El desafío del consumo sustentable en el país de las tarifas congeladas

En la última década, la política de subsidios y tarifas congeladas marcó una forma de consumir electricidad para las empresas en la Argentina. Sin incentivos, para muchas, el uso eficiente de este recurso no es una prioridad. Las alternativas, ante una crisis que acecha.

Distorsionado. Este pareciera ser el adjetivo más utilizado por los especialistas para describir el estado del sistema energético argentino. Con tarifas congeladas, subsidios indiscriminados y ausencia de inversiones privadas, lo hecho (y no hecho) en los últimos 15 años no solo dejó su huella en las cuentas económicas nacionales, sino también en las de las empresas, en particular, cuando de eficiencia energética se trata.

En una país con facturas freezadas y precios anacrónicos, las principales empresas se enfrentan a un desafío frente a la sustentabilidad, que pasa por consumir responsablemente, incluso cuando la cuenta de energía en la actualidad no tiene un protagonismo determinante en los balances financieros.

En plena crisis energética, la aparente ventaja a nivel costos que las grandes compañías disfrutaron en los últimos años, puede tornarse en una amenaza en un futuro no muy lejano. "En estos años, al haber una situación de distorsión, las empresas se pueden haber beneficiado, pero tiene toda la connotación de lo errático. El costo es más barato, pero no se prepara a la empresa teniendo en cuenta el valor verdadero y eficiente. Se pierde la idea de cuál es el costo de las cosas, que atenta contra un proceso de ordenamiento, de tener costos operativos eficientes y de sustentabilidad", resume Jorge Bacher, socio líder a cargo de Energía en PwC Argentina y presidente del capítulo local del Consejo Mundial de la Energía, en diálogo con El Cronista.

Pero antes de ahondar en las prácticas actuales de consumo energético de las compañías, bien vale desandar el camino que llevó a un país que supo ser exportador a convertirse en un importador neto.

"Con la energía eléctrica hubo un problema de generación fuerte hasta 2007, con cortes de generación más que de distribución. Ese año se hicieron obras y aumentó la cuota de la represa de Yacyretá, entre otras cosas, y se superó, en parte, el problema de oferta, pero sin garantías", recapitula el ex secretario de Energía y Minería de la Nación, Emilio Apud. "Ahora, la cuestión está en la distribución. Desde 2008, estamos importando con precios que eran mucho más caros que los locales y las distribuidoras están con casi las mismas tarifas que hace 11 años, por lo que, lo que reciben, no alcanza a cubrir el 10% de sus costos. Asimismo, las redes se vuelven obsoletas, ya que no se hicieron obras para mantenerlas ni para ampliarlas", completa el experto.

Es que, como apunta Andrés Di Pelino, subdirector del Centro de Estudios en Economía y Gestión de la Energía (Ceege) de la UBA e integrante de la Comisión Directiva del Instituto Argentino de la Energía General Mosconi, el atraso tarifario "no permite tomar decisiones dentro de la racionalidad económica".

Así las cosas, ante el actual panorama de congelamiento de tarifas y subsidios descontrolados -coinciden los especialistas consultados por Socialmente Responsables-, fomentar el uso eficiente de la electricidad parece todo un desafío para las principales empresas del país.

"Las distribuidoras están quebradas, la trasmisión está en manos de la empresa estatal y, en la generación, todas las inversiones fueron del Estado. Las únicas inversiones privadas fueron las pequeñísimas inversiones renovables, el resto fueron todas del Estado, donde el costo de la inversión es costo hundido, que lo pagamos nosotros. A ninguna empresa le es negocio invertir y poner, por ejemplo, una planta térmica a gas, porque no repaga. Entonces, las empresas se retiraron y, en todo caso, mantuvieron lo que tenían", sostiene Juan Carlos Villalonga, presidente de la Agencia de Protección Ambiental (APRA) de la Ciudad. Y continúa: "El sector empresario no tenía muchas más opciones y, también, yo creo, fue complaciente, ya que, en vez de alzar la voz y señalar que no se iba a poder de esta manera, ocultaron y prefirieron buscar un negocio amparado por el Estado y sobrevivir".

El rol de las empresas

De todos modos, el freno de inversiones privadas en el sector no fue el único efecto que el congelamiento de las tarifas tuvo sobre las empresas. Ahora bien, de qué modo esta realidad afectó sus operaciones, es una pregunta que varía de acuerdo al tamaño de cada una y a su ubicación, dado que los mismos valores no se ajustan a todas.

"Las que son más pymes pagan la tarifa que surge del cuadro tarifario, que aprueba el ente regulador de cada provincia para cada distribuidora. Las empresas más grandes, a su vez, que tienen un consumo mucho más intensivo de la energía eléctrica, la mayoría de las veces hacen un contrato por fuera del cuadro, ya sea con la distribuidora o la generadora, de forma directa", describe Carolina Schuff, coordinadora de Análisis Sectorial en Abeceb. Por otra parte, detalla, "la tarifa industrial, al igual que la residencial, es más barata en el Área Metropolitana de Buenos Aires que en otras provincias".

Un dato a mencionar, como subraya Apud, es otra distorsión del sistema eléctrico nacional que se presenta en este punto. "La tarifa industrial es más alta que la residencial, mientras que, en los países desarrollados, esto es al revés. Acá, la primera está, en promedio, un 70% por encima de la segunda. De todos modos, esta es cuatro veces más chica que la de Brasil. Es decir, no tiene relación con los precios que se pagan por la electricidad en América latina", señala el ex-funcionario.

