Radiografía de los maestros: desafíos de una profesión en crisis

A pesar de las dificultades que atraviesa el sistema educativo, la docencia es todavía una de las ocupaciones más numerosas de la Argentina. Con 1.200.000 de educadores, la carrera profesional es estable, aunque las pocas posibilidades de ascenso y los salarios bajos atentan contra la calidad de los docentes. Las cifras de un actor social clave.

P ese a la crisis que atraviesa el sistema educativo, la docencia es una las profesiones más populares y extendidas en toda la geografía de la Argentina. Un millón doscientos mil argentinos trabajan de educadores. Es decir, hay un maestro por cada 36 ciudadanos. Son muchos más que los médicos -uno cada 200 habitantes- y ni que hablar de los psicólogos y los economistas, según marcan las cifras del Ministerio de Educación de la Nación.


Es lógico que así sea: la educación es, por definición legal en la Argentina, un bien social que el Estado debe garantizar para todos los que tengan entre 5 y 18 años. Los expertos señalan que aún falta escolarizar a un 20% de esa porción de la población, sobre todo, de los sectores populares. Por lo tanto, y aunque no lo parezca, la docencia es una carrera con estabilidad y futuro promisorio en el país.


Sin embargo, en los últimos días, a raíz de la huelga que azotó la provincia de Buenos Aires, jurisdicción que reúne al 40% de la matrícula del país, los maestros tomaron protagonismo en la escena pública y expusieron la crisis que vive el sistema educativo. Los salarios, el ausentismo y los problemas de formación, fueron algunos de los asuntos que volvieron al debate y se discutieron hasta en los programas de chimentos de TV, mientras los padres, con sus hijos en las casas, admitían lo que ordena la vida cotidiana que haya clases.


Quienes enseñan en las escuelas afrontan un desafío profundo, desatado, en parte, por la incorporación de las nuevas tecnologías y los cambios estructurales de la familia. Los maestros tratan de guiar, más que transmitir conocimientos, a jóvenes heterogéneos que provienen -sobre todo, en las escuelas públicas- de familias con poca experiencia cultural y educativa, señalan los especialistas. Así, los conflictos sociales estallan en el aula y muchos de los maestros no encuentran en su formación pedagógica las herramientas suficientes para afrontarlos.


Hace tiempo que un maestro es mucho más que una segunda mamá, como muchos los señalan. La escuela tampoco es esa gran antorcha colocada en medio de las tinieblas de la ignorancia, como la definió Juan Ferreyra, uno de los defensores del normalismo en la Argentina, y su función no se limita a formar futuros ciudadanos, una masa homogénea y letrada, como se pensaba a comienzos del siglo XX, cuando se constituyó el sistema educativo, con una sociedad donde el 35% era analfabeto.

Bajo la lupa

Hace diez años, se tomaron los últimos datos oficiales sobre los maestros argentinos. Provienen del Censo Docente 2004, que hizo el Ministerio de Educación de la Nación, una medición que se lleva adelante cada década. La Secretaria de Planificación de la cartera, Marisa Díaz, precisa a 3Días que en octubre próximo tendrá lugar el nuevo censo.


Lo que se desprende de aquel estudio es que la gran mayoría de los educadores en actividad tiene hoy entre 30 y 49 años, pero que hay una gran movilidad. Cada vez más jóvenes recién recibidos ingresan a las escuelas porque la jubilación docente viene, en promedio, a los 57 años.


Por su parte, el Estado es el principal empleador. El 70% trabaja en escuelas públicas, el 20% lo hace exclusivamente en privadas y un 10% comparte las aulas de uno y otro sistema, según una proyección del Censo Docente 2004.


Como ocurre históricamente, una gran mayoría siguen siendo mujeres (ver recuadro pág. 5), aunque ese porcentaje baja en los colegios secundarios, donde hay profesores que provienen de otras carreras.
En tanto, la formación docente se modificó en el 2008. Desde ese momento la carrera cambió sus planes de estudio y se extendió un año más. Hoy, para ser docente hay que estudiar cuatro años y no tres. Ya algunos de esos nuevos graduados están llegando a cargos en las escuelas y las autoridades confían en que la entrada de nuevas generaciones va a cambiar la enseñanza.

Puja salarial

El salario docente, qué duda cabe, es bajo, y -aunque lo paga cada provincia, ya que la educación está descentralizada -todos los comienzos de año, por paritaria, el Gobierno nacional fija un piso mínimo para el cargo de maestro de grado. Los especialistas consultados coinciden en que ese sueldo no terminó de recuperarse completamente de la crisis de 2001 y hoy corre peligro ante un contexto de inflación creciente. "El salario no es el único componente del prestigio de una profesión, pero tampoco se puede negar que es relevante, afirma Cecilia Veleda, investigadora del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec). Y agrega: En la Argentina, hubo una fuerte recomposición del salario docente entre el 2003 y 2008, cuando mejoró un 75% su capacidad adquisitiva, pero ahí se recuperó lo que se había perdido en los años 80 y en 2001. Luego, se planchó y hoy podemos decir que, si tomamos las últimas tres décadas, no se logró aún darle ni estabilidad ni un nivel digno al salario docente".


Al respecto, el Banco Interamericano de Desarrollo, en un documento publicado en 2013, después de conocerse los resultados de las pruebas PISA, aconsejó a los gobiernos cuidar el sueldo de los maestros, ya que "estudios exhaustivos realizados en países en desarrollo demuestran que dedicar recursos adicionales a materiales escolares es mucho menos eficaz para mejorar el rendimiento de los alumnos, que asignar los mismos recursos al pago de los docentes según su desempeño".


