Paritarias: una puja a la sombra de las elecciones

Con solo dos paritarias anuales cerradas y tras un año de caída del salario real, la mayoría de los analistas prevén un reñido empate entre inflación y aumentos para los trabajadores este año, sin una recuperación del poder de compra perdido en 2014. El porcentaje rondaría entre 30% y 35%. Los estatales, favorecidos por el clima de campaña.

La puja salarial se debatirá entre la laxitud propia de un año electoral y la moderación obligada por la fragilidad económica. Así lo entienden los analistas consultados por El Cronista 3Días, quienes pronostican un reñido empate entre la inflación y los aumentos para los trabajadores, sin una recuperación del poder adquisitivo perdido el año pasado.

La estrategia de acordar adelantos salariales a cuenta, aplicada en las principales paritarias que vencían en verano no está rindiendo los frutos esperados. Los docentes de la provincia de Buenos Aires rechazaron esta semana el ofrecimiento de la gobernación de Daniel Scioli de un 25% acumulado para 2015, escalonado en cuatro tramos y el miércoles próximo retomarán las negociaciones. Es que los maestros bonaerenses ya habían conseguido una suba de 8,28% para enero y febrero, un porcentaje que anualizado se aproxima al 50% y que generó alarma entre los empleadores respecto de las futuras negociaciones.

Para el economista Jorge Colina, de Idesa, "el salario docente no es tomado como un punto de referencia en el sector privado, que se guía por la inflación y su nivel de actividad". Sin embargo, Daniel Funes de Rioja, titular de la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal) y vicepresidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), advierte que el porcentaje que terminen acordando los docentes influirá en las negociaciones ulteriores. No obstante, "los salarios de los docentes poco tienen que ver en su evolución con los del sector privado industrial", continúa. "Desde la caída de la convertibilidad, a nivel de salarios básicos de convenio, la industria dio incrementos de hasta el doble de lo que evolucionaron los salarios del sector público", destaca.

"Para el Gobierno puede ser importante que se anticipen algunas negociaciones salariales y guíen al resto, especialmente porque el año pasado el salario real cayó aproximadamente 5% y la inflación anual resultó cercana al 38%, pero en los últimos meses de 2014 la inflación anualizada estaría en niveles inferiores, en torno al 27%", opina Marcelo Capello, presidente del Ieral. "Los gremios querrán recuperar el poder adquisitivo perdido en 2014, pero el Gobierno seguramente pretenderá que las negociaciones se cierren más cerca de la actual tasa de inflación, en torno al 30% anual, para que al terminar el año los precios hayan subido casi 10 puntos menos que en 2014", explica el economista.

La sombra electoral

Dadas las preocupaciones electorales del kirchnerismo de cara a octubre, es probable que la política de ingresos sea más laxa que en 2014 -cuando el Gobierno presionó por acuerdos salariales por debajo de la inflación-, y que la caída del nivel de actividad y su correlato en los niveles de empleo actúen como un factor moderador de los reclamos sindicales, plantea Lucio Castro, director económico de Cippec. "En un año electoral, es de esperar que el Gobierno impulse algún grado de recomposición del salario real o, al menos, un mantenimiento del poder de compra, en un intento de incentivar el consumo", opina.

Como el año pasado el salario real cayó, algo políticamente perjudicial, en abeceb.com, al igual que en Cippec, esperan del Gobierno un rol más flexible y benevolente con las agrupaciones sindicales. "Los sindicatos irán por más. No obstante, tienen en claro la debilidad económica y sus efectos sobre las fuentes de trabajo", opina Soledad Pérez Duhalde, analista de la consultora.

Por su parte, Castro también prevé que el Gobierno busque que las paritarias cierren en niveles similares o apenas superiores a la inflación, morigerando la pérdida de capacidad de compra. "A diferencia de 2014, es posible que el Gobierno siga usando el tipo de cambio como ancla nominal para contener la inflación y permita acuerdos salariales más generosos en un contexto de mayor atraso cambiario", dice.

"El Gobierno querrá consolidar una inflación en torno al 30% anual y una suba salarial similar o levemente por arriba, sin una nueva caída en el salario real, que licuaría aún más el apoyo de la población a la actual administración", analiza Capello. En consecuencia, "es probable que el Gobierno pretenda que las subas salariales se ubiquen en el rango del 30-32% en 2015", deduce.

