Mientras que otros analistas de la firma se enfocan en información relacionada con las actividades online específicas, el equipo de Marlow puede nadar en casi todo el océano de datos personales que mantiene Facebook. De todas las personas en Facebook, quizá hasta incluyendo a los líderes de la compañía, estos investigadores tienen la mejor posibilidad de descubrir qué se puede aprender realmente cuando se compila tanta información personal en un solo lugar.

Facebook tiene toda esta información porque encontró maneras ingeniosas de recolectar datos cuando las personas socializan. Los usuarios primero llenan sus perfiles con su edad, género y dirección de e-mail; algunas personas también dan detalles adicionales, como el estado de sus relaciones y teléfono celular. Un rediseño en el último tiempo introdujo las páginas de perfiles en forma de “timelines” que invitan a las personas a agregar información histórica como lugares en los que vivieron y trabajaron. Los mensajes y las fotos compartidos en el sitio se suelen “taggear” con locaciones específicas y, en los últimos dos años, Facebook comenzó a trackear actividades en toda Internet, a través de una herramienta adictiva como el botón “Me gusta”. Esta función aparece en aplicaciones y sitios web fuera de Facebook y les permite a las personas indicar con un click que están interesadas en una marca, producto o pieza de contenido digital.

Desde el último otoño (boreal), Facebook también recolecta automáticamente datos de la vida online de los usuarios más allá de sus fronteras: en ciertas aplicaciones o sitios web, cuando el usuario escucha una canción o lee una nota, la información se pasa a Facebook, incluso aunque nadie haga click en “Me gusta”. Dentro de los primeros cinco meses, Facebook catalogó más de 5.000 millones de instancias de personas escuchando canciones online. Al combinar ese tipo de información con un mapa de las conexiones sociales que los usuarios de Facebook hacen en el sitio, se obtiene un registro increíblemente rico de sus vidas e interacciones.

“Esta es la primera vez que el mundo ve esta escala y calidad de datos sobre la comunicación humana”, dice Marlow con una característica mirada seria antes de romper en una sonrisa frente al pensamiento acerca de qué puede hacer con los datos. En primer lugar, Marlow tiene confianza de que explorar este recurso revolucionará el entendimiento científico de por qué las personas se comportan como lo hacen. Su equipo también puede ayudar a Facebook a influenciar nuestro comportamiento social para su propio beneficio y el de sus anunciantes. Este trabajo incluso podría ayudar a Facebook a inventar formas enteramente nuevas de ganar dinero.

Información contagiosa

Marlow evita el estilo de programador universitario de Zuckerberg y muchos otros en Facebook, con una camisa de vestir y jeans en lugar de un buzo o una remera. En una sala de conferencias adornada con una caricatura de 1,80 metro del perro de su jefe pintada con aerosol en una pared de vidrio, parece más un joven profesor que un estudiante. Podría haberse convertido en uno si no se hubiera dado cuenta temprano en su carrera que las compañías de la Web atraerían los datos más jugosos sobre las interacciones humanas.

En 2001, mientras empezaba un PhD en el Media Lab del MIT, Marlow creó un sitio llamado Blogdex, que automáticamente listaba la información más “contagiosa” que se difundía en weblogs. Aunque sólo era un proyecto de investigación, pronto se volvió tan popular que los servidores de Marlow colapsaron. Lanzado justo cuando los blogs estaban explotando en la conciencia popular y se volvían tan numerosos que los usuarios de la Web se sentían inundados de información, se anticipó a otros agregadores más tardíos como Digg y Reddit.

