¿Qué hacer con los MOOC?
La Educación a Distancia (EaD) se origina hace un siglo atrás cuando, gracias al desarrollo de la imprenta y los servicios postales, empieza a popularizarse. Más tarde, la radio y la televisión se incorporan como recursos tecnológicos y permiten desarrollar más amplias ofertas de EaD. Quién no recuerda, a principios de los 60, la iniciativa del Consejo Nacional de Educación Técnica (CONET) denominada Telescuela Técnica, que ofrecía, entre otros, cursos de física, química, mecánica a través de Canal 7. Pero es recién con la llegada de las computadoras, al hogar y del acceso universal a Internet que la EaD se populariza.
Por su parte, la Educación Superior (ES) evolucionó, desde sus orígenes en la Edad Media, hacia el modelo industrial de los siglos 18 y 19, en los cuales era necesario formar a la mayor cantidad de gente en el menor tiempo posible. Hoy, estos modelos no tienen razón de ser y son cuestionados por varios factores, entre los que se destacan la democratización del acceso a la ES y el crecimiento exponencial del conocimiento humano.
Es en este escenario que surgen, a finales de la década pasada, propuestas educativas masivas, online y de acceso abierto, que son las características que dan nombre a los MOOC (Massive Open Online Course). Algunos de sus impulsores los proponen como una metodología pedagógica en la cual los estudiantes aprenden a partir de la interacción entre sus pares. Una iniciativa fue la del Massachusetts Institute of Technology (MIT) que, mediante su propuesta denominada Open Coursware (OCW), comienza a poner a disposición del público los contenidos de sus cursos universitarios. No pasó mucho tiempo hasta que estas primeras acciones se expandieran en Internet y con ellas la polémica que generaron. Hoy, hay propuestas entre las cuales se incluyen Coursera, edX o Udacity, por nombrar sólo las norteamericanas, o MiriadaX, desarrollada en España. Esta ofertó, a principios de 2013 dos decenas de cursos elaborados por universidades españolas, que consiguieron, casi instantáneamente, cerca de 200.000 alumnos. Coursera, desarrollada inicialmente por las universidades de Stanford, Princeton, Michigan y Pennsylvania, cuenta con más de un millón de estudiantes.
Más allá de tales números, las polémicas sobre los MOOC crecen y muchas dudas están aún sin respuesta, como: ¿son realmente efectivos estos cursos? o ¿qué proporción de las enormes cantidades de alumnos que acceden a los mismos, logran un aprendizaje significativo? Hay quienes se atreven a postular que este modelo viene a cambiar a la universidad y que sería la única forma de llegar a una verdadera y total democratización de la ES.
De lo que no cabe duda es que se trata de una tendencia que no se puede soslayar, a la que habrá que prestarle mucha atención y, más aún, experimentarla para poder opinar.
Por su parte, la Educación Superior (ES) evolucionó, desde sus orígenes en la Edad Media, hacia el modelo industrial de los siglos 18 y 19, en los cuales era necesario formar a la mayor cantidad de gente en el menor tiempo posible. Hoy, estos modelos no tienen razón de ser y son cuestionados por varios factores, entre los que se destacan la democratización del acceso a la ES y el crecimiento exponencial del conocimiento humano.
Es en este escenario que surgen, a finales de la década pasada, propuestas educativas masivas, online y de acceso abierto, que son las características que dan nombre a los MOOC (Massive Open Online Course). Algunos de sus impulsores los proponen como una metodología pedagógica en la cual los estudiantes aprenden a partir de la interacción entre sus pares. Una iniciativa fue la del Massachusetts Institute of Technology (MIT) que, mediante su propuesta denominada Open Coursware (OCW), comienza a poner a disposición del público los contenidos de sus cursos universitarios. No pasó mucho tiempo hasta que estas primeras acciones se expandieran en Internet y con ellas la polémica que generaron. Hoy, hay propuestas entre las cuales se incluyen Coursera, edX o Udacity, por nombrar sólo las norteamericanas, o MiriadaX, desarrollada en España. Esta ofertó, a principios de 2013 dos decenas de cursos elaborados por universidades españolas, que consiguieron, casi instantáneamente, cerca de 200.000 alumnos. Coursera, desarrollada inicialmente por las universidades de Stanford, Princeton, Michigan y Pennsylvania, cuenta con más de un millón de estudiantes.
Más allá de tales números, las polémicas sobre los MOOC crecen y muchas dudas están aún sin respuesta, como: ¿son realmente efectivos estos cursos? o ¿qué proporción de las enormes cantidades de alumnos que acceden a los mismos, logran un aprendizaje significativo? Hay quienes se atreven a postular que este modelo viene a cambiar a la universidad y que sería la única forma de llegar a una verdadera y total democratización de la ES.
De lo que no cabe duda es que se trata de una tendencia que no se puede soslayar, a la que habrá que prestarle mucha atención y, más aún, experimentarla para poder opinar.
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