La Patagonia de siempre

La provincia de Neuquén tiene en sus pequeñas villas turísticas atractivos para visitar una y mil veces, con paisajes naturales únicos, excelentes servicios hoteleros y una gastronomía genuina imposible de olvidar.

En cualquier dirección en la que se dirija la mirada, cuando uno está en Villa La Angostura, el paisaje será impecable: el Nahuel Huapi como una seda celeste, los picos nevados, el cielo azul, la madera y piedra a la vista en las casas que nacen entre el verde que se impone fuera del núcleo urbano y, por sobre todas las cosas, esa interminable seguidilla de árboles.

Es que el sereno pueblo de Villa La Angostura está enclavado dentro de un bosque húmedo, con un bioma de características propias que le dan un marco único a la región: sus miles y miles de coihues, cipreses y pinos son otro de los tantos detalles que sorprenden a turistas de todo el mundo que, año tras año, vuelven a andar y desandan las calles, los hoteles, las casas de té, los miradores de los lagos y hasta los medios de elevación del Cerro Bayo.

Es que como pocos sitos de la Patagonia, "la villa" puede jactarse con holgura de su condición de destino internacional, y especialmente luego del crecimiento que tuvo en los últimos años. Nuevos restaurantes, flamantes hoteles y circuitos ganan espacio dentro de la oferta turística.

Un alojamiento ícono a la altura del destino es el Hotel Correntoso, ubicado en la boca del río Correntoso en su unión con el Nahuel Huapi, sitio considerado de culto para pescadores de todo el mundo. Fachada e interiores de madera, excelente servicio, gastronomía gourmet y ventanales con vistas de ensueño marcan la pauta de este renovado clásico de la zona.

De igual manera, cabañas y hospedajes se multiplican en las afueras del pequeño núcleo urbano, fundamentalmente en Puerto Manzano, complejo residencial donde se destaca la hostería La Escondida, dueña de un diseño sumamente moderno, junto al Nahuel Huapi. En la dirección contraria, cerca del río Correntoso, vale la pena detenerse en El Faro, un hotel de gran lujo construido con piedra patagónica y madera de incienso. En lo alto de su torre existe un mirador desde el cual un sinfín de maravillas naturales se abren paso a sus pies.

A la hora de la cena, entre los restaurantes de la zona se destacan Tinto Bistró y Waldhaus. El primero es el restaurante comandado por Martín Zorreguieta, hermano de la princesa Máxima, con una gastronomía lisa, llana y deliciosa, basada en los sabores que cualquiera pretende degustar en esta zona, y acompañada por un excelente servicio y una interesante carta de vinos. Waldhaus, bajo la conducción de Leo Morcella, ofrece preparaciones clásicas sureñas como trucha o fondue.

Entre los circuitos que nunca hay que perderse están los paseos embarcados al Bosque de Arrayanes, Isla Victoria o Puerto Pañuelo que merecen disfrutarse una y mil veces. Muy cerca de la ciudad, en dirección al Lago Espejo, varios miradores desnudan al Nahuel Huapi y sus islotes arbolados desde distintas perspectivas, hasta que poco después se llega a sus costas, donde bien vale un descanso antes de emprender la vuelta a la ciudad.

San Martín de los Andes

La pequeña ciudad de San Martín de los Andes, a orilla del Lago Lacar, no parece perturbar su paz con el ida y vuelta de los turistas por sus calles. Las casas de chocolates artesanales, los restaurantes y los espacios públicos reciben a los visitantes con la serenidad de siempre.

Para empezar, uno de sus grandes atractivos es la posibilidad de practicar pesca con mosca, además de contar con una gran variedad de paseos terrestres y lacustres de inmensa belleza que se pueden disfrutar en cualquier época del año. Las playas de Quila Quina, el circuito Siete Lagos, el volcán Lanín, las termas Lahuen Co y los lagos Paimún y Huechulafquen son algunos de los más atractivos.

Así y todo, una alternativa relativamente nueva para muchos es la visita a la Villa Lago Meliquina, situada a pocos kilómetros de San Martín; un paraíso poco conocido de gran belleza natural y paisajística. Se trata de un pequeño poblado junto al lago Meliquina rodeado de uno de los entornos más maravillosos de la Patagonia, que seduce a sus visitantes con su serenidad, su filosofía netamente conservacionista y su pureza. De hecho, gran parte de las casas utilizan generadores de energía eólica y prácticamente no generan basura, sino que buscan reciclar la totalidad de sus deshechos. Allí es posible alojarse en muy buenos hoteles y disfrutar de una variada oferta gastronómica de platos típicos.

Y claro, en esta época del año, como si todo lo anterior fuera poco, el cerro Chapelco abrirá sus puertas y los amantes de los deportes de nieve tendrán en sus laderas uno de los mejores circuitos para esquí y snowboard de todo Sudamérica.

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