Pero Marlow no sólo lo construyó para ayudar a los usuarios a enterarse de qué era popular en la Web. Blogdex se pretendía como un instrumento científico para descubrir las redes sociales que se formaban en la Web y estudiar cómo se difundían ideas. Con ese fin, fue a los laboratorios de investigación de Yahoo! a estudiar la socialización online durante dos años. Durante 2007 se sumó a Facebook, al que considera el instrumento más poderoso del mundo para estudiar la sociedad humana. “Por primera vez —dice Marlow— tenemos un microscopio que nos permite examinar el comportamiento social a un nivel muy fino que nunca antes pudimos ver, y que nos permite hacer experimentos a los que están expuestos millones de usuarios.” El equipo de Marlow trabaja para encontrar patrones que podrían llegar a usar en el futuro. Por ejemplo, estudian cómo se divulga una característica nueva entre los usuarios de la red social. Así, ayudaron a Facebook a identificar a usuarios que uno podría conocer pero de los que no se hizo “amigo”, y reconocer a aquellos que uno querría designar como meros “conocidos” con el fin de poner sus actualizaciones de forma menos importante.

Pero el grupo encaja raro dentro de una compañía en la que los ingenieros de software son estrellas de rock que viven bajo el mantra “moverse rápido y romper cosas”. El almuerzo con el equipo de datos tiene atmósfera de estudiantes de posgrado reuniéndose en una escuela top; el típico miembro del grupo, recién llegado de un PhD o de una posición académica junior, prefiere hablar sobre avances en las ciencias sociales que sobre Facebook como producto o compañía. Varios miembros del equipo tienen entrenamientos en sociología o psicología social, mientras que otros comenzaron en ciencias de la computación y la usaron para estudiar el comportamiento humano. Son libres de usar algo de su tiempo y los datos de Facebook para probar los patrones básicos y motivaciones del comportamiento humano y publicar los resultados en journals académicos, al igual que décadas atrás los investigadores de Bell Labs se aprovecharon de las tecnologías de AT&T y el estudio de las físicas fundamentales.

Podría parecer extraño que una compañía de ocho años sin un modelo de negocio probado se moleste en apoyar un equipo con esa inclinación académica, pero Marlow dice que tiene sentido. “Los principales desafíos que Facebook tiene que resolver son los mismos de las ciencias sociales”, señala. Eso incluye entender por qué algunas ideas o modas se divulgan de unos pocos individuos a ser universales y otras no, o hasta qué extensión las acciones futuras de una persona son producto de comunicaciones pasadas con amigos. Publicar resultados y colaborar con los investigadores universitarios llevará a descubrimientos que ayuden a Facebook a mejorar sus productos, asegura.

Desde adentro

Un ejemplo de cómo Facebook puede servir para examinar a la sociedad entera puede encontrarse en un estudio reciente sobre la idea de que cualquier persona en el mundo está a seis grados de separación de otra. El estudio mejor conocido del mundo real, en 1967, involucró a varios cientos de personas tratando de enviar postales a un accionista particular de Boston. La versión de Facebook, realizada en colaboración con investigadores de la Universidad de Milán, involucró a toda la red social en mayo de 2011, lo que representó el 10 por ciento de la población mundial. El análisis de las 69.000 millones de conexiones de amistad entre las 721 millones de personas mostraron que el mundo es más pequeño de lo que pensábamos: cuatro amigos intermedios suelen ser suficientes para presentarle a cualquier extraño al azar. “Cuando se considera a otra persona en el mundo, un amigo de un amigo conoce a un amigo de un amigo, en promedio”, concluyó sucintamente el paper técnico. El resultado podría no extenderse a cualquiera en el mundo, pero hay una buena razón para creer que éste y otros descubrimientos del Equipo de Ciencia de Datos sean verdaderos fuera de Facebook.

El año pasado, el Internet & American Life Project del Pew Research Center descubrió que el 93 por ciento de los amigos de Facebook se conocieron en persona. Uno de los investigadores de Marlow desarrolló una manera de calcular la “felicidad nacional bruta” de un país a partir de su actividad en Facebook al registrar la frecuencia de palabras y frases que señalan emociones positivas o negativas. La felicidad nacional bruta fluctúa de una manera que sugiere que la medida es certera: se eleva durante las fiestas y cae cuando mueren figuras públicas. Tras el terremoto en Chile de febrero de 2010, el puntaje del país se hundió y llevó varios meses que retornara a lo normal. Adam Kramer, que creó este indicador, dice que tiene la intención de mostrar que los datos de Facebook pueden proveer maneras baratas y certeras de seguir tendencias sociales, métodos que pueden ser útiles para economistas y otros investigadores.

