Vaso medio lleno

La factura electrónica no es una pesadilla

A fines de este mes se va a implementar en todo el país, reemplazando el proceso en papel. Más que un paso burocrático engorroso puede ser una oportunidad para optimizar el negocio. 

Están quienes ven una calamidad en cada oportunidad y otros que ven la oportunidad en la calamidad. Cada cambio que introduce el Estado en términos de reglamentación nos pone en esa disyuntiva: salir de la zona de confort nunca es fácil. 

Desde el 1 de abril habrá poco margen: la factura electrónica será obligatoria para todos y todas. No tiene que ser una mala nueva, sin embargo: la facturación electrónica no es solo una herramienta de control fiscal qe facilita el procesamiento de datos sino que, también, contribuye a un ahorro importante de costos que son una carga pesada para las empresas. 

Según los ejecutivos de Facturante -un servicio de facturación electrónica multiplataforma que opera totalmente en la nube- las ventajas pueden ser varias. "En principio, permite disminuir los costos de impresión de papel y elimina los espacios físicos para almacenar documentos. Pero también agiliza el proceso administrativo, porque automatiza procesos y corta tiempos de confección de documentos. Al final del día facilita los procesos de auditoría y optimza los de tesorería", comentan. 

¿Qué otros beneficios existen y por qué el mecanismo fue impulsado por el Estado? Claramente mejora el feedback entre empresas y organismos. Pero también brinda más seguridad y da confianza en las transacciones electrónicas, una buena cosa para los tiempos que corren en donde la falsificación y la usurpación de identidades son moneda corriente. 

"El nuevo sistema es totalmente transparente para el contribuyente que ya venía emitiendo facturas. Solo debe crear nuevos talonarios, porque los números de punto de venta son diferentes a los anteriores y configurar unos pocos parámetros para la puesta a disposición de los comprobantes", explica Mauricio Cejas, gerente de Operaciones de Axoft, la empresa detrás del famoso Tango. Y aclara que, por la obligatoriedad de la norma, no hay resistencias posibles a implementar el nuevo sistema. 

Cuando las empresas entiendan que los beneficios del sistema exceden al simple paso de papel al digital, quizás no vean como un dolor de cabeza la medida. 

 

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