Argentina debe relanzar su relación estratégica con Brasil

En los próximos meses, la Argentina debe replantearse su relación con el mundo. A no dudar, el primer paso debe ser el relanzamiento de la relación con Brasil y, a partir de allí, lanzarnos en una política multipolar que proyecte nuestros valores e intereses para generar oportunidades de desarrollo. Esto significa dejar atrás nuestra patológica asociación con Venezuela e Irán. En los últimos días, intercambié opiniones con varios funcionarios de la administración de nuestro socio estratégico, entre los que destacan las reuniones mantenidas con dos amigos como el canciller Mauro Vieira y el presidente del Banco Central, Alexandre Tombini. Esto me permitió tener un diálogo franco y directo, alrededor de varios temas que nos involucran, deteniéndonos en la relación bilateral.

El enfoque de esta situación es el siguiente. En primer lugar, el actual es un momento complejo para ambos países. Para Brasil, por la devaluación de su moneda, por dificultades políticas y por una economía que este año estará en recesión. Para Argentina, porque nos encontramos en el umbral de una transición política que termina con grandes incertidumbres y amplios desafíos para los que llegan. Esta compleja realidad no fue inocua para el comercio y durante los últimos doce meses el intercambio entre ambos países cayó cerca de u$s 7.500 millones, con menos exportaciones e importaciones desde ambos lados de la frontera.

Ambas realidades han puesto cierta neblina en la relación bilateral. Sin embargo, hay amplia voluntad para hablar del futuro y dinamizar esta asociación estratégica que implica cinco temas centrales para trabajar, más allá de los problemas coyunturales y otros sectores estratégicos, como la congruencia científico-tecnológica, en los que la relación bilateral continúa fortaleciéndose.

En principio, resulta imprescindible limpiar la mesa de restricciones comerciales para generar un campo de juego nivelado en nuestro intercambio bilateral. Las trabas argentinas a las importaciones han afectado a Brasil por encima de otros socios comerciales. De los cerca de u$s 8.500 millones menos que importamos en 2014, u$s 5.000 afectaron a Brasil, cerca del 60% de las menores compras argentinas. Así, venimos sustituyendo importaciones de Brasil por importaciones chinas, aun cuando Brasil es nuestro principal socio comercial. El eco de esas decisiones toma la forma de retaliaciones comerciales que afectan nuestras exportaciones. Las ventas a Brasil superan en tres veces las de China y las compras brasileras suman lo mismo que los cinco mercados que le siguen en importancia. No sólo es nuestro primer cliente sino el principal destino de nuestros envíos de productos industriales.

Para lograr esto es preciso instrumentar un sistema de pagos que le otorgue fluidez a nuestras exportaciones e importaciones. Al respecto, debemos propiciar un canje de monedas con Brasil, que asegure el financiamiento de las transacciones entre los dos países es una alternativa audaz. Se trata de establecer un acuerdo crediticio entre ambos bancos centrales que permita prefinanciar el comercio exterior en reales y en pesos, respectivamente.
En tercer lugar, debemos impulsar las obras de infraestructura necesarias para generar un espacio común sin fronteras. Construir puentes, puertos y caminos, achicando nuestras fronteras. Darle fluidez a la utilización de la hidrovía Paraná-Uruguay es un tema crítico para ganar competitividad en ambos países. También lo es mejorar la interconexión energética a través de Uruguayana, un tema de gran relevancia en el desarrollo de nuestros eslabones productivos.

Cuarto, un Mercosur activo en negociaciones comerciales, trabajando juntos para abrir nuevos mercados, promoviendo la inserción de empresas de ambos países en las grandes cadenas de valor mundiales.
En quinto lugar, esta forma de transitar las negociaciones comerciales nos lleva a dialogar juntos con China, sin secretos en nuestros acuerdos. Hoy Argentina le soltó la mano a su socio estratégico. Es necesario estar del mismo lado de la mesa como equipo, haciéndonos más fuertes en el proceso, lo que constituye un vector cada vez más sólido.

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