Otro trabajo publicado por un grupo tiene una utilidad más obvia para la estrategia básica de Facebook, que implica alentarnos a volverlo el sitio central en nuestras vidas y posteriormente usar parte de esa información para vender publicidades. Un estudio temprano muestra qué tipos de actualizaciones de amigos alientan a los nuevos en la red a agregar sus propias contribuciones. Justo antes del Día de San Valentín, un post del blog del Equipo de Ciencia de Datos listó las canciones más populares con personas que recién habían ingresado a Facebook que habían entrado o salido de una relación. Era una pista del tipo de correlación que podría ayudar a Facebook a realizar predicciones útiles sobre el comportamiento de los usuarios, un conocimiento que ayudaría a hacer mejores suposiciones sobre qué publicidades uno estaría más o menos abierto a darles tiempo. Quizá las personas que acaban de terminar una relación podrían estar interesadas en un disco de baladas, o quizá ninguna compañía querría asociar su marca con el flujo de emoción relacionada con la muerte de un amigo.

Las publicaciones online más valiosas hoy son aquellas mostradas junto a ciertas búsquedas web, porque quienes buscan están expresando precisamente lo que quieren. Ésa es una de las razones por las que la facturación de Google es 10 veces la de Facebook. Pero Facebook podría llegar a ser capaz de adivinar qué quieren o no las personas incluso antes de que se den cuenta.

Recientemente, el Equipo de Ciencias de Datos comenzó a usar su posición privilegiada para experimentar con la manera de trabajar de Facebook, alterando el sitio —de la misma forma que los científicos podrían modificar el nido de hormigas— para ver cómo reaccionan los usuarios. Eytan Bakshy, que se sumó a Facebook el año pasado tras colaborar con Marlow como estudiante de PhD en la Universidad de Michigan, quería aprender si nuestras acciones en Facebook están más que nada influenciadas por aquellas de nuestros amigos más cercanos, ya que hay más posibilidades de que tengan gustos similares. Eso podría arrojar luz sobre la teoría de que nuestros amigos de Facebook crean una “cámara eco” que amplifica noticias y opiniones que ya escuchamos.

Así fue como Bakshy se metió con cómo operó Facebook con 250 millones de usuarios. Durante un período de siete semanas se registraron los 76 millones de links que los usuarios compartieron entre sí. Posteriormente, en 219 millones de ocasiones elegidas al azar, Facebook previno que alguien viera un link compartido por un amigo. Esconder los links de esta manera creó un grupo de control para que Bakshy pudiera ver cuán seguido las personas terminan promocionando los mismos links porque tienen fuentes de información e intereses similares.

Así descubrieron que nuestros amigos cercanos influyen fuertemente en qué información compartimos, pero en general su impacto se ve minimizado por la influencia colectiva de numerosos contactos más distantes —lo que los sociólogos llaman “uniones débiles” —. Es nuestra diversa colección de uniones débiles lo que determina con mayor poder a qué información estamos expuestos.

Ese estudio provee fuerte evidencia contra la idea de que las redes sociales crean dañinas “burbujas de filtro” —para usar el término del activista Eli Pariser — en lo que hace a sintonizar la información que recibimos para que coincida con nuestras expectativas. Pero el estudio también revela el poder que tiene Facebook. “Si el News Feed de Facebook es lo que todos ven y controlan cómo se disemina la información, está controlando cómo se revela la información a la sociedad y es algo a lo que necesitamos prestarle mucha atención”, dice Marlow. Él apunta que su equipo ayuda a Facebook a entender qué le está haciendo a la sociedad y publica sus descubrimientos para cumplir con el deber público de transparencia. Otro estudio reciente, que investigó qué tipos de actividad de Facebook causaron que las personas sintieran un mayor sentido de apoyo de sus amigos, entra en la misma categoría. Pero Marlow habla como el empleado de una compañía que prosperará en gran parte por proveer a los anunciantes que quieren controlar el flujo de información entre sus usuarios. Y, de hecho, Bakshy está trabajando con especialistas fuera del Equipo de Ciencia de Datos para extraer descubrimientos relacionados con la publicidad de los resultados de experimentos en influencia social. “Los anunciantes y las marcas también son parte de esta red, así que darles algunos conocimientos sobre cómo comparten las personas los contenidos que están produciendo es una parte muy central de nuestro modelo de negocios”, afirma Marlow.