En contraste, el abogado laboralista y docente de la UCA Julián de Diego plantea que "el Gobierno ya les pidió a las distintas centrales silencio y prudencia" y que "la postura va a ser restrictiva", inferior al 30% -inclusive con un techo de 25%-. "El equipo económico cree que la inflación irá deprimiéndose", sostiene, aunque considera que este año habrá que analizar el curso de la economía mes a mes.

"El Gobierno adoptó un modelo de expansión del consumo, con una política de precios y salarios que aparece bajo su control o activo monitoreo", enfatiza Funes de Rioja. "Habrá que ver el grado de deslizamiento que puede producirse en un año electoral", agrega. En cuanto a los sindicatos, "es de esperar que entiendan que hay una contracción de la demanda de bienes, especialmente en determinados rubros productivos y que la competitividad de nuestra producción está en una situación más compleja, lo que obliga a una negociación prudente", añade.

"El pasado fue un año recesivo y 2015 muy probablemente vaya a serlo también. Por ello, la prioridad para los sindicatos es la conservación del empleo. Con lo cual, es probable que estén dispuestos a resignar algunos puntos de aumento para evitar presionar sobre los costos", evalúa Luciana Carcione de OJF & Asociados, para quien las pretensiones salariales rondan el 30% anual o un poco más. En contraposición, Capello considera que "los sindicatos desearán recuperar el poder adquisitivo en 2014 además de compensar la inflación esperada para 2015, con lo que sus demandas más posiblemente se ubiquen en el andarivel del 35-40% anual".

Los sectores con margen

Dejando de lado el sector público, que, según los analistas, se vería favorecido por el ano electoral, los sectores con más margen para dar mejores aumentos salariales son "los de servicios y otros no afectados por la competencia internacional y que, por ende, tienen menos problemas para trasladar a precios las subas salariales", dice Capello.

Para Colina, los sectores que podrían otorgar mayores aumentos de salario son "los de baja intensidad laboral y atados a la explotación de recursos naturales, como petróleo y minería, o los que intensifican su actividad con la especulación que genera la alta inflación, como el sector financiero". Sin embargo, Juan Luis Bour, economista jefe de Fiel, advierte que los petroleros y mineros pasarán a ser este ano los más rezagados, por el desplome del crudo y el atraso cambiario. Todo está por verse en la última puja salarial con un Kirchner sentado en el sillón de Rivadavia.

"En 2014 los sectores que obtuvieron recomposiciones salariales más bajas en términos relativos fueron: transporte automotor, textiles, comercio y metalúrgicos, por lo que podrían ser los que pretendan una recuperación adicional este ano. Pero comercio registró pérdidas de empleo el ano pasado", algo que puede moderar las subas salariales, agrega Castro, desde Cippec.

En tanto, "los peores posicionados serán los sectores productivos atados a la agregación de valor, como la industria manufacturera y los servicios conexos a ella, porque es donde más negativamente impacta el atraso del tipo de cambio oficial, la especulación financiera y los altos costos de producción", dice Colina.

En línea con el economista de Idesa, desde abeceb.com, Pérez Duhalde plantea que los sectores que otorgarán menores subas salariales serán los más debilitados con la recesión del ano pasado, , "como la industria automotriz, cuyas empresas ya no tienen margen de maniobra".

Arduas negociaciones

Funes de Rioja prevé que las paritarias del sector público serán las que ofrecerán "más tensión y conflictividad". Colina coincide porque “en ese sector el estancamiento económico no se traduce en riesgo de despido”. En cambio, para el sector privado, el economista de Idesa no prevé que las negociaciones se endurezcan más que en los últimos anos porque "la falta de crecimiento de la actividad económica pone en riesgo los puestos de trabajo y los trabajadores adoptarán actitudes menos confrontativas a cambio de la garantía de la fuente laboral".

Para De Diego, "las negociaciones más duras serán las de los gremios de la CGT opositora o los independientes como el transporte (ferroviarios, fraternidad, UTA, etc.) o los que negocian primero y no están enrolados en ninguna central, como es el caso de los trabajadores bancarios".

“Los sectores empresarios más precavidos en la puja serán los que tienen más problemas de competitividad, en un ano en que el tipo de cambio real podría apreciarse aún más", prevé Capello. Y agrega: “En la producción de bienes transables, especialmente en la de manufacturas de origen industrial (MOI), se darían las mayores tensiones en la negociación salarial”. Además, avizora dificultades para cerrar acuerdos en los sectores con gremios de mucho poder de fuego, como los que pueden paralizar a otros sectores o el funcionamiento de las ciudades.

