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Elon Musk: tras el Atlantis, entrepreneurs web al espacio

El creador de PayPal apunta a hacerse un lugar en el nuevo mercado de vuelos espaciales privados. Invirtió más de US$ 100 millones y creo la compañía SpaceX. En diciembre, probó con éxito una cápsula espacial. Este año alcanzaría la Estación Internacional. El inicio de un nuevo campo emprendedor.

Internet lleva a las estrellas, literalmente. Es el caso de Elon Musk. El emprendedor techie y Wunderkind de la tecnología (Sudáfrica, 1971) se convirtió en uno de los últimos ejemplos que, en materia de emprendimientos, el mundo ya no es suficiente. Otros son Jeff Bezos, padre de Amazón o Richard Branson, el enfant terrible de la aviación mundial, sin olvidar a Robert Bigelow, creador de la cadena hotelera Budget.

Sin embargo, Musk parece ser él que está más cerca de quebrar la barrera espacial. Con una fortuna personal valuada en más de US$ 320 millones (2005), creó hace nueve años la empresa Space Exploration Technologies (SpaceX). La compañía, en la invirtió más de US$ 100 millones de su fortuna personal, según datos del mercado, se concentra en el armado de cohetes de transporte reutilizables y cápsulas para vuelos tripulados. Con sede en California, emplea a 1250 personas. En diciembre, probó con éxito la capsula Dragon. Se convirtió así en la primera empresa privada que lanzó y recuperó entera una nave, que había orbita la tierra más de una vez. En su segundo vuelo proyectado para este año espera poder llegar a la estación espacial.

El ejemplo de PayPal
De hoy 40 años, Musk, físico de profesión, es conocido por ser un pionero, en todo sentido. Se enseñó a programar a la edad de 10 años. Dos años más tarde vendía su primer programa por un valor de US$ 500. Se trataba de Blastar, un juego que emulaba un vuelo al espacio. Aún siendo estudiante de Física en la Universidad de Pennsylvania, se fijó a tres áreas como las principales para basar su éxito: Internet, la energía renovable y el espacio. En Internet, PayPal, el primer sistema de pagos online, se convirtió, sin lugar a dudas, en el mayor de sus logros. Cuando la empresa se vendió e eBay, la compañía de transacciones electrónicas más grande del mundo, Musk era el principal accionista con 11,7 por ciento. El precio de venta: US$ 1.500 millones.

El ejemplo de Musk refleja el nuevo capítulo que se inicia con el fin de los vuelos de transbordadores financiados con capital público. El viernes, Atlantis, que cumplía con el vuelo número 135, el último del programa de transbordadores, se lanzó  para abastecer por última vez a la Estación Espacial Internacional, un puesto de investigación en órbita recientemente completado a 354 kilómetros de la Tierra.

La NASA lleva 11 años construyendo la estación, valorada en US$ 100.000 millones. Su finalización fue la razón principal por la que Estados Unidos decidió reparar los transbordadores y reanudar el programa tras el desastre del Columbia en el 2003. Ahora, con el retiro de los transbordadores, la estación y sus seis tripulantes necesitarán provisiones regulares de ambas empresas, además de las que envíen las naves rusas, europeas y japonesas. El gobierno de Estados Unidos quiere usar los cerca de US$ 4000 millones que destinaba cada año a mantener y operar los tres transbordadores para desarrollar nuevas naves que puedan viajar más allá de la órbita próxima a la Tierra de la estación.

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