Facebook les dijo a posibles inversores antes de su salida bursátil que las personas tienen 50 por ciento más de probabilidades de recordar publicidades en el sitio si están apoyadas visiblemente por un amigo. Descubrir cómo funciona la influencia podría hacer incluso más memorable a las publicidades o ayudar a Facebook a descubrir maneras de inducir a más personas a compartir o clickear en sus publicidades. Ingeniería social

Según Marlow, su equipo quiere descubrir las reglas de la vida social online para entender qué está pasando adentro de Facebook, no para desarrollar formas de manipularla. “Nuestra meta no es cambiar el patrón de comunicación en la sociedad”, dice. “Nuestra meta es entenderla para poder adaptar nuestra plataforma y darle a la gente la experiencia que quiere”, agrega. A diferencia de los científicos sociales académicos, los empleados de Facebook tienen un camino corto desde que surge la idea hasta el experimento con cientos de millones de personas.

En abril, influenciado en parte por conversaciones durante una comida con su entonces novia y estudiante de medicina (ahora su mujer), Zuckerberg decidió que debería usar la influencia social dentro de Facebook para aumentar los registros a las donaciones de órganos. A los usuarios se les dio la oportunidad de clickear una caja en sus páginas de perfil para señalar que eran donantes registrados, lo que disparaba una notificación a sus amigos. La nueva característica comenzó una cascada de presión social y la inscripción de donantes de órganos creció por un factor de 23 en Estados Unidos.

El equipo de Marlow está en el proceso de publicar resultados de las elecciones de mitad del gobierno de los Estados Unidos para mostrar otro llamativo ejemplo del potencial de Facebook para dirigir la influencia de sus usuarios entre sí. Desde 2008, la compañía ofrece una manera de que los usuarios señalen qué votaron: Facebook lo promueve con una nota que recuerda que debería asegurarse de votar. Marlow dice que en la elección de 2010 su grupo cruzó los registros de votantes anotados con los datos reales para ver cuántos de los usuarios de Facebook que recibieron “codazos” finalmente fueron a las urnas (él explica que los investigadores trabajaron con datos criptográficamente “hechos anónimos” y que no se puede determinar el registro de votación con un usuario específico).

Esto es sólo el principio. Al aprender más sobre cómo los pequeños cambios en Facebook pueden alterar los comportamientos de los usuarios fuera del sitio, la compañía finalmente “podría permitirles a otros usar Facebook de la misma manera”, dice Marlow. Si la American Heart Association quisiera alentar una alimentación saludable, por ejemplo, podría ser capaz de referir a un manual de estrategia de la ingeniería social de Facebook. “Queremos ser una plataforma que otros puedan usar para iniciar el cambio”, dice.

Los anunciantes también estarían ansiosos por saber en mayor detalle que haría que una campaña en Facebook afecte las acciones de las personas en el mundo exterior, incluso aunque se dieran cuenta de que hay límites sobre cuánto se puede conducir a los humanos. “No está claro para mí que la ciencia social sea alguna vez una ciencia de ingeniería como si se tratara de construir puentes”, cuenta Duncan Watts, que trabaja en ciencias sociales relacionadas con computación en el recientemente abierto Laboratorio de investigación de Microsoft y que trabajó antes junto a Marlow en los laboratorios de Yahoo!. “Dicho esto, si uno tiene los datos suficientes, puede hacer predicciones que son mejores que adivinar al azar, y eso es realmente muy lucrativo.”

