Teoría Monetaria Moderna y riesgo de hiperinflación

A la luz de los nombres que suenan en el entorno de Alberto Fernández, todo pareciera indicar que Argentina sería el laboratorio de la Teoría Monetaria Moderna (TMM). Dicha “teoría supuestamente fue elaborada para contextos deflacionarios y con presencia de desempleo. Más allá de su precariedad en sus aspectos fundamentales, sostiene que se puede acabar con el desempleo vía un aumento del gasto público financiándolo con emisión monetaria y que ello no generará inflación porque el propio aumento de la actividad y la necesidad de hacer frente a los mayores pagos de impuestos generará el suficiente aumento en la demanda de dinero que no deprecie el valor de la moneda. Naturalmente, si se acelerara la inflación ello debería compensarse con mayores impuestos.

Si bien debería resultar más que evidente que la supuesta “teoría no es más que un artilugio para justificar los delirios de políticos derrochadores, la visión local de dicha “teoría es aún peor. La Teoría Monetaria Moderna Argenta (TMMA), dado que sus economistas defensores entienden a la determinación del nivel de precios como un mark-up sobre los costos, siempre resulta factible emitir todo el dinero que sea necesario para eliminar el desempleo al tiempo que la inflación se la combate con controles sobre el tipo de cambio, los beneficios de las firmas y acordando los salarios con los sindicatos.

De sólo revisar la historia económica argentina debería quedar claro que no sólo la TMM es un delirio, sino que la versión doméstica es aún peor. De hecho, de los últimos 118 años Argentina mostró déficit fiscal durante 108, los cuales los financió con: (i) emisión monetaria, (ii) deuda y (iii) aumento de impuestos. En éste sentido, a la moneda ya le quitamos 13 ceros y estamos en condiciones de quitar un par más. Respecto a la toma de deuda somos el máximo defaulteador serial moderno. Y, por último, en materia de impuestos tenemos la presión fiscal en blanco más alta del mundo. La contrapartida de todo ello es que, de ser el país más rico del mundo a inicios del Siglo XX, hoy estamos en el puesto 70 del ranking. Si a este desastre le sumamos una inflación creciente y economistas que consideran que la caída de los saldos reales otorga espacio para emitir sin generar inflación: “Houston, we are in problems .

1. Mercado Monetario, Poder Adquisitivo del Dinero e Inflación

La moneda es una mercancía que sirve como medio general de intercambio y, por ende, su utilización penetra en todo el sistema económico. A su vez, como

toda mercancía, tiene su propio mercado y su poder adquisitivo viene dado por cuatro factores: (1) la demanda bienes, (2) la oferta de bienes, (3) la demanda de dinero y (4) la oferta de dinero. Así, estos cuatro factores se combinan para determinar el poder adquisitivo del dinero. De este modo, cuanto mayor sean los precios monetarios de los bienes, menor será el poder adquisitivo del dinero.

Esto es, el dinero, a lo igual que cualquier otro bien de la economía, cuando la oferta sube, su precio (poder adquisitivo) cae. De ahí, la naturaleza monetaria de la inflación, ya que el continuo aumento de la cantidad de dinero (tasa de emisión) por sobre su demanda deriva en una persistente caída en el poder adquisitivo del dinero, es decir, inflación. Naturalmente, cuando aumenta (baja) la demanda de dinero, ello implica una menor (mayor) demanda del resto de bienes, por lo que al caer (subir) sus precios, el poder adquisitivo del dinero sube (cae). Por último, cuando aumenta (cae) la oferta del resto de bienes de la economía, sus precios deben caer (subir), por lo que el poder adquisitivo del dinero aumenta (cae).

2. La Cantidad Óptima de Dinero

Más allá que la pregunta forma parte de todo manual de finanzas públicas, en rigor, preguntarnos cosas tales como: ¿cuál es la cantidad “óptima de dinero?, ¿cuál debería ser la cantidad total de dinero en el presente? O ¿Qué tan rápido debería “crecer la cantidad total de dinero? debería parecernos ridículo. ¿Por qué nadie responde a la pregunta?: ¿cuál es la “oferta óptima de duraznos, de Play Stations o de carteras? De hecho, la pregunta misma es absurda. Un hecho fundamental en cualquier economía es que todos los recursos son escasos en relación con las necesidades y si un bien no fuese escaso, sería sobreabundante, y por lo tanto tendría un precio de cero en el mercado. Por tanto, permaneciendo todo lo demás constante, a más bienes disponibles mayor bienestar.

