Estos "nuevos obreros argentinos" ganan $40.000 al mes: ¿qué hacen?

Están bien pagos: casi 40% más que el resto de los empleados en relación de dependencia. Sin embargo, el talento no sobra y los “tironeos entre los distintos empleadores son habituales. Las diferencias entre autodidactas y universitarios.

En agosto de 2017, la prestigiosa revista Wired definió a los desarrolladores como los nuevos "blue collar", denominación (bastante deudora de la obra del pintor Norman Rockwell) que refiere a la clase obrera y su identificación con los mamelucos azules. La comparación con un operario puede sonar forzada pero tiene cierta correlación si se compara a las industrias más pujantes del siglo 20 y 21: el developer de hoy representa un bien tan valioso como el trabajador de la línea de montaje de una automotriz hace 50 años

Las similitudes, claro está, terminan ahí. Los desarrolladores, encargados de levantar las paredes de código que luego conformarán los programas que utilizan miles de millones de usuarios en todo el mundo (allí donde haya una PC o un smartphone), requieren de otras aptitudes y herramientas, apelan en su trabajo diario a una gran variedad de soluciones creativas y, lo más importante, son codiciados por las grandes firmas tecnológicos, que no dudan de poner a disposición todos los beneficios a su alcance para captar a los mejores talentos.

Estas particularidades del sector se ven reflejadas también en los sueldos. Los resultados de la última encuesta del Observatorio Permanente de la Industria del Software y Servicios Informáticos (Opssi), publicada en 2017, arroja que los salarios brutos mensuales promedio son de $19.500 para la categoría de programadores sin experiencia previa (Junior), $28.750 para aquellos con alguna experiencia (Semi senior) y $38.900 para los programadores con experiencia (Senior). El mismo informe, refleja que la remuneración media de la industria del software es 38% mayor al promedio de la economía y que según estimaciones elaboradas a partir de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) nueve de cada diez empleos en la industria del software son registrados.

Los números por sí solos impactan y se ven respaldados por el apoyo gubernamental, que en la última década ha trabajado para potenciar esta rama, sobre todo de la mano de la Ley de Promoción de la Industria de Software. La mirada estatal sobre la actividad es clara: el país necesita más y mejores desarrolladores locales.

Trabajando en una industria de alta demanda

"Lo que buscamos es talento. Más allá de los conocimientos específicos sobre alguna tecnología, lo que más importa es sumar personas talentosas al equipo. Profesionales con capacidad para aprender y desaprender rápidamente", aclara Guillermo Willy, Chief People Officer, el equivalente a una gerencia de Recursos Humanos, en Globant. A la hora de reclutar desarrolladores, el proceso no corre por los mismos carriles que utilizan las empresas tradicionales; ser developer va más allá de lo que digan dos o tres carillas de un CV bien armado. 

Santiago Ceria, vicepresidente de Ingeniería y director de la oficina de Buenos Aires de la firma estadounidense Medallia, sostiene en este sentido que "más allá del conocimiento técnico relacionado con lenguajes de programación siempre es importante que la persona tenga buenos fundamentos sobre computación, con habilidades como pensamiento algorítmico, capacidad de abstracción y resolución de problemas". Además, el ejecutivo agrega: "Es muy importante el trabajo en equipo, la capacidad de aprender de manera continua y la adaptabilidad al cambio. En nuestro caso buscamos también un buen nivel de inglés".

Una pata que diferencia al software respecto de otras disciplinas es el debate que existe entre aquellos que sostienen la necesidad de encarar estudios terciarios y/o universitarios para incorporar herramientas y conocimientos imprescindibles para este trabajo, y aquellos que, por el contrario, aseguran que la mejor forma de hacerse como desarrollador es evitar las instituciones educativas y arrancar un camino propio. Esta última postura de corte autodidacta puede parecer extrema, pero tiene muchos adeptos en una era en la que se puede aprender código simplemente creando una cuenta en sitios como Codecademy o Acamica, entre otros. ¿Es suficiente para destacarse en un mercado laboral con gran demanda, pero altamente competitivo? 

Lucía Capón Paul es desarrolladora iOS en Intive-FDV, firma que posee oficinas en Buenos Aires, Nueva York y San Francisco. Ante la consulta del suplemento Innovación respecto a la importancia del estudio universitario a la hora de formarse como profesional, explica: "Te abre la cabeza en muchos aspectos; encarás los problemas de otra manera, tenés un background más técnico, más científico, y eso te sirve de mucho". Además, subraya que "hoy tenés tecnicaturas en programación, licenciaturas. Cada una tiene su perfil y es importante que se conozcan ya que no son lo mismo. Un técnico en programación va a saber muchísimo sobre un lenguaje, pero tal vez no va a saber explicar cosas sobre la performance y ahí vas a tener que apuntar más a un ingeniero, y si necesitas trabajar con gente y es un proyecto grande, tal vez debas visualizar un poco más al licenciado, que tiene más idea sobre funcionalidades o contacto con el cliente".