Duplicación de datos

Como otras redes sociales, Facebook nunca logró la reputación de innovación de la que disfrutan pioneros de Internet como Google. Si Silicon Valley fuera una escuela secundaria, Google sería el silencioso genio matemático que no se destaca socialmente pero inventó algo indispensable. Facebook sería el chico molesto que inició un club con un “momentum” social tal que las personas tienen que unirse lo quieran o no. En realidad, Facebook emplea a hordas de talentosos ingenieros en software (muchos robados de Google) para construir y mantener su irresistible club. La tecnología construida para apoyar los esfuerzos del Equipo de Ciencias de Datos es especialmente innovadora. La escala a la que opera Facebook llevó a inventar hardware y software que son la envidia de otras compañías en pos de adaptarse al mundo de la “big data”.

De manera similar a pasar la batuta tecnológica, Facebook construyó su sistema de almacenamiento de datos al expandir el poder de un software open-source llamado Hadoop, que fue inspirado por el trabajo en Google y construido en Yahoo!. Hadoop puede domesticar tareas de computación que parecen imposibles (como trabajar con todos los datos que los usuarios le confían a Facebook) al diseminarlos en muchas máquinas del centro de datos. Pero Hadoop no fue construido con datos científicos en la mente, y usarlo para ese propósito requiere programación especializada y difícil de manejar. Los ingenieros de Facebook resolvieron ese problema con la invención de Hive, software open-source que ahora es independiente de Facebook y usado por muchas otras compañías. Hive actúa como un servicio de traducción, haciendo posible explotar grandes repositorios de datos de Hadoop con un código relativamente simple. Para recortar las demandas de computación, puede pedir muestras al azar de un conjunto de datos entero, una característica invaluable para compañías inundadas de datos. Muchos de los datos de Facebook residen en un almacenamiento Hadoop de más de 100 petabytes (1 millón de GB) en tamaño, expresa Sameet Agarwal, director de Ingeniería en Facebook que trabaja en infraestructura de datos, y la cantidad está creciendo exponencialmente. “Durante los últimos años, hemos más que duplicado el tamaño cada año”, prosigue. Esto significa que su equipo debe construir constantemente sistemas más eficientes.

Un uso potencial del almacenamiento de datos de Facebook podría ser la venta de conocimientos extraídos de él. Ese tipo de información podría ser la base de cualquier empresa. Asumiendo que Facebook pudiera hacer esto sin molestar a usuarios y reguladores, podría ser algo lucrativo.

Todo esto le dio a Facebook un nivel único de “expertise”, dice Jeff Hammerbacher, predecesor de Marlow en Facebook, que inició el esfuerzo de la compañía por desarrollar su propio almacenamiento de datos y análisis tecnológico (dejó Facebook en 2008 para fundar Cloudera, que desarrolla sistemas basados en Hadoop para manejar grandes cantidades de datos). La mayoría de las grandes empresas les pagan a compañías establecidas como Oracle mucho dinero para análisis de datos y almacenamiento. Pero, ahora, las grandes firmas están tratando de entender cómo maneja Facebook la enorme cantidad de información en sistemas open-source, señala Hammerbacher. “Recientemente pasé un día en Fidelity ayudándolos a entender cómo se concibió en Facebook el rol de ‘científico de datos’... y tuve la misma discusión incontables cantidades de veces en otras firmas”, cuenta.

Mientras los ejecutivos en todas las industrias tratan de explotar las oportunidades en “big data”, el inmenso interés en la tecnología de datos de Facebook sugiere que su negocio de publicidad podría ser sólo el comienzo de algo mucho más valioso. Las herramientas y técnicas que desarrolló la compañía para manejar grandes volúmenes de información podrían convertirse en un producto con derecho propio.

