Atraso: inversión en I+D en América latina no llega ni al 1%

Los números de inversión en ciencia, tecnología e innovación de los países desarrollados tiene un piso de no menos del uno por ciento del producto bruto interno, y las naciones más agresivas superan el dos por ciento. El horizonte se aleja para los países de América latina donde ese piso parece inalcanzable, a pesar de los avances de los últimos años.

¿Cuánto debería ocupar la ciencia en la partida presupuestaria? En general, los países más desarrollados y que ofrecen mejor calidad de vida invierten un porcentaje mayor al 2 por ciento del PBI en investigación y desarrollo (I+D). Anclados en matrices económicos de exportación bienes y servicios con gran valor agregado, que nacen de universidades e institutos de investigación reconocidos internacionalmente, con fuerte presencia de propiedad intelectual y patentes. Estos son los Estados Unidos, Alemania y Japón. Por otro lado, aquellos que invierten menos 1 por ciento del PBI en I+D son en general exportadores de materia prima con escaso o nulo valor agregado. Poseen universidades e instituciones con escaso reconocimiento internacional, con exiguo derrame hacia el sector productivo y escasas patentes de invención. Se trata de la Argentina, Costa Rica, Etiopía, Grecia y México, entre otros.


Durante algún tiempo las regiones han venido fijando sus propios objetivos de gasto en este sector: el más conocido es el de la Unión Europea (UE) que se ha propuesto aumentar la inversión global en I+D hasta el 3 por ciento del PIB de aquí a 2020. El sueño latinoamericano es alcanzar ese preciado 1 por ciento de inversión que posiciona a la región en un terreno parejo frente al mundo, pero en el último año los países líderes de la región mostraron fuertes retrocesos en inversión científica.

 

La caída de los grandes


El ejemplo a seguir en la región, Brasil, retrocedió fuertemente su inversión en ciencia. Pasó de liderar la región con más del 1 por ciento de inversión a una escandalosa reducción del 44 por ciento. Esto significa que el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Innovaciones y Comunicaciones dispondrá del presupuesto más bajo de los últimos 12 años, con R$ 2,8 mil millones (casi $ 14 mil millones, al cambio del día): un recorte de R$ 2,2 mil millones respecto a los R$ 5 mil millones propuestos en el presupuesto para 2017, que además presenta una reducción general de casi el 30 por ciento en todas las áreas.


Pero la amargura no es sólo brasileña.  En la Argentina la participación de la ciencia y la investigación en el presupuesto total también se retrocedió. En el período 2009-2016 la fracción del presupuesto nacional dedicada al Ministerio, junto con el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) osciló entre 0,7 por ciento y 0,8 por ciento, el presupuesto 2017 apunta a reducir esta fracción a un mínimo histórico de 0,59 por ciento.

 

Algunos de los demás Estados latinoamericanos también presentan caídas frente a años anteriores y ese maldito uno por ciento de inversión se aleja cada vez más, de cara a la fecha límite de 2020.

 

  • México 0,49
  • Uruguay 0,38
  • Ecuador 1,88
  • Chile 0,55
  • Argentina 0,59
  • Perú 0,12
  • Bolivia 0,16

 

Fuente: Elaboración propia. Datos expresados como porcentaje del PBI en el período 2016 o más cercano.

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