Willy suma la mirada de Globant, donde, asegura, no se filtra en base a si un candidato tiene o no título universitario. Aun así, considera que "aquellas personas que desarrollaron toda una carrera universitaria cuentan con una serie de habilidades diferenciales. La formación sobre todas las cosas define sin dudas la mirada, la postura frente a un problema, la capacidad de proponer soluciones". El especialista aclara que hoy existe un gran abanico de carreras cortas con formaciones muy interesantes, como "todo lo vinculado a las nuevas carreras digitales, a diseño visual, a gaming, o las mismas tecnicaturas que proponen las universidades como una alternativa a las carreras más extensas".

Un aspecto que celebra Capón Paul respecto a la cuestión académica es que en la industria de software hay muchas facilidades y beneficios: "Las empresas te ofrecen días de estudio, trabajos part-time, y eso es gracias a la alta demanda que hay en el trabajo de informático".

Requerimientos técnicos

La Argentina es uno de los faros de innovación de América latina debido a la alta especialización de sus trabajadores informáticos y la penetración de las nuevas tecnologías en el país. Basta con citar los datos de la propia Google, cuyo ranking de developers de Android en América latina ubica primero a Brasil y en segundo lugar a nuestro país por sobre México, que lo supera ampliamente en cantidad de habitantes. Por ello no extraña que las grandes empresas recurran a la mano de obra local cuando necesitan soluciones digitales ad-hoc para sus negocios. Hoy en día, es moneda corriente que aún la más analógica de las compañías requiera de una solución digital para potenciar su performance.

Globant, por ejemplo, cuenta entre sus clientes a gigantes de la talla de Nestlé, Puma, Banco Santander, Embraer y Southwest, entre otros; Intive-FDV ha trabajado con Audi, BMW, Credit Suisse, Deloitte y Volkswagen, por solo nombrar algunas, y Medallia trabaja con Mercedes Benz, Macy's, Paypal, Shell, Airbnb, Marriott y Delta. La lista combinada de las tres puede continuar por varios renglones, pero solo con esta muestra alcanza para graficar el gran impacto que tiene la industria de software local a escala mundial.

Ante este panorama, los desarrolladores se ven obligados a estar siempre en contacto con las últimas tecnologías. El mercado, como la moda, suele regirse por tendencias y lo que hace cinco años atrás era un nicho hoy puede ser la gran tendencia, como lo son la Inteligencia Artificial o la Realidad Virtual. Por ende, ¿cuáles son los perfiles más buscados en cuanto a lo técnico?

"Esto varía continuamente. No hay una característica específica que todos estén buscando. Hoy en día estamos poniendo mucho foco en todo lo relacionado a Inteligencia Artificial, por ejemplo. Pero no hay un solo perfil para esa tendencia sino múltiples. Por eso nuestro foco está  en el talento para aprender rápido, más que en los lenguajes puntuales. Los lenguajes y las tecnologías se aprenden", explica el CPO de Globant. Ceria agrega que en el caso de Medallia "lo que más buscamos son desarrolladores de software y especialistas en infraestructura técnica. También se buscan mucho los perfiles de seguridad informática, especialistas en usabilidad y en testing".

Estas declaraciones coinciden con los datos del Opssi, que observa que 8 de cada 10 empleos que se están creando en la industria de software argentina son cognitivos, es decir, vinculados a la Inteligencia Artificial. Además, de cara a los próximos 15 años, va a producirse una automatización de tareas de entre el 40% y 50%, por lo que adquirirán importancia habilidades como la resolución de problemas complejos, el pensamiento crítico, la creatividad, la gestión de personas, la inteligencia emocional, la orientación al servicio, la negociación, la flexibilidad, la autonomía y la empatía.

Al respecto, Alexis Sarghel, desarrollador y actual CTO de Eye Capital, compañía de tecnología dedicada a la rama fintech con oficinas en la Argentina y los Estados Unidos, subraya es importante que el developer posea entre sus aptitudes "la capacidad de aprender y aplicar algo que no conoce". Para ello "es clave ser autodidacta y emprendedor, mientras que con los lenguajes debe ser portable", aclara.

Puertas adentro: alimentar la innovación, fomentar la diversidad

La creatividad es inherente al trabajo del desarrollador; por ende, potenciarla es tarea fundamental. En la receta para la innovación, la cultura organizacional es un ingrediente clave, ya que de ella dependerá que "se encienda la lamparita" y las ideas lleguen de forma exitosa a buen puerto. Willy enfatiza que la innovación "tiene que ser una política transversal a toda la compañía. Se tiene que respirar en cada esquina. En ese contexto, el desarrollador va a encontrar el espacio para desarrollar su costado innovador". En la misma línea de pensamiento, Ceria agrega: "Hay que promover la innovación a través de actividades como eventos, conferencias o meetups donde se discutan los últimos avances en alguna tecnología. También es muy útil organizar actividades internas de difusión de avances tecnológicos o de lo que está haciendo cada equipo; por supuesto que la capacitación interna ayuda en este tema". 