Ser o no ser

¿Cómo repercute este panorama en las acciones tendientes a la eficiencia energética dentro de las empresas? De acuerdo los especialistas consultados, y a falta de incentivos, en forma negativa.

"Hay una suerte de trade off entre eficiencia y tarifas: si las bajás, no hay incentivos para ser eficiente y viceversa. La cuestión tarifaria es la madre de todos los problemas, es lo que primero que hay que resolver. Post salida de la convertibilidad, con muchos años de tarifas bajas, no hay incentivo para cambiar 'la máquina', pero si la energía vale lo que cuesta producirla, ahí sí se invertiría en productos nuevos y disminuir el consumo", detalla Di Pelino.

"Es difícil entrar en políticas de eficiencia exitosas con tarifas atrasadas. No hay historias exitosas en el mundo con tarifas a valores irrisorios y la Argentina no es la excepción. Prevalece la lógica económica-financiera del negocio. Con un contexto inflacionario, permanentes ajustes en salarios y un Estado con una voracidad fiscal descomunal, la eficiencia energética, para el empresario, no es prioridad", añade el especialista.

"Quien toma una medida de eficiencia energética, así sea el reemplazo de lamparitas o grandes inversiones en industria, lo hace a pérdida", coincide, por su parte, el presidente de APRA. En este sentido, apunta, "la energía tiene que internalizar los costos verdaderos de su impacto ambiental, de la utilización, en este caso, de recursos no renovables. Es decir, la energía tiene que estar previendo no solo esto, sino hasta el recambio tecnológico. Lo que uno cobra por el uso de fósiles tiene que pagar no solo el costo de extracción, sino también la previsión de la transición". Y remata: "O sea que, desde el punto de vista ambiental o del desarrollo sustentable, tarifas engañosas son una ficción. Por eso, en términos de eficiencia energética ha sido catastrófico".

Con términos similares se expresa Schuff, al sostener que la "aplicación tiene que ver con los precios" y que "al ser tan baja la tarifa, para el usuario, no hay un incentivo de ahorrar", lo que "retrasa medidas en pos de la eficiencia energética". Dicho de otro modo, "el menor consumo de energía no implica un ahorro monetario tan importante como para justificar la inversión, que es costosa; en el mundo la energía no es barata, con lo cual se genera todo un mercado".

Así las cosas, el congelamiento, que, de las tarifas, se trasladó al actuar empresarial, parece haber llegado para quedarse. Sin embargo, los expertos coinciden en que el actual esquema energético es inviable en el mediano plazo y muchos vislumbran que la actualización tarifaria llegará de la mano del cambio de Gobierno. De esta forma, la falta de planificación y de eficiencia energética del sector empresario, podría llegar a ser un dolor de cabeza en un futuro cerano.

"Nadie está pensando en prepararse o cuáles van a ser sus temas de costos cuando las tarifas se actualicen. No conozco ninguna empresa que esté haciendo estudios o proyecciones al respecto. La arbitrariedad de los precios relativos hace que el empresario viva el momento hasta que cambien las reglas de juegos", concluye el ex-secretario de Energía.

Excepciones a la regla

Sin embargo, más allá del marco descripto y de una tendencia generalizada a no tomar medidas en busca de la eficiencia energética por parte de las empresas, sí se destacan algunas que han apostado por iniciativas sustentables, erigiéndose como excepciones a la regla de congelamiento que parece primar en la Argentina.

Entre ellas se encuentra, por ejemplo, Arcor con su programa de ahorro de energía en el sector de envasado, a través del cual busca mejorar la eficiencia de los motores de las cintas transportadoras de cajas (una de las fuentes de mayor consumo, aseguran desde la empresa) de la planta de caramelos duros que se encuentra en el Complejo Arroyito, de la provincia de Córdoba.

Esta iniciativa permitió que los 5.107 minutos (equivalentes a 85 horas y 701.250w) que una de las envasadoras operaba sin trasladar cajas, contabilizados durante quince días, se redujeran a 840 (14 horas y 115.500w), disminuyendo, así, en 20% su consumo de energía.

Otra de las empresas que cuenta con una política interna de gestión energética es Kimberly-Clark, cuya planta de Bernal redujo, durante 2014, su consumo relativo de energía en un 2% respecto del año anterior.

Entre las medidas efectuadas para tal fin, describe Fernando Hofmann, director de Asuntos Legales y Corporativos de dicha compañía, se incluyen "la modificación de los motores de refinado y la instalación de bombas para retorno condensado a alta presión, que logró reducir un 4% el consumo de gas de caldera", así como "la limpieza del economizador y la puesta en marcha de la regadera, con las que se redujo 30% del consumo de combustible en capotas".

De un modo similar, entre fines de 2010 y julio de 2014, Mondelez International bajó en 5.4% el consumo de energía de sus instalaciones en Pacheco, que hoy es la mayor planta de snacks que posee en América latina.

Dos fueron las estrategias principalmente utilizadas por esta compañía para alcanzar dicho resultado. Por un lado, la cogeneración, en la que se suministra el 'desperdicio' del calor proveniente de los motores que producen electricidad al sistema de calefacción de las plantas. Y, por el otro, la adopción de nuevos sistemas de refrigeración con una tecnología más eficiente para el aire acondicionado y el proceso de enfriamiento.

La crisis energética acecha. El dilema está planteado: consumir responsablemente, o que el último apague la luz.

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