La industria alimenticia gana una batalla por la salud

Finalizado el plazo de adecuación, la ley que obliga a eliminar las grasas trans de las góndolas muestra resultados alentadores. Los niños, el próximo objetivo.

El consumo diario de cinco gramos de grasas trans de origen industrial puede incrementar en un 25% el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. Esta es una de las conclusiones a las que llegaron diversos estudios realizados por la Organización Mundial de la Salud y la razón por la cual su uso es tan fuertemente desincentivado por los expertos en alimentación.
Lo que sucede, explica Lorena Allemandi, directora del área Políticas de Alimentación Saludable de la Fundación Interamericana del Corazón (FIC) Argentina, es que las grasas trans "aumentan el colesterol LDL (conocido como 'colesterol malo') y reducen el colesterol HDL ('el bueno')", llevando a un incremento del riesgo de enfermedades cerebro-cardiovasculares, muerte súbita de origen cardíaco y de diabetes mellitus.
La Argentina, con el Ministerio de Salud de la Nación a la cabeza, es uno de los países de la región que se ha comprometido con esta problemática. Así, en 2010, en el marco de la campaña "Argentina 2014 libre de grasas trans", el Código Alimentario Argentino (CAA) fue modificado para incluir al artículo 155 tris, que puntualiza: "El contenido de ácidos grasos trans de producción industrial en los alimentos no debe ser mayor a 2% del total de grasas en aceites vegetales y margarinas destinadas al consumo directo, y a 5% del total de grasas en el resto de los alimentos. Estos límites no se aplican a las grasas provenientes de rumiantes, incluyendo la grasa láctea".
"No es una especie de ley o programa, sino un artículo que define que está permitido hasta un 2% o 5% de grasas trans. Por eso se dieron cuatro años de adecuación, un plazo prudente", detalla Jaime Lazovski, secretario de Promoción y Programas Sanitarios de la Nación, al tiempo que afirma que, en ese lapso de tiempo, se hizo un trabajo de acompañamiento a las empresas, principalmente las industriales. En este sentido, añade, "no hay un mecanismo de incentivo" para adecuarse a la norma, "solo de regulación, la restricción legal con sanciones en caso de incumplimiento".
El primer examen de efectividad que tuvo que afrontar esta medida fue en 2012, cuando comenzó a regir para los aceites vegetales y margarinas. Y, de acuerdo a un relevamiento realizado durante 2013 por FIC Argentina, en que se investigaron 878 productos, el balance fue promisorio, ya que se registró un alto acatamiento de la misma.
En diciembre pasado, por otra parte, se produjo el segundo examen, al entrar en vigor la norma para el resto de los alimentos. Después de cuatro años de trabajo en la adecuación y reemplazo de ingredientes, ¿cuáles fueron los resultados obtenidos?
Si bien la totalidad del impacto se notará en las góndolas en algunos meses, dado que las empresas pueden continuar comercializando los productos elaborados hasta el 3 de diciembre último, fecha de puesta en vigencia de la norma, los especialistas consultados se muestran muy alentados por el escenario presente.
"Hay más de un 90% de cumplimiento apenas la ley entra en vigencia, lo cual representa un panorama muy positivo", apunta Allemandi, aclarando que "hay nichos en los que no se ha logrado", como es el caso de algunos baños de repostería, alfajores, barras de cereales y determinados productos de panadería.
Conclusiones similares arroja un relevamiento realizado en todo el país por el Ministerio de Salud en noviembre pasado, al que tuvo acceso Socialmente Responsables, según el cual "las principales marcas de margarinas y aceites a la venta cumplen en un 100% con los valores establecidos, al igual que los snacks".
Otras categorías en las que se observa un importante nivel de ajustamiento a los límites de grasas trans delineados por el artículo 155 del CAA son las marcas de galletitas (78%), y las de tapas de tartas y empanadas (92%). Contrariamente, el 68% de las marcas de baño de repostería, el 54% de los productos de panadería, y el 29% de alfajores y barras de cereal superaron dichos valores.
Ahora bien, aunque sí observa algunos cambios en la elaboración de productos y su contenido de grasas trans a partir de la sanción de este artículo en 2010, Carina Peretti, nutricionista del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA), considera que no hay concientización en la población general. "El programa debería estar enfocado en realizar cambios radicales en los colegios, sobre todo los privados, y haciendo especial hincapié en los jardines. En muchos de ellos hay libre albedrío en las viandas y colaciones que los chicos llevan desde sus casas, y chicos que comen alimentos ricos en grasas trans, exceso de sodio y azúcares refinados. Todo ello está asociado al riesgo cardiovascular", concluye la especialista.
María del Pilar Assefh
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