5 horas en... Cuzco

Aunque se disponga de poco tiempo, en este magnífico destino se debe disfrutar a pleno de los muros de piedra que conservan intacta la historia del Imperio Incaico.

Cuzco es una de esas ciudades del mundo. Ésas en que los visitantes son bienvenidos desde el primer momento, ésas que regalan a los turistas la extraña y agradable sensación de estar en casa, incluso a miles de kilómetros de ella. Para quienes la han visitado, es difícil lograr la objetividad al hablar de Cuzco y hacerlo sin emocionarse: marca un antes y un después en el marco de un viaje por Latinoamérica.
Antiguamente, Cuzco supo ser la capital del Imperio Incaico o Tahuantinsuyo (proviene del quechua Tawantin Suyu, que significa "las cuatro regiones") y una de las ciudades más importantes del Virreinato del Perú. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1983, entre las piedras, los monumentos y los muros de Cuzco es posible reconstruir la rica historia precolombina de Sudamérica.

n Si bien es una ciudad en la que vale la pena quedarse al menos una semana, si sólo se dispone de pocas horas es importante administrarlas de la mejor manera y sacar provecho de todo lo que este lugar tiene para ofrecer. Sin duda, el recorrido debe comenzar en la Plaza de Armas que fue, es y será el lugar más importante de Cuzco. En tiempos del Imperio Incaico (1438-1533), este sitio era llamado Huacaypata, que en quechua significa "lugar de encuentro", ya que era el punto donde coincidían los límites de las cuatro regiones que conformaban el Imperio. Claro que este sitio también presenció momentos más sombríos de la historia del Perú, como la conquista de Cuzco en manos del español Francisco Pizarro. Hoy, la plaza es el escenario de las principales celebraciones de la ciudad, como el Inti Raymi, la fiesta del sol que se realiza cada solsticio de invierno. En sus alrededores se pueden visitar la Iglesia de la Compañía y el Museo de Arte Precolombino, donde se reivindica el arte de las antiguas culturas del Perú.

n Frente a la plaza, un punto aparte en un recorrido por la ciudad es la Catedral, construida entre 1560 y 1664 sobre el palacio real del Inca Viracocha, hijo del sol. La construcción de estilo renacentista y barroco es una veneración al patrono de Cuzco hecha en bloques de piedra traídos de la fortaleza de Sacsayhuamán, situada a dos kilómetros de la ciudad. Allí descansan 300 lienzos de la escuela de pintura cusqueña y muebles originales, como sus altares de madera tallada. Dos horas y algo más se lleva un recorrido por la plaza y la catedral.

n A escasos metros de la gran iglesia, sobre la Calle Hatum Rumiyuq, se levanta el Palacio Arzobispal, cuyo principal atractivo es la famosa Piedra de los Doce ngulos. Se trata de una obra labrada por los incas, cuyos 12 vértices encajan perfectamente entre las demás piezas de piedra pulida que conforman el muro; un claro ejemplo de la sorprendente precisión con la que realizaban sus construcciones.

n Después de una caminata por el centro histórico, es oportuno dar un paseo por el Mercado Municipal de Cuzco, el mejor lugar para disfrutar de coloridos jugos naturales hechos de incontables tipos de frutas. Como sucede en los principales mercados de Latinoamérica, allí se puede encontrar de todo: desde quesos y conservas hasta artesanías, ropa y artículos de perfumería.

n Por último, los amantes de la gastronomía encontrarán lo que buscan en el restaurante Senzo, emplazado en el Palacio Nazarenas. Allí, el fantástico chef Virgilio Martínez sorprende con sus preparaciones basadas en productos frescos de la región, hierbas autóctonas y flores comestibles cultivadas en el hotel.
Cuzco es una ciudad única, a la que vale la pena conocer, aun si sólo se dispone de cinco horas antes de subir a otro avión y partir hacia otro destino. n 3D
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