"Es probable que los gremios más identificados con la oposición presenten una posición más combativa, pero un nivel de actividad en caída, con problemas de empleo, puede que modere estos reclamos", sostiene Castro. En contraste, Carcione considera que "muy probablemente las negociaciones más tensas se den en los sectores que más se contrajeron en 2014, cuyos trabajadores igualmente pretenderán aumentos que les permitan protegerse del avance inflacionario".

Según Pérez Duhalde, "históricamente las negociaciones con los docentes son las más dificultosas por la repercusión de los paros en la opinión pública. Además, el ano pasado sufrieron una caída considerable del salario real por lo que ahora buscarán recuperar algo. En este contexto, se entiende que tanto Scioli como Macri, con expectativas electorales, hayan adelantado las negociaciones".

Una espiral peligrosa

Si los aumentos salariales se trasladan rápidamente a precios, las negociaciones pueden reabrirse y derivar en una riesgosa espiral inflacionaria. Sin embargo, en un contexto con signos recesivos y con cierta estabilidad cambiaria, este escenario es poco probable. "La diferencia de 2015 respecto de 2014 es que, luego de la devaluación de enero del ano pasado y los aumentos de tarifas de gas y agua, el Gobierno no encontró otra forma de anclar la inflación que frenar salarios", explica Bour. Y agrega: "Este ano no devalúan y probablemente vuelvan a atrasar las tarifas, por lo cual, tendrán un pequeno margen para no contener tanto los salarios".

"La política de precios del Gobierno hace que las subas salariales impacten en los costos", sostiene el titular de la Copal. "Sin mejoras de productividad ni de competitividad -con crecientes costos por la litigiosidad laboral, el ausentismo, etc.-, los problemas se agudizan tanto en bienes como en servicios", describe. "Si se suman los costos financieros, los de la energía y la presión tributaria, el resultado es altamente preocupante en términos de competitividad interna y externa de nuestra producción", opina el vicepresidente de la UIA.

"El Gobierno intentará que no vuelva a caer el salario real, pues eso deterioraría aún más su relación con los trabajadores, que además en cierta franja sufren también el peso del impuesto a las Ganancias", considera Capello, quien ve factible este escenario con una inflación anual en torno al 30%. "Pero si no logra acceder al financiamiento externo y las reservas del BCRA comienzan nuevamente a caer, el Gobierno podría verse impelido a devaluar como en enero de 2014 y la inflación podría superar el 40% y los salarios reales nuevamente verse deteriorados", opina.

"El Gobierno parece dispuesto a un mix de atraso cambiario, política de ingresos (aumento de transferencias y jubilaciones y menor presión sobre las paritarias) y laxitud fiscal. En ese contexto, es posible que la pauta salarial promedio se ubique al mismo nivel o apenas por encima de la inflación, para incentivar el consumo, es decir alrededor de 30 y 35%", considera Castro.

La pauta promedio dependerá de qué pase con la inflación, enfatiza Colina. "Si no se espiraliza, las pautas salariales se manejarán entre el 30 y 35%", evalúa. En tanto, en Abeceb.com, estiman que la pauta salarial estará entre 30 y 32%, es decir, en línea o un levemente por encima de la inflación. "Pero no permitirá recuperar el poder adquisitivo perdido en 2014", opina Pérez Duhalde.

El poder de compra

Tras la pérdida de poder adquisitivo de los salarios en 2014, hay dudas respecto de qué sucederá este ano. Colina proyecta una nueva caída del salario real en 2015 porque, "en un proceso inflacionario, una vez que los aumentos de precios superan a los de salarios es muy difícil que esta situación se revierta sin un plan anti-inflacionario serio".

"Este ano es altamente probable que el salario vuelva a caer en términos estadísticos", coincide De Diego, aunque advierte que su evolución deberá evaluarse contemplando la situación de cada empresa y actividad.

En tanto, Funes de Rioja relativiza la caída del poder de compra en 2014. "Si hubo pérdida de salario real en 2014, hay que verlo en cada sector; los porcentajes dependen de la fecha en que se implementaron y, además, hubo sumas fijas y otros conceptos remuneratorios o no. Es decir, no se puede decir genéricamente que perdieron", argumenta. Para el dirigente empresario, quizás las subas salariales no le ganaron a la inflación, pero debe hacerse una evaluación más específica. "Desde la caída de la convertibilidad hubo un crecimiento efectivo del salario industrial privado", concluye el vicepresidente de la UIA. / 3D

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