Desde el lado de los desarrolladores, la filosofía es similar. "Algunos no reconocen que programar implica bastante creatividad, ya que estas diseñando una solución de cero para un problema específico y necesitas estar tranquilo, pensando en eso. Todo eso lleva a tener ciertos beneficios y por suerte muchas empresas se están subiendo a esa ola", celebra Capón Paul respecto a las comodidades que brindan las compañías para lograr un ambiente fértil en cuanto a lo creativo. Sarghel añade que se deben "valorar más los recursos técnicos, brindándoles condiciones contractuales y de entorno acordes", una condición necesaria para generar mejores entornos laborales.

Diversidad es otro concepto fundamental que la industria de software intenta aplicar. Emparentada durante años con la cultura machista, la tecnología hoy apuesta cada vez más a generar inclusión, aunque el camino a recorrer es muy largo y recién se están dando los primeros pasos. Brotopia, el libro de Emily Chang que ya es uno de los grandes éxitos editoriales de 2018 al pormenorizar el "club de hombres" en el que se convirtió Silicon Valley, lo deja en claro: a pesar de la aparente fachada progresista de las grandes empresas, startups y ejecutivos del sector, sigue imperando una lógica machista, solapadamente racista (por lo menos, en la costa oeste de los Estados Unidos) y tendiente a la exclusividad en muchas de las grandes esferas del ecosistema tech. Afortunadamente, los vientos de cambios soplan con cada vez más fuerza y la Argentina, en consonancia con la coyuntura actual, intenta hacer las cosas de otra manera.

Ceria, por ejemplo, reafirma la necesidad de crear "ambientes de trabajo inclusivos donde los desarrolladores y desarrolladoras sean escuchados y se sientan cómodos"; Estefanía Miguel, Ingeniera en Sistema de la Información, docente universitaria y desarrolladora en Grupo Esfera, da cuenta de que actualmente el género femenino representa menos del 22% de la industria y sostiene: "hace falta una mayor visibilización de las ciencias e ingenierías en las escuelas y luego, el otro desafío, es que las que ingresen a ingeniería, no sufran de acoso o violencia de género", un situación que el grupo “Lasdesistemas , que nuclea a mujeres que trabajan en tecnología y al que ella pertenece, sigue de muy de cerca. 

La cultura popular, por otra parte, también metió la cola en la conformación de estereotipos que no se ajustan necesariamente a la realidad de este ámbito: "Las películas y series han desvirtuado lo que es una persona desarrolladora. Se cree que una desarrolladora es una persona blanca, identificada con el género masculino, heterosexual y generalmente poco sociable", lamenta Miguel, y agrega: "Estos roles, han dejado de lado a las mujeres cis, trans, lesbianas y gays que existen y trabajan en la industria. Creo que la falta de roles pudo haber sido un factor a la hora de que estos grupos elijan la carrera. Por otro lado, sistemas no se puede considerar una industria poco sociable porque constantemente estamos trabajando con gente, ya que, al desarrollar, por lo menos en la cultura ágil, hay que tener muy presente a quien va a utilizar el producto y al equipo con el cual trabajamos". 

La faceta "cool" del ambiente tecnológico de a poco se convierte en una postura más consciente sobre la diversidad y la integración, y se aleja de ser simplemente una postura de moda montada sobre la estructura desenfadada de las firmas 2.0. "Poco a poco, después de la marcha del #8M y otras iniciativas, se va abriendo el debate. Pero sigue habiendo reticencia y es algo que se tiene que trabajar en todas las áreas. O sea, si bien no es una metalúrgica, todavía se necesita", detalla Capón Paul y da un ejemplo sobre el panorama con el que se encuentran las mujeres al cursar carreras de perfil tecnológico en Argentina: "El cuatrimestre pasado cursé una materia de 40 alumnos. Soy de sentarme más o menos adelante. Me di vuelta y era la única chica ahí. Yo tengo mi carácter y puedo tolerarlo, pero hay chicas que no pudieron, y hay compañeras mías que se cambiaron de carrera porque no pudieron con la presión, o se sintieron solas, y no se visibiliza como debería". 

A fin de cuentas, tal como sintetiza Sarghel, los desarrolladores son seres humanos, "su identidad de género no debe cambiar el resultado de una postulación". Incluso, a la hora de trazar un perfil sobre los desarrolladores argentinos, todos coinciden en el mismo diagnóstico, que no reconoce género, orientación sexual, raza o credo: se trata de un developer que se destaca por su creatividad y su pasión por el trabajo.

En general los argentinos somos creativos, le buscamos la vuelta a los problemas y desafiamos las cosas que nos piden si por algún motivo nos parece que no son la mejor solución", celebra Ceria, mientras que Capón Paul destaca "el calor que tenemos los latinos. Me ha pasado de hablar con clientes de otros países y reconocen que no hay tanta sinceridad como la que te da el argentino. La forma en la que lo encaramos y la honestidad que tenemos es otra".

Números

De acuerdo con números aportados por la Cámara de Empresas de Software y Servicios Informáticos de Argentina (Cessi), en 2017 se generaron un total de 8.500 puestos de trabajo, quedando un aproximado de 5.000 sin cubrir. La entidad estima que, teniendo en cuenta la demanda creciente del 12% anual, para 2018 ya se habrán generado un total de 120.000 empleos en el país y para 2030 el número crecerá hasta el medio millón de empleos en la industria de software nacional.
 

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