Los maestros se autodefinen como pertenecientes a clases medias y medias bajas de la sociedad, según una encuesta realizada por la Universidad Pedagógica, a la que accedió 3Días. Sólo el 5,9% de los docentes bonaerenses definió su hogar como pobre. En tanto, la mayoría, un 68%, se percibe como integrante de la clase media y el 22% se considera de clase media baja. Además, el estudio revela que más de un tercio de los educadores tiene otro trabajo anexo para mantener su posición en la pirámide social.

Duro camino

La carrera docente tiene mucha estabilidad, pero poco incentivo para el ascenso. Un maestro que se inicia tiene, en relación, un sueldo más atractivo que quien hace 15 está en el sistema. Los aumentos salariales, en general, se dan sobre el básico, sin tener en cuenta la antigüedad. Eso trae como consecuencia el "achatamiento de la pirámide" salarial, del que se quejaron en las paritarias, durante las últimas semanas, los sindicatos docentes. Por ejemplo, el 38,7% de aumento que consiguieron los docentes en Buenos Aires se aplica solo para el sueldo inicial, sin antigüedad. Para los que tienen 15 años de servicio, es del 31,8 %, y para un director, del 30,7%.


El máximo lugar al que puede aspirar un maestro es un cargo directivo. Pero, en cada escuela, hay apenas tres lugares destacados: secretario, vicedirector y director. El resto son todos maestros a secas, tengan el puntaje que tengan o la calidad de formación que sea. Es lo mismo un doctor en Educación que un maestro recibido en el Normal. Lo úico que diferencia un sueldo de otro es la antigüedad, se queja, fuera de micrófono, un docente porteño.


¿Pero cómo se asciende en el escalafón educativo? Por puntaje, o bien cuando queda un cargo vacante porque el directivo se jubila. En ese sistema de puntos, de nuevo, lo que más pesa es la cantidad de años en servicio. También tienen puntos que provienen de los cursos de capacitación que haya elegido realizar y de la evaluación del director de la escuela. "Todos ponen 100 puntos a todos, el máximo posible", confiesa una ex funcionaria del gobierno porteño. ¿Por qué? "Porque temen que, si les ponen menos, el maestro apele la evaluación y le cueste un sumario al director". Como resultado, es un sistema que genera que miles de maestros se jubilen, tras 30 años de carrera, dando clases todos los días de su vida profesional en un aula a un grupo de 30 alumnos.


La profesora e investigadora de la Universidad de San Andrés, Rebeca Anijovich, apunta a otros problemas que genera el sistema de puntajes. "Hay escuelas prestigiosas donde todos los docentes quieren ir a trabajar y de ahí no se van. En cambio, nadie quiere ir a trabajar a los bordes de la Ciudad: en la zona Sur, los maestros y los directores no pueden armar equipos de trabajo", opina la experta.


En una investigación del Instituto de Planeamiento de la Unesco, Inés Aguerrondo, quien fuera funcionaria de Educación en los años 90, llega a una conclusión: la calidad de los docentes está determinada, más que nada, por cómo se ingresa, se permanece y se asciende en la institución. "Es una carrera vertical, de una sola vía, y dentro del mismo cargo, la diferencia del salario está dado sólo por la antigüedad".

Capacitación

A pesar de todo, muchos maestros son inquietos. Según cifras de la Universidad Pedagógica, más del 60% de los docentes bonaerenses realizó entre uno y cuatro cursos de actualización en los últimos cinco años. La mayoría optan por cursos cortos, instrumentales y los temas que más requieren son nuevas tecnologías y herramientas para resolver conflictos y problemas de disciplina en el aula. Es decir, buscan actualización profesional. En tanto, los que más se capacitan son los profesores de secundaria y los de las escuelas privadas. La encuesta señala que todos reconocen como primer impedimento para la capacitación, la falta de tiempo por exceso de trabajo.


En la actualidad, el Estado es el gran proveedor de esos cursos, que son gratuitos, a diferencia de lo ocurrido en los años 90, donde había una mercantilización de la actualización docente y se tenía que pagar por recibirla. El 80% de los educadores bonaerenses declara haber cursado actualizaciones en organismos estatales.


Para Veleda, "en las últimas tres décadas, hubo un fuerte deterioro en la formación inicial de los maestros. Y agrega: "El sistema formador está sobredimensionado. Hay gran fragmentación, una cantidad excesiva de instituciones, un nivel muy desparejo y es un sistema de muy difícil gobierno".


La especialista de Cippec cree que "no hay que culpar a los docentes, porque se trata de errores estructurales en las políticas del sector. Cita como ejemplo un informe del Ministerio de Educación nacional que muestra, a través de un estudio serio y exhaustivo en tres o cuatro provincias, como, en una dimensión fundamental de la enseñanza que es la de la lectoescritura, la gran mayoría de los docentes no cuenta con un saber sistemático de cómo enseñar a leer y a escribir a sus alumnos, remarca Velada. Y agrega: Esto después se traduce lógicamente en los fuertes problemas de comprensión lectora nuestros alumnos a los 15 años en las pruebas PISA".


Por último, Anijovich, que trabaja en capacitación docente en la Facultad de Derecho de la UBA, señala que en otros países no se permite que los maestros se reciban y entren directamente al aula. "En general hacen un año junto a otro educador experimentado. Acá, en cambio, tienen, a lo sumo, un cuatrimestre de práctica. Y en el caso de la secundaria, apenas diez días. Esto no es así en otros países, donde la sociedad entiende que un sistema educativo funciona bien si tiene buenos docentes".

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