La reforma laboral y la inflación marcan los pronósticos para 2018

El año 2017 termina con mejoras salariales alineadas con la inflación gracias a las cláusulas gatillo, con niveles de empleo, desempleo y subempleo estabilizados, y en un contexto de relaciones gremiales con cierta tendencia a la armonización.

La UOM firmó un congelamiento salarial en Tierra del Fuego; en Vaca Muerta se modificaron las condiciones convencionales o contractuales; el gremio de Smata acordó condiciones especiales, y el de Atilra aceptó el convenio de crisis en Sancor.

En el plano del actual proceso de cambio existen reparos respecto de las acciones gremiales de los violentos que persisten, tanto de los gremios más agresivos como los provenientes de las fuerzas de izquierda del Partido Obrero, del MST o ATE y la CTA o las opositoras radicalizadas como los generados por La Cámpora y de los restos del FPV.

Para todos ellos la violencia no está reservado al monopolio del Estado, y como recurso, es el prioritario cegado y sesgado por la ideología, que en lugar de mostrar el mejor camino, en estos casos, obnubilan.

El sinceramiento de las metas del Poder Ejecutivo en un 15% de inflación estimada para el 2018 permiten delinear lo que será la política salarial del Estado que ya ha tenido un traspié en Aerolíneas Argentinas, y ahora está expuesta con las primeras negociaciones con los sindicatos estatales y en particular con ATE, UPCN y con los gremios que agrupan a los docentes.

Los acuerdos iniciales del 2018 deberían encontrarse en torno del 12% más cláusula gatillo, que llegó para quedarse.

En rigor, las incógnitas están ligadas con la necesidad de una reforma laboral integral y progresiva, y con el diferimiento de la negociación colectiva que incluya cláusulas de productividad.

Todo quedó postergado para marzo, previo acuerdo con la CGT que por ahora está pendiente.

Las tres corrientes siguen operando, con Hugo Moyano y Luis Barrionuevo moderándose, los grandes gremios en una postura negociadora con Armando Cavalieri, Héctor Daer y Carlos West Ocampo a la cabeza, y los grupos combativos, que han quedado en minoría por ineficientes.

Los nuevos ejes pasan por el modelo de recursos humanos y de relaciones laborales que inexorablemente se está instalando en las empresas, y que ofrece solo resistencias generacionales y por la supervivencia del modelo sindical muy cuestionado en todos los planos.

El empleo cumple con su sexto año sin crecimiento relevante, con leves retoques en algunos sectores que no evidencian una tendencia superadora.

Entre las expectativas tenemos la incertidumbre sobre las inversiones genuinas y sostenibles que no comienzan a efectivizarse como se esperaba.

En rigor, el crecimiento de la economía está ligado en forma directa a las inversiones no especulativas, que hoy ocupan un lugar irrelevante.

El futuro incierto es el resultado de la relación de causalidad que existe entre la realidad y la inoperancia de los agentes del cambio y la promesa de que todo cambiará, cuando los componentes estructurales se mantienen inmóviles o con escaso vigor. Si algo o alguien forma parte del problema, es difícil asumir la solución, salvo que no tengas otra alternativa.

Algunos sostienen que una ayuda a lograr determinadas conductas se genera desde el llamado efecto Pigmaleón, que es aquel por el cual se supone que personas con cierta autoridad e experiencia pueden influir sobre la conducta o desenvolvimiento de otras de modo de lograr que acepten un pronóstico con un determinado resultado que en rigor es incierto.

Con ello el efecto Pigmaleón se convierte en el efecto placebo, cuando las personas operan en un determinado sentido bajo la creencia de que se suministró un medicamento eficiente a un determinado mal que en rigor no lo es.

A diferencia del problema filosófico del cisne negro, que se refiere sólo a los sucesos inesperados de gran magnitud, colectivamente juegan roles mucho más grandes que los sucesos regulares. El impacto de las nuevas tecnologías es previsible, una guerra es impredecible.

En el plano aspiracional los deseos están dirigidos hacia la mejora de la inflación, la reducción del déficit, la reducción del gasto público, la mejora de la balanza comercial, y hacia una reforma previsional fiscal y laboral que refuercen las tendencias.

En los hechos es esencial la coherencia y unicidad de los ministros que deben alinearse con un plan unívoco sin contradicciones, y las que hay las deben resolver públicamente.

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