Minería de oro

Facebook necesita nuevas fuentes de ingresos para responder a las expectativas de los inversores. Incluso, después de su decepcionante IPO, tiene una proporción asombrosa de precio alto y ganancias que no se puede justificar con el aluvión de avisos baratos que muestra ahora el sitio. El nuevo campus de Facebook en Menlo Park, California, previamente habitado por Sun Microsystems, hace tangible la presión. Los 3.500 empleados de la compañía caminan en un espacio suficiente para 6.600. Recorrí amplias extensiones de escritorios vacíos en un edificio; otro, al lado, estaba completamente deshabitado. Un lote vacante espera cerca, se supone hasta que alguien invente un uso de nuestros datos que justifique el costo de desarrollar el espacio.

Un uso potencial sería simplemente vender conocimiento extraído de la información. DJ Patil, científico de datos en residencia con la firma de venture capital Greylock Partners y previamente líder del equipo de datos científicos de LinkedIn, cree que Facebook podría inspirarse en Gil Elbaz, el inventor del negocio de publicidad AdSense de Google, que provee cerca de un cuarto de la facturación de Google. Él ya no está más en publicidad y ahora maneja un startup de rápido crecimiento, Factual, que les cobra a las empresas por acceder a grandes conjuntos de datos y cuidadosamente tratados, que van desde ubicaciones de restaurantes hasta índices de masa corporal de celebridades, que la compañía recolecta de fuentes públicas gratuitas y al comprar conjuntos de datos privados. Factual limpia los datos y hace que el resultado esté disponible en Internet en una tienda de conocimiento por demanda que se maneja por software, no con personas.

Los consumidores lo usan para llenar los huecos de sus propios datos y hacer aplicaciones o servicios más inteligentes; por ejemplo, el propio Facebook usa Factual para información sobre locaciones de empresas.

Patil apunta que Facebook podría convertirse en fuente de datos con derecho propio, vendiendo el acceso a información compilada de las acciones de sus usuarios. Ese tipo de información, dice, podría ser la base de cualquier tipo de empresa, como de citas online o rankings de música. Asumiendo que Facebook pueda dar este paso sin molestar a los usuarios y reguladores, podría ser lucrativo. Una tienda online para apuntar sus promociones, por ejemplo, podría pagar por usar Facebook como fuente de conocimiento sobre qué marcas son más populares en qué lugares, o cómo la popularidad de ciertos productos cambia en el año.

Hammerbacher coincide en que Facebook podría vender su ciencia de datos y apunta a su actual servicio gratuito Insights para anunciantes y dueños de sitios web, que muestra cómo se comparte su contenido en Facebook. Eso podría ser mucho más útil para las empresas si Facebook sumara datos obtenidos cuando su botón “Me gusta” “trackea” actividad en toda la Web, o datos demográficos o información sobre qué leen las personas en el sitio. Hay precedentes sobre ofrecer estos análisis por un abono: a finales de 2011, Google comenzó a cobrar U$S 150.000 al año por una versión premium de un servicio que analiza el tráfico web de una empresa.

De vuelta en Facebook, Marlow no es el único que toma decisiones sobre qué cobra la compañía, incluso aunque su trabajo le dé la forma. Pase lo que pase, subraya, la meta de su equipo es apoyar el bienestar de las personas que le dan sus datos a Facebook, usándolos para hacer más inteligente al servicio. En el camino, dice, él y sus colegas avanzarán en el auto-conocimiento de la humanidad. Eso refleja la creencia de Zuckerberg, muchas veces puesta en duda pero que parece genuina, de que el trabajo de Facebook es mejorar cómo se comunica el mundo. Pero aún no pregunté exactamente qué implica esto. “Es difícil predecir hacia dónde iremos, porque estamos en las etapas tempranas de esta ciencia —dice Marlow—. El número de potenciales cosas que podríamos preguntarles a los datos de Facebook es enorme.”

 

Temas relacionados
Más noticias de Facebook

Compartí tus comentarios

¿Querés dejar tu opinión? Registrate para comentar este artículo.
Nombre