Quemar basura no paliará la crisis energética

La gestión de los residuos sólidos urbanos en la región metropolitana está, como todos sabemos, en un momento crítico. Desde hace una década no se encuentran sitios alternativos para la disposición de los residuos, los rellenos sanitarios actuales están al borde del colapso, y son rechazados por vecinos cansados de padecer los impactos contaminantes de estas mega-montañas de basura. Ante esta situación, bajo el disfraz de generación de energía las autoridades nacionales apuestan una vez más al corto plazo y ofrecen como solución mágica la quema de residuos.
En las últimas semanas se conoció el proyecto de la empresa estatal ENARSA y la Autoridad Cuenca Matanza-Riachuelo (ACUMAR) para quemar basura hogareña de esta Cuenca en predios de la CEAMSE en el partido bonaerense de San Miguel. El supuesto objetivo del plan es solucionar la crisis de los rellenos sanitarios.
La incineración de basura, en todas sus versiones, emite sustancias tóxicas al ambiente que afectan la salud de la población. Cuando, además, se busca obtener energía con la combustión, compite con los programas de reciclaje, ya que los materiales de mayor poder calorífico son aquellos más fácilmente reciclables y fuente de ingresos de cientos de recuperadores urbanos.
La excusa es la generación de energía; sin embargo, no se informa claramente que se recuperan niveles bajísimos y desproporcionados en relación a los gastos que genera sostener estas instalaciones. Así es incluso en lugares con altos niveles de incineración de basura, como en la Unión Europea, donde el porcentaje de recuperación de energía es mínimo, y muchos países deben importar basura para mantener las plantas en marcha y justificar las inversiones.
Incluso con ese marco de referencia, el proyecto impulsado por las autoridades nacionales será financiado a través de la Ley de Energías Renovables, por fuera de lo que establece esa norma, que excluye expresamente a los residuos sólidos urbanos y apuesta a promover verdaderas fuentes verdes como la energía eólica y solar.
Los vecinos de la Cuenca del río Reconquista, deberán sumar la contaminación de la quema de basura a la que hoy padecen por el entierro de más de 14.000 toneladas diarias de residuos provenientes en gran parte de la Cuenca Matanza-Riachuelo.
En el caso de la Ciudad de Buenos Aires, el distrito que genera la mayor cantidad de residuos que se envían a enterrar en rellenos sanitarios de la CEAMSE, la Ley 1.854 establece un cronograma de reducción progresiva de los residuos que se entierran mediante la implementación de programas de recolección diferenciada, reciclado y recuperación de materiales que se encuentran en los residuos, entre otras acciones. Sin embargo esta ley es ignorada por el Gobierno porteño desde hace más de cuatro años, en una estrategia que en realidad parece buscar que la Ciudad quede sin alternativas de disposición, para así cumplir con uno de los proyectos impulsados por el PRO incluso antes de asumir el primer mandato; quemar la basura porteña, en contra de lo que establece la Ley de Basura Cero.
Situaciones graves como la actual deben servir para establecer prioridades en materia de políticas sustentables de gestión de residuos e invertir en el cumplimiento de la normativa vigente que exige el reciclado y la recuperación de materiales. Plantear como estrategia seguir enterrando basura, o dónde y cómo quemarla es apagar un incendio con fuego.
Noticias de tu interés