Pero ¿por qué, entonces, algunos se preguntan sobre la oferta óptima de dinero? Porque si bien el dinero es indispensable para el funcionamiento de cualquier economía más allá del nivel más primitivo, y si bien la existencia de dinero confiere enormes beneficios sociales, esto de ninguna manera implica como en el caso del resto de bienes, que, permaneciendo constante todo lo demás, cuanta más, mejor. Esto es: ¿Qué beneficio directo tiene un incremento en la oferta de dinero? El dinero, no se puede comer ni utilizar en la producción. El dinero-mercancía, funcionando como dinero, sólo puede utilizarse en intercambios para facilitar la transferencia de bienes y servicios y para hacer posible el cálculo económico. Pero una vez que el dinero se ha establecido en el mercado, ya no son necesarios incrementos en la oferta, no realizan ninguna función

social genuina. El resultado invariable de un aumento en la oferta de un bien es bajar su precio. Para todos los productos, excepto el dinero, ese aumento es socialmente beneficioso, ya que significa que la producción y el nivel de vida han aumentado en respuesta a la demanda de los consumidores. Pero un aumento en la oferta de dinero no puede aliviar la escasez natural de los bienes de consumo o capital, lo único que hace es que la unidad monetaria sea más barata, esto es, se reduce su poder de compra en términos de todos los demás bienes y servicios. Una vez que un bien se ha establecido como dinero en el mercado, entonces, ejerce su plena potencia como mecanismo de intercambio o como instrumento de cálculo y todo lo que un aumento en la cantidad de dinero puede hacer es diluir dicha efectividad (su poder adquisitivo). Por lo tanto, una vez que un producto está en oferta suficiente para ser adoptado como dinero, no hay aumento en la oferta de dinero que sea necesario. Cualquier cantidad de dinero será “óptima y una vez que el dinero se ha establecido, un aumento en su oferta no confiere ningún beneficio social.

Por lo tanto, el dinero, es único entre los bienes y servicios porque un aumento de la oferta no es ni beneficioso ni necesario, de hecho, tales aumentos sólo diluyen el único valor del dinero. Si a esto sumamos que el dinero no es neutral ni superneutral y que además produce un conjunto de efectos que deterioran el bienestar de los individuos surge así el interrogante: ¿Por qué entonces hacemos la pregunta? Y la respuesta es simple: los políticos siempre están buscando la forma de maximizar el saqueo sobre la sociedad y la política monetaria sólo es un instrumento más para lograr su objetivo.

3. Menger, Ley de Imputación e Inflación

En el capítulo 21 del nefasto libro de 1936, John M. Keynes sostiene "los tipos de remuneración de los diferentes factores productivos que entran en el costo marginal cambian todos en la misma proporción… se deduce que el nivel general de precios depende, en parte, de la unidad de salarios y, en parte, del volumen de ocupación", ello implicó retroceder a la teoría del valor trabajo de Ricardo y Marx, la cual había sido refutada por Jevons, Walras y especialmente por Carl Menger y su Principio de Imputación.

Bajo el Principio de Imputación, son los precios los que determinan los costos y no al revés. Así, los consumidores no sólo determinan los precios de los bienes de consumo, sino también de todos los factores de producción, determinando de este modo todos los ingresos de cuantos operan en el ámbito de la economía de mercado. Son ellos, no los empresarios ni los sindicalistas y mucho menos

un político, quienes, en definitiva, pagan por cada insumo y a cada trabajador su salario.

Por lo tanto, si uno quisiera determinar las causas de por qué suben todos los precios de la economía (y entre ellos el de la moneda extranjera) las causas no están en los costos, sino en el aumento de la emisión monetaria. Puesto, en otros términos, si los precios de los bienes se expresan en unidades monetarias, al emitirse una cantidad de dinero que supere a su demanda, esto hará que el valor relativo de la moneda caiga, esto es, el precio de todos los bienes suba.

4. La Confrontación de las Hipótesis

Acorde a lo señalado en las secciones ahora estamos en condiciones de poner frente a frente la hipótesis de la teoría monetaria moderna argenta con la de la emergente de la teoría monetaria ortodoxa. Así, tomando la más simple de las hipótesis sobre la relación funcional de la demanda real de dinero, donde ésta depende del ingreso real y la tasa de interés nominal (suma compuesta de la tasa de interés real y la inflación esperada), la misma, en equilibrio debe igualarse a los saldos reales.

