Lanzaron el satélite Milanesat: qué otros planes tiene la Argentina para llegar al espacio

Hoy se lanzó un microsatélite desarrollado por la empresa Satellogic. Pero, además, se planean lanzar varios satélites en los próximos años. El papel de Elon Musk.

Hoy, justo cuando comenzaba el día, partió hacia el espacio el satélite Milanesat, desarrollado por la compañía argentina Satellogic. El lanzamiento de este satélite -que obtuvo su nombre de un concurso en el que participaron más de 10.000 personas- se realizó desde China.

Este sexto satélite de la empresa se integra a los otros cinco que ya están orbitando la Tierra: Fresco, Batata, Capitán Beto, Manolita y Tita. Su misión es realizar imágenes que luego sean útiles para industrias varias: minería, agro e infraestructura.

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Sin embargo, este satélite no es el único que se va a lanzar (potencialmente) este año. Desde la Comisión Nacional de Actividades Espaciales preveén lanzar el Saocom 1A en los últimos meses de 2017 y el 1B durante 2018.

 

Un plan que se concreta

La Argentina tiene, además, su propio plan espacial con una historia que se remonta a los primeros años de la década de 1960. Sin embargo, al menos en la actualidad, este no está orientado a la exploración del espacio sino que se dedica a la observación de la Tierra con distintos satélites que fueron lanzados desde afuera del país. Los hay de dos tipos, de comunicaciones (como los Arsat) y de investigación. El primer satélite construido en territorio nacional que llegó exitosamente a órbita fue el SAC-A. Luego, lo hizo el C (ya que el B no llegó a prestar servicio) a finales de la década de 1990. En la actualidad se encuentra en órbita el D, lanzado en el 2011. De estos, el C tenía como misión la teleobservación, mientras que el D se enfocó en el estudio de la salinidad del mar con miras a obtener información relativa al cambio climático, tal como cuenta la bióloga Sandra Torrusio, investigadora de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae), la agencia estatal encargada de llevar adelante el programa espacial de la Argentina.

“El Saocom 1A está en su fase final de testeo. Estará en el espacio el año que viene.

FERNANDO HISAS, gerente de Proyectos de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae)

En este momento, la Conae (que emplea a poco más de 200 personas, según su gerente de Proyectos Fernando Hisas, y cuenta con un presupuesto anual de $ 1.740 millones para 2017) está trabajando en tres líneas de satélites: Saocom, SABIA-Mar y SARE. La primera —se trata de dos constelaciones de satélites, para ser precisos— está dedicada a la observación de la Tierra; específicamente a la medición de la humedad del suelo. Además, tiene aplicaciones diversas durante las emergencias (detección de derrames de hidrocarburos en altamar y el seguimiento de catástrofes naturales como inundaciones). Estos satélites son desarrollados en colaboración con Italia.

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Dentro de cada constelación, hay dos satélites, el 1A y el 1B, necesarios para obtener la revisita adecuada, explican desde Conae (revisita, o resolución temporal, es una medida de la frecuencia con la que un satélite es capaz de conseguir imágenes de un área determinada). “El Saocom 1A está en su fase final y pronto a entrar en los ensayos ambientales, en donde se simulan las condiciones que experimentarán en el espacio , detalla Hisas. Estos testeos comenzarán en septiembre de este año y se espera que el lanzamiento de este satélite de 3.000 kilos ocurra durante el primer trimestre de 2018. Mientras tanto, el 1B está en fase avanzada de construcción y las proyecciones actuales hablan de ponerlo en órbita en 2019. Un detalle poco conocido: quien los trasladará será nada más y nada menos que SpaceX, la empresa creada por Elon Musk que ha llevado al espacio equipo de la NASA.

En el caso de las líneas SABIA-Mar y SARE, ambas están en distintas fases de desarrollo. SABIA-Mar es un proyecto de cooperación entre la Conae y la Agencia Espacial Brasileña (AEB) y tiene como misión la observación de la Tierra. “Principalmente, van a observar la clorofila del océano, que te dice cuánto oxígeno hay en el agua , cuenta Torrusio. “Servirá, entre otras cosas, para poder guiar a los barcos pesqueros hacía los cardúmenes, que buscan la clorofila en el agua. El SABIA-Mar 1 –que, se espera, estará en órbita en 2021– será construido por la agencia argentina, mientras que el 2 será responsabilidad de la AEB, y se espera que el primero esté en órbita en 2021. La línea SARE, por su parte, es una constelación de satélites livianos también dedicados a la observación de la Tierra, pero con una particularidad: entre todos formarán parte del conjunto de satélites de arquitectura segmentada. “Es una red de pequeños satélites que busca compartir recursos en el espacio , puntualiza Hisas. “Así, si uno de ellos sale de operación, otro lo puede reemplazar. Serán más estándares, con un enfoque de línea de montaje que va a permitir reponerlos con mayor rapidez, aunque serán customizados en función de lo que se quiera que hagan específicamente.

 

Un club exclusivo

En la doctrina aeroespacial, según lo publicado en 2002 por el comodoro (R) Ricardo Quellet, la participación de los Estados en la actividad espacial puede clasificarse en cinco niveles. El primero es el alquiler de un satélite para utilizar su sistema de comunicaciones; el segundo la adquisición de un satélite desarrollado y construido por un tercero; el siguiente, el diseño y construcción de un satélite y el lanzamiento que se contrata a una tercera parte; el cuarto, diseño y construcción tanto del satélite como del lanzador; y el último, la capacidad de supervivencia humana en el espacio. En la actualidad, la Argentina se encuentra pronta a entrar en la cuarta categoría, ya que está desarrollando los lanzadores Tronador II y III. Se trata de un cohete multietapa de un uso único. Este sería el primer vehículo espacial construido en América del Sur y, aunque por el momento sigue en fase experimental, se estima que su primer lanzamiento oficial se hará en 2020. Así, la Argentina será el undécimo país en entrar al reducido “club de aquellos que disponen de lanzadores propios de satélites: EE.UU., Rusia, Japón, Unión Europea, China, India, Israel, Irán y las dos Coreas. O sea que los satélites de la serie SARE serán puestos en órbita por los lanzadores Tronador II y III, según la disponibilidad técnica en el momento del lanzamiento. En ese sentido, la Argentina cuenta con una fuerza innovadora adicional: Mariano Kargierman, fundador y CEO de Satellogic. Al mejor estilo de Elon Musk, el emprendedor argentino apuesta desde 2013 a ubicar cientos de nanosatélites en la órbita terrestre, con un costo mil veces menor al que utilizan las agencias espaciales para conseguir información de la Tierra en real time. La prueba de que el suyo es más que un sueño posible son Capitán Beto, Manolito y Tita, tres satélites que hoy llevan su marca a 450 kilómetros de altura.

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Por supuesto, uno de los sucesores de estas creaciones serán los que lleven la tecnología espacial argentina fuera de los límites de la atmósfera. Y, por qué no, a que los primeros connacionales pisen suelos extraterrestres

Integración La colaboración entre lo público y lo privado no se realiza, necesariamente, de manera directa. “Si alguien viene a comprar una imagen, se la vendemos, pero la mayoría de ellas se distribuye en el marco de convenios con instituciones , dice Hisas, para luego argumentar que la idea detrás del plan espacial argentino no es vender imágenes, sino que esa información esté disponible y tenga un impacto tanto en la productividad como en los servicios. La nota completa fue publicada en la edición nº 236 (mayo/2017) de Infotechnology.
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