Obama merece el apoyo a las negociaciones con Irán

Nadie puede decir que Benjamin Netanyahu no tiene agallas. Desairó a un presidente norteamericano demócrata suplicando a un Congreso republicano que destruya una iniciativa de la Casa Blanca, a dos semanas de enfrentar su propia elección.
Pero tener agallas no es lo mismo que tener sentido común. Se duda que la gambeta de Netanyahu haga cambiar de opinión a los legisladores norteamericanos. La mayoría ya entendía el recelo de Israel por el acuerdo nuclear con Irán propuesto por Barack Obama. Al convertirlo en una cuestión partidaria en Estados Unidos, el desprecio de Netanyahu a las normas abrió grietas dentro de grupos pro-israelíes donde no había. También invitó a un análisis más profundo de sus propias objeciones a cualquier tipo de acuerdo con Irán. Obama todavía tiene mucho por delante antes de poder asegurarse un acuerdo aceptable. Aún entonces, podría ser inalcanzable. Pero tiene la obligación de intentarlo. Irónicamente, las acciones de Netanyahu quizás faciliten un poco su tarea.
La principal objeción de Netanyahu es que nunca se puede confiar en que Irán cumplirá con un acuerdo nuclear. Israel únicamente aceptará un desmembramiento total de la capacidad nuclear civil de Irán. Aún así, las sanciones de Estados Unidos contra Irán deberían mantenerse. Como principal patrocinador del régimen sirio de Assad, Hizbollah y otros grupos terroristas, Irán debería seguir siendo tratado como un paria.
Pero eso fija la vara tan alta que es poco realista. Según el acuerdo de Obama, la capacidad de enriquecimiento nuclear de Irán sería abruptamente reducida y sujeta a un régimen claro de inspecciones internacionales. Eso llevaría a una "breakout capability" (capacidad para construir su primera bomba nuclear a partir del enriquecimiento a grado militar del uranio) de un año, tiempo suficiente para que el mundo detecte y reaccione en caso de incumplimiento. El acuerdo será por diez años con la esperanza de que Irán haya moderado su postura hacia el mundo dentro de ese período, y relaje su política en su país. A cambio, EE.UU y sus aliados relajarían las sanciones que dañan la economía iraní.
Esa es la esperanza de Obama, y se merece el apoyo. Al mismo tiempo debe tranquilizar a los escépticos de que no diluirá ninguno de esos objetivos mediante un acuerdo histórico. Tal como señaló un funcionario de Obama, el mundo debería "desconfiar y verificar" el cumplimiento de Irán.
Una gradual relajación de las sanciones debería estar explícitamente ligada al cumplimiento de Irán. Cualquier recaída debería ser castigada con su automática reposición. Esa es la base de un acuerdo realista. También es la mejor manera de empoderar a los moderados en Irán que desean volver a insertarse en el mundo.
Netanyahu describió el borrador de Obama como un "mal acuerdo" que dejaría a Irán con la capacidad de construir ojivas nucleares y misiles balísticos. Sólo una limpieza total de la capacidad nuclear civil iraní podría evitar eso. Sus palabras implican que la única manera de detener a Irán es por medio de una guerra.
El líder de Israel le tiró el guante a Obama. Nunca antes un líder extranjero se había metido tan descaradamente en la política estadounidense. Las fuertes ovaciones que recibió Netanyahu en el Congreso quizás mejoren su posibilidades electorales en su país. Pero también podrían ser un boomerang, está innecesariamente arriesgando sus lazos con el aliado más fuerte de Israel. Es ahora tarea de Obama no aflojar con Irán. Si puede asegurarse un acuerdo, se merecerá el agradecimiento de Israel. Si no lo logra, se lo debería felicitar por haberlo intentado.

Las más leídas de Financial Times

Destacadas de hoy

Noticias de tu interés