Por lo tanto, bajo la TMMA dado que los precios saltaron como consecuencia de la devaluación de la moneda, ello contrae los saldos reales generando así un exceso de demanda de dinero, motivo por el cual, cae la demanda agregada y con ella el nivel de actividad y empleo, donde esto último deprime al salario real. El problema con éste análisis es que es inconsistente, ya que en el mercado monetario se determina la tasa de interés, en el mercado de bienes el ingreso y en el mercado de trabajo el salario, por lo que la suba del nivel de precios sale de la galera. Naturalmente, los heterodoxos dirán que los precios se determinan desde el tipo de cambio y para ello debe aparecer ahora el mercado de divisas para determinar el tipo de cambio y nuevamente los precios salen de la galera. Esa galera es la ecuación de mark-up que no sólo es antojadiza, ya que es meter una ecuación sin mercado, sino que la oposición al principio de imputación genera una circularidad del sistema, donde un precio determina al conjunto de precios del sistema de equilibrio general, al tiempo de lo deficiente que resulta trabajar con una ecuación que niega a la teoría subjetiva del valor. Por otra parte, si por un artilugio matemático se construyera una curva de oferta de bienes con la tradicional pendiente positiva, la caída de la demanda agregada nos llevaría a un equilibrio deflacionario, lo cual se va de patadas con una inflación del orden del 55% anual y con tendencia creciente. Esto es, aún los defensores del espanto que representa la TMM no se animarían a ponerse cerca de la TMMA.

Por otra parte, desde la perspectiva tradicional, la inconsistente política fiscal (que empuja al alza al riesgo país) y con su consecuente aumento de la inflación esperada por mayor expectativa de emisión por la vía fiscal, más lo que implica en términos de emisión monetaria las Leliq, todo ello deriva en un derrumbe de la demanda de dinero, lo cual genera un exceso de oferta de dinero que lleva a la suba del nivel de precios. A su vez, en el mercado de bienes se registra un exceso de demanda que pone una presión alcista sobe la tasa de interés. Esto es, la descripción termina siendo absolutamente consistente con lo que muestran los datos. Así, el mercado monetario advierte de la suba de todos los precios de la economía que implica primero un aumento del dólar por ser activo financiero, luego de los transables, seguido por los mayoristas y por último de los precios al consumidor. En cuanto al mercado de bienes, los niveles de riesgo país y de tasa de inflación esperada llevan a niveles tan altos de la tasa de interés, que la inversión realizada no alcanza como para cubrir las necesidades estructurales de nuevos puestos de trabajo, por lo que, frente a las rigideces y regulaciones del mercado laboral, aparece el desempleo aun con el salario real cayendo.

5. La TMMA y el Riesgo de Hiperinflación

Por lo tanto, dada la inconsistencia de la TMMA y la robustez de la ortodoxia monetaria, debería resultar claro que entrar en un aumento sostenido de la oferta de dinero sólo generará más inflación. Así, dado el reciente DNU de Mauricio Macri ordenando al BCRA una emisión por $ 600.000 millones, la desestabilización de las Leliqs, el rojo fiscal para diciembre que se estima en $ 250.000 millones, los vencimientos de deuda doméstica en el primer semestre de 2020 por cerca de $ 550.000 millones junto a la expansión fiscal que los Baby-Gelbards quieren financiar con emisión monetaria, todo eso nos lleva a presagiar un fuerte aumento de la oferta monetaria, la cual podría multiplicarse entre 2 y 3 veces según sean los avances sobre los derechos de propiedad (Plan Bonex y Default).

A su vez, por el lado de la demanda de dinero, existen un sobrante monetario respecto del nivel de equilibrio cuyo reacomodamiento implicaría duplicar el nivel de precios. De este modo, la triplicación de la oferta de dinero junto a una caída a la mitad de la demanda de dinero llevaría a sextuplicar el nivel de precios (500% de inflación). Sin embargo, creer que frete a semejante desequilibrio la demanda de dinero caerá a su nivel nocional es por lo menos muy ingenuo. De hecho, en las hiperinflaciones de 1989 y de 1990/91 la relación M1/PIB buscaba aproximarse a niveles cercanos a 0,2%, por lo que los precios podrían llegar a mostrar una presión de 120 veces. Por lo tanto, todo parece indicar que para este incendio no se convocará a los bomberos sino a un ejército